El penúltimo gran golpe policial en el poblado chabolista de O Vao cristalizó en diciembre de 2019 después de dos años de investigaciones conjuntas de la Policía Nacional y la Guardia Civil. El día 2, un gran despliegue de medios se dejó notar en el poblado, y no solo allí, sino también en el centro de Pontevedra (se practicaron registros en la avenida de Lugo, Paseo de Colón, Rúa Nova y Virxe do Camiño) y en localidades como A Estrada y Vilagarcía. Tras la fase instructora, la Fiscalía Antidroga acusa a ocho personas vecinas de Poio, Vilanova y Pontevedra, por un presunto delito contra la salud pública y otro de integración en grupo criminal. La solicitud de pena es muy elevada: ocho años de cárcel para cada uno de ellos.
La vista oral, para la que la Audiencia Provincial ha reservado toda la semana (salvo pacto por la vía de la conformidad que lo remedie), tendrá ingredientes novedosos. El principal, la presencia de un taxista que desarrollaba "un rol esencial en la actividad de distribución de estupefacientes investigada, pues era quien garantizaba el suministro", detalla el Ministerio Público en su escrito de calificación provisional, en el que añade que efectuaba "el traslado oculto de las sustancias ilícitas con la cobertura de su vehículo, un taxi Toyota Prius, así como la colaboración de dos pontevedresas, ambas también acusadas, "quienes se desplazaban junto al taxista pretendiéndose como clientas del mismo en los viajes en los que, realmente, no operaban sino como transportistas directas y conscientes de estupefacientes".
También se sentarán en el banquillo un pontevedrés y un vecino de Vilanova, supuestos proveedores de los anteriores. Y junto a todos ellos, los componentes del último eslabón de la cadena: los residentes en el poblado chabolista de O Vao, que vendían las dosis a los drogodependientes que, por aquel entonces, aún tenían el enclave de infraviviendas como la gran referencia para la adquisición de droga en la comarca.
En cuanto al modus operandi, las vigilancias y los seguimientos realizadas por los especialistas de la Udyco de la Policía y del Edoa de la Guardia Civil determinaron que el taxi acudía a un establecimiento de Dena para hacer acopio de sustancias que, en muchas ocasiones, entregaba en Pontevedra. En uno de esos viajes, las fuerzas de seguridad decidieron intervenir, comprobando que las cantidades de cocaína que transportaba para su venta en el poblado eran relevantes: le fueron incautados 100 gramos de gran pureza. Las inmediaciones del polideportivo de A Seca, en Poio, y la localidad de Ponte Arnelas también fueron escenario de transacciones.
Antidisturbios bien armados en el casco urbano