Mario Seoane: "Fui a contárselo a un profesor y me dijo: 'Eres el de todos los recreos'"

Seoane, que ahora estudia Pedagogía, comenzó a sentirse aislado en el instituto, donde sus compañeros pasaron de hacerle el vacío a insultarlo y, luego, a pegarle

Bullying. EP
photo_camera Una víctima de bullying. EP

Mario Seoane sabía desde pequeño que había algo diferente en él. No era como los demás, pero no entendía exactamente cuál era la diferencia. "Con el tiempo, mis compañeros fueron desarrollando gustos de adultos y yo no, por eso me sentía desplazado en los círculos sociales". El aislamiento se convirtió al tiempo en burlas e insultos y, finalmente en episodios en los que sus compañeros le pegaban. Lo peor, tal y como lo recuerda ahora el joven pontevedrés, eran las burlas también por parte de algunos de los miembros del equipo docente. "Fui a contárselo a un profesor y me dijo: eres el de todos los recreos", recuerda.

Esto ocurrió en la época en la que estudiaba en el IES Valle Inclán. "Otro día fui a decirle al profesor que me estaban pegando y él bromeó diciéndole al otro chico: pégale más". Seoane descubrió con el tiempo que tenía síndrome de Asperger, después de haber investigado por su cuenta. A sus padres le habían dicho que podría padecer esquizofrenia o fobia social, pero él quiso informarse y, cuando leyó las características de las personas con trastorno del espectro autista (TEA), se vio descrito. Entonces entendió qué eran las estereotipias, movimientos repetitivos que muchas personas con TEA utilizan para calmarse. "Yo aleteaba las manos y saltaba cuando me ponía nervioso y un profesor llegó a decirme que no hiciese el gilipollas", explica.

Al igual que hay que creer a una mujer que sufre acoso sexual, no se debe cuestionar el testimonio de un niño que sufre acoso escolar

Fue diagnosticado de síndrome de Asperger por un profesional a los 16 años y el dictamen médico le supuso un alivio. "Se metían conmigo pero no sabía por qué, no era gordo, ni bajo, ni tenía gafas... Por un lado, saber que tenía Asperger me ayudó a conocerme mejor y a entender cómo era, pero al mismo tiempo fue asumir que, en el fondo, tenían razón, que era un poco rarito", cuenta. Así, Seoane admite que el proceso de aceptación del diagnóstico se le hizo duro.

La falta de apoyo por parte del centro en el que estudiaba hizo que la su estado de ánimo fuese empeorando hasta que decidió, junto a sus padres, cambiar de centro. "Empecé en el IES Torrente Ballester, pero yo era muy reacio a que mis compañeros supiesen que tenía TEA, por eso seguía sintiendo que me hacían el vacío, aunque por parte de los profesores el trato fue bueno", cuenta recordando que la orientadora del centro –"una profesional maravillosa"– le ayudó mucho en el proceso de asumir que tenía asperger.

El trabajo de la orientadora, además del esfuerzo del propio Mario por entender sus límites, pero también sus capacidades, le ayudó a aceptarse tal y como es. "Por eso ahora no tengo reparo en salir en un periódico y explicar lo que me pasó", cuenta. Además, su experiencia hizo que la pedagogía se convirtiese en su pasión y, después de estudiar un ciclo de Integración Social, ahora cursa el grado de Pedagogía en la Universidade de Santiago de Compostela. "Creo que la educación es la forma de evitar muchos males como el machismo, la homofobia o el capacitismo", explica el joven, que tiene ahora 23 años.

Me gusta la educación porque es la forma de acabar con muchos males, como el machismo, la homofobia o el capacitismo

De este modo, considera fundamental la educación emocional de los más pequeños y critica que las políticas de educación de los partidos consistan en cambiar contenidos cada cuatro años, en función de qué partido gobierne, y se abandonen cuestiones más importantes como el acoso o la inclusión en las aulas. De este modo, denuncia que en el propio ciclo de Integración Social que estudió sintió cierta discriminación por tener asperger.

Seoane todavía no sabe qué hará en el futuro, pero tiene claro que su carrera profesional esté centrada en el ámbito de la inclusión educativa. "Sea donde sea, me gustaría estar vinculado al ámbito educativo porque creo que puedo ayudar a evitar el sufrimiento de muchos menores, para que nadie tenga que pasar por lo mismo que pasé yo", aclara.

En este sentido, se queja de que el acoso escolar siga siendo un tema tabú en muchos centros, en los que se prefiere invisibilizar el problema y proteger a los profesores en vez de escuchar a las víctimas. "Se sigue culpabilizando a la víctima, todavía cuesta que se les crea y se les apoye. Al igual que se reivindica que una mujer que padece acoso sexual tiene que ser creída y no se le debe cuestionar, en el caso de los niños y niñas que sufren acoso escolar el protocolo debería ser el mismo", concluye.

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