La sociedad se ha vuelto cada vez más deportista. Al ‘boom’ de los corredores (rebautizados como ‘runners’ por obra y gracia del esnobismo) se ha sumado, casi de forma paralela, el auge por el ciclismo, sobre todo por el de montaña. Aunque todavía quedan nostálgicos que siguen apostando por el tradicional, el de carretera, es incuestionable que el tirón del monte y del terreno abrupto es mucho mayor.
Esa pasión por el mundo de las dos ruedas tiene reflejo en la economía doméstica. Las inversiones en material y complementos son (generalmente) humildes en los comienzos y jugosas cuanto más aumenta la práctica. "Cada persona es un mundo y no hay un término medio, pero lo habitual es que el incremento del gasto sea proporcional al tiempo que le dedica cada uno a este deporte", subraya Nacho Cons, propietario de Moto Bike, negocio de referencia en la ciudad.
Así, una bicicleta de carretera con unas mínimas garantías de calidad se puede adquirir a partir de los 400 euros mientras que una de montaña baja ligeramente hasta los 270 euros. "A partir de ahí hay para todos los gustos y bolsillos: de 3.000, 4.000, 5.000... hasta 10.000 y 11.000 euros", explica el empresario.
Los complementos son otro factor indispensable a tener en cuenta. Una equipación básica de maillot, coulotte y casco ronda los 100 euros, 140 si se incluye el calzado. Al igual que con las bicis, el abanico económico se magnifica al incluir guantes, protectores, neoprenos, mochilas de agua, mallas, relojes de pulsaciones, GPS... Nacho Cons aclara que "lo que más se suelen comprar son cuentakilómetros, que salen por unos 20 euros".
De lo que no se libra ningún ciclista que se precie es de afrontar unos gastos periódicos en tareas de mantenimiento, especialmente en todo lo que conlleva desgaste: cadenas, piñones, platos, empuñaduras...
Quique Pérez, presidente de Pedaladas, rebaja la inversión mínima en una bicicleta hasta los 350 euros. "Desde ese precio ya las hay bastante aceptables para ir por la ciudad, por el monte y por donde quieras", afirma. Como usuario habitual de este vehículo, conoce perfectamente lo que se mueve por Pontevedra y no se sorprende cuando se cruza con usuarios "con bicis de 12.000 y 15.000 euros, y con equipos encima de más de 400 euros", si bien aclara que estos ejemplos no son lo más habitual. "No es necesario hacer un gran desembolso para empezar. Incluso la bicicleta que casi todo el mundo tiene en el trastero serviría", subraya.
De hecho, asegura que la proliferación de bicis ‘de perfil bajo’ tiene una explicación: "La más recomendada para andar por la ciudad y no temer al riesgo de robos es la más vieja que puedas encontrar, como hacen en Holanda".
O VAO Y LAS MAFIAS. La eclosión de la bicicleta ha disparado los mercados, tanto el lícito como el negro. Los robos de velocípedos se han multiplicado en los últimos años en la ciudad, según refleja la estadística policial, hasta el punto de que "las más viejas se venden por papelinas en O Vao y parte de las de gama alta robadas en trasteros se deben a encargos, porque hay una auténtica mafia en torno a estos delitos".
El modus operandi de estas bandas organizadas es sencillo: una vez recibido el encargo, localizan el modelo y lo siguen hasta averiguar dónde se guarda. Consuman el robo -generalmente de noche-, hacen la entrega y cobran por el ‘trabajo’. Rápido y limpio.
El presidente de Pedaladas añade que la mayoría de los vehículos sustraídos "acaban fuera de Galicia, donde es más difícil su localización". Una realidad que no solo se corrobora en la Oficina de Denuncias de la Comisaría, sino en las redes sociales. "Tanto en Facebook como en el foro BTT Pontevedra, que es el más potente, cada 10-15 días alguien denuncia que le han robado una bicicleta de gama alta. Y es muy raro que las vuelvan a recuperar".
