Mario Pansera: "Muchas cosas que producimos y horas que trabajamos son inútiles"

Llegó hace un año con una de las becas más prestigiosas del ámbito científico y escogió Pontevedra para sus estudios sobre la economía circular. Hoy analiza las claves para transitar hacia un sistema más sostenible que reduzca el consumo de energía y mejore el bienestar social
Mario Pansera. OUBIÑA
photo_camera Mario Pansera. OUBIÑA

A MARIO PANSERA le encanta su trabajo y Pontevedra. En los útlimos tiempos ha escogido a la Boa Vila -junto con Allariz, la tierra natal de su esposa- para la ejecución de dos proyectos importantes en la UVigo gracias a la beca Starting Grant, una de las más prestigiosas de la ciencia actual: el proyecto Prospera y el de Economía Circular. En estos planes intenta hacer ver que la economía actual podría ir por otros derroteros más sostenibles, desmintiendo que la visión que Adam Smith transmitió en ‘La Riqueza de las Naciones’ puede estar obsoleta. Esta teoría liberal se centraba en que la riqueza de una nación se relaciona a través de dos únicos factores: el capital y el trabajo, haciendo que esta visión marque toda nuestra concepción de vida. Pero no es la única óptica. Mario Pansera se ha especializado en demostrar que una perspectiva más sostenible es la más adecuada para los tiempos que corren. Y aún más ahora, en la en que los aullidos de la escasez de recursos están cada vez más próximos. Un año después de que comenzara sus investigaciones, el científico efectúa un balance mientras se instala en el nuevo Campus Crea en su máxima especialización: la innovación responsable, las políticas de innovación y tecnología, la transición hacia la sostenibilidad y el decrecimiento.

¿En qué consisten los proyectos que ha puesto en marcha?

Yo me incorporé en la UVigo gracias a la beca Grant del Consejo Europeo de Investigación que financia al Proyecto Prospera y, una vez que entro en la Universidad, fundo un grupo que trata temas sobre postcrecimiento que engloba diferentes proyectos. En este momento tenemos tres o cuatro. El más grande de ellos es el famoso Prospera, que se basa en la innovación y ciencia en crecimiento. La idea es que el crecimiento económico ya no es sostenible, no solo a nivel medioambiental sino a nivel social. Crecer a nivel económico con el PIB, es decir que la riqueza de un país crezca, no se traduce automáticamente en el bienestar general de la población. Esta es la idea que domina mediáticamente, que nosotros tenemos que crecer produciendo más, consumir más y eso es de lo que trata el Proyecto Prospera. ¿Cómo podemos sostener organizaciones que son innovadoras y creativas, pero que no crecer de forma indefinida. Es decir, que no están basadas en esta idea loca de que un crecimiento infinito es necesario? El otro proyecto grande que tenemos (y que yo coordino personalmente) es el ‘JUST2CE’, que hace referencia a la economía circular, donde tenemos varios partners en universidades africanas. La idea es hacer una versión más sostenible con la economía circular, rompiendo con la ya existente que se basa en la de reutilización de materiales. Nosotros pensamos que es una visión muy tecnócrata y creemos que la parte fundamental es cómo vamos a hacer una transición más justa, cómo los beneficios, distribuidos de forma igualitaria en todos los niveles de la sociedad y cuáles serían las implicaciones globales de esta decisión. En este momento, el sistema económico actual es un sistema injusto y donde se explota a una pequeña minoría donde no se beneficia y donde nosotros somos parte.

"En un sistema más ecológico nos permitiría el mismo nivel de vida, pero trabajando menos horas"

¿Considera que la economía circular es compatible con la conciliación familiar?

Para nosotros la economía circular no es sostenible y somos muy críticos con ella por las leyes de la termodinámica. La Unión Europea se empeña en los aspectos técnicos de este término y, en algunos casos, en las políticas públicas para poner en marcha un modelo circular, pero no dice nada sobre la gente que trabaja dentro del proceso productivo. Seguramente, una visión basada en un equilibrio con la naturaleza fuese con la disminución de las horas de trabajo y darle más tiempo a las cosas que de verdad importan, como nuestros hijos. Para mí es la transición a un mundo postcrescentrista, no estar obsesionados con el crecimiento material de la riqueza y esto tendrá que ver con una disminución de las horas de trabajo. Muchas cosas de las que producimos y las horas que trabajamos son inútiles. Seguramente con la disminución de las horas de trabajo, en un sistema más ecológico nos permitiría mantener un sistema de vida consumiendo la mitad de energía y trabajando la mitad de horas.

¿Qué es lo que impide poner en práctica el tipo de economía que describe?

Es un tema más político, pero no podemos seguir manteniendo el mismo consumo de energía que tenemos. Para eso, se debe hacer una transición hacia la reducción de consumo de energía y de horas de trabajo, pero esto no es posible por el sistema capitalista. El sistema funciona a través de la expansión y el aumento capital. Este sistema es el que crea narraciones, imaginario-colectivo destructivo separa una minoría donde el consumir más y producir más es la clave y ya vemos que no funciona.

"El sistema capitalista crea narraciones destructivas para una minoría donde el consumir y producir más es la clave"

¿En relación a los proyectos más importantes, qué valoración hace hasta el momento?

Ha sido un año de transición. Hemos montado el grupo, ya somos 13 en total y tenemos una red de colaboradores externos. Tenemos un equipo muy internacional y tiene que integrarse. En realidad son convocatorias donde se escogen a los mejores en sus campos y hay gente de todos los lugares. Por ejemplo, la UVigo no trabaja en los campos que trabajamos nosotros como la ecología política. En España debe haber solo dos grupos y nosotros somos uno de ellos. Por eso es muy importante traer gente.

¿Tienen previsto este curso aumentar sus contactos y colaboraciones?

Sí. Uno de ellos es Javier Lloveras, que ganó un premio Ramón y Cajal. Será un puente que nos permitirá situarnos en el mapa y que evitará que nos sintamos tan aislados de otros investigadores de otras universidades como la de Santiago de Compostela, dado que hasta ahora son colaboraciones puntuales.

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