Precios altos en la vuelta del marisqueo

La vuelta al marisqueo se resolvió con precios tres euros por encima de los días previos al parón

Playa de Lourido. Mariscadoras. Vuelven a faenar con medidas anti-covid. Reportaje. Con redactor. Va Adrián. Poneos de acuerdo con él637 92 23 12
photo_camera Mariscadoras volviendo a la faena en Lourido entre medidas de seguridad e higiene por la Covid-19. BEATRIZ CÍSCAR

El marisqueo a pie volvió este lunes a la faena con precios que invitan al optimismo. La venta de la almeja japónica en la lonja de Campelo alcanzó máximos de 12'55 euros por kilo y mínimos de 10'29, bastante por encima de los obtenidos en los días previos al parón, que oscilaban entre los siete y los ochos euros. Las zonas de extracto de las Cofradías de San Telmo, San Andrés de Lourizán y San Gregorio de Raxó fueron Os Praceres y Lourido, en las que se congregaron 224 mariscadoras, poco más del 50% de las trabajadoras con licencia para volver a faenar.

La Xunta, además, permitió que el extracto de almeja japónica por parte de cada mariscadora pasara de los once kilos iniciales a los doce. Finalmente, y tras cuatro meses de paro por la Covid y la toxina se recogieron 3.800 kilos.

 

MARISCADORAS. El retorno al trabajo tras un parón de cuatro meses, el más largo que recuerdan las mariscadoras, trajo consigo un cúmulo de sensaciones encontradas entre las trabajadoras que se dieron cita en la playa de O Ameixal: "En parte contentas. A ver, dependendo da mercancía que teñamos, dos prezos e todo iso, pero tamén cun pouco de medo polo que está sucedendo", afirmaba una de las mariscadoras. Las dudas, como el mar, la arena o las propias almejas, parecían haber pasado a formar parte de la playa de Lourido: "Moitas dúbidas, porque esto parece que sigue. Cada vez hai máis rebrotes en todos lados. Pero ben. o traballo ben, porque temos que traballar. Temos que seguir traballando". Las había, también, ya cercanas a su ocaso en el sector, que temían más por el futuro de sus hijos que por el suyo propio: "Isto vainos a afectar ata as orellas. Nós queremos volver a traballar e que volva todo como estaba, pero vai a ser moi difícil. E o peor vai a ser para os fillos, que nós xa temos a carreira máis ou menos feita. Un ano ou dos e fóra, e acabouse, pero os fillos... A ver se os rapaces teñen máis sorte ca nós", confesaba de forma distendida, aunque reflejando preocupación en sus palabras, otra de las mujeres entrevistadas. Pese a las preocupaciones, eso sí, todavía cabía más de una sonrisa que simbolizaba la vuelta a un trabajo que llevaban más de 120 días sin pisar: "Nunca estivéramos tanto tempo. Un mes pola toxina ou así, pero tanto non, así que tiñamos ganas de vir, saír da casa e ver as compañeiras".

Las mariscadoras mostraron sus dudas con respecto a como será el futuro del sector tras un parón tan largo

El desasosiego también se extendía al tamaño de las almejas: "Pensamos que serían máis grandes e mira como son", comentaba una mariscadora mientras enseñaba, decepcionada, algunas japónicas que había extraído durante las primeras horas de la mañana. "A ver, a ver como vai isto, eh? Porque mira como son", repetía sin dejar de mostrar una realidad que, ellas, reconocen con la facilidad de quien lleva ya sobre sus hombres muchos días de faena. La razón, a su vez, la daba ella misma, resignada a una realidad que podría extrapolarse a casi cualquier actividad: "A praia ao non traballala non produce, non sabes? Despois de estar desde marzo ata agora sen vir, tiñan que estar máis grandes, pero a praia hai que traballala", afirmaba antes de concluir con desazón: "Hai que loitar pouco a pouco, fillo". Un mensaje, el de luchar en los puestos en los que siempre habían luchado, que se expandía como la brisa hasta una de sus compañeras más cercanas: "Nós o que queremos é gañar, pero o que debía era estar a ameixa máis grande e esta pequena. E logo, pois, temos que mallar. Non queda outra máis que mallar. Se queremos poñer a ameixa un pouco mellor, hai que traballar". Una entereza, la de estas mujeres, que no podía más que subrayarse al nacer cercana a los casi treinta grados de temperatura que, en su horario de trabajo, alcanzaba ya la zona donde habían vuelto a ponerse esas viseras tan reconocibles para todos aquellos que pueblan las zonas costeras de Galicia.

MEDIDAS DE SEGURIDAD. La vuelta al marisqueo a pie tras el parón provocado por la Covid y las toxinas se realizó, indudablemente, bajo un protocolo de seguridad sobre el que también hablaron las mariscadoras: "Déronnos unhas mascarillas e temos que estar separados un pouco unhas das outras, un pouco", comentaba una de ellas mientras continuaba desglosando, con aire distraído, las normas estipuladas: "Despois, para vender, tamén temos para pasar dunha en unha. A ver, de momento vamos tirando. E a seguir". La mayoría se mostraban confiadas: "Medo temos, pero aquí na praia é difícil. Estamos cada unha ao seu xeitiño", afirmaba otra trabajadora. La siguiente en prestarse a dejar constancia de su voz en la grabadora seguía una línea parecida: "Distancias y mascarillas. Yo creo que todo irá bien. Estoy tranquila". Una última, incluso, tiró de retranca en referencia a su edad: "Claro que hai medo. Ao chegar aos sesenta anos, xa estás na idade de empezar a contar para atrás. Medo hai con todo. Pero hai que traballar, non si?".