Miguel Carballeda: "Los ciegos nos hemos ganado el respeto de la ciudadanía"

El niño de Mollavao que llegó a ser presidente de la Once en 2003, además de presidente del Comité Paralímpico Español, recibirá el Premio Pontevedrés de Honor, que entrega Diario de Pontevedra. Defensor de la inclusión, lamenta que todavía queden barreras mentales por romper y reivindica la diversidad
Miguel Carballeda, presidente de la Once
photo_camera Miguel Carballeda, presidente de la Once

Se afilió a la Once en 1977 y, desde entonces, lucha por la integración de las personas con discapacidad, un colectivo que, según, explica, ha roto muchas barreras en España.

¿Cómo recibe este premio?

Con mucha alegría y entusiasmo. Quién se lo iba a decir a aquel niño que caminaba de la mano de su madre por Mollavao y hacía recados y que ni soñaba con presidir una organización como la Once, que es sin duda la que ahora hace que me otorguen este premio. Ya se sabe que ser profeta en tu tierra siempre gusta.

Toda su trayectoria profesional ha transcurrido fuera de Galicia, ¿vuelve a menudo a Pontevedra?

Uno siempre echa de menos aquello que recuerda con cariño y, por eso, vuelvo siempre que puedo a Pontevedra. Cuando era pequeño y vivía en Pontevedra era muy feliz, como todos los niños. Y mantengo buenos recuerdos. Tenía más independencia de la que tienen ahora los niños de ciudad y también más resto de visión. Jugaba, trasteaba, iba al cole como uno más... También recuerdo cómo escuchaba la radio en la cocina de mi madre. Todo eso me ayudó a crecer y convertirme en la persona que soy. Por eso me gusta volver a la ciudad y también a Galicia en general, especialmente al mar. Tenga en cuenta que he vivido también muchos años en Mallorca, Valencia y Barcelona.

"La Once es una segunda familia para las personas ciegas y, en muchas ocasiones, hasta la primera"

Desde 2003 es presidente de la Once, ¿cuánto ha cambiado la organización en este tiempo?

Pues creo que mucho. Hemos tratado de seguir avanzando al ritmo que lo hace la sociedad española, la europea y la mundial. Han pasado unos cuantos años y hemos acometido mil iniciativas: desde nuestros productos de juego, cada vez más modernos; hasta la prestación de servicios sociales, cada vez más especializados y personalizados. Todo ello sin olvidar el rotundo cambio en la tecnología, quizás lo más cambiante, que ha permitido a las personas ciegas y con otra discapacidad sumarse al tren del futuro, aunque siempre tengamos que estar vigilantes para que no nos dejen fuera. En estos últimos años, además, hemos atravesado una dura crisis que hemos paliado con mucho sufrimiento y, sobre todo, gracias al esfuerzo de todos los trabajadores. Hemos bajado en ingresos pero, sin embargo, hemos conseguido mantener servicios sociales y, muy especialmente, hemos seguido generando empleo, algo que nosotros consideramos elemental y un objetivo que nunca podemos perder.

¿Cómo cambia la perspectiva vital de las personas con discapacidad gracias a la Once?

Me temo que esto ya lo he dicho, pero es que es la verdad. La Once es una segunda familia para muchas personas ciegas y con otra discapacidad y, en muchas ocasiones, hasta la primera. Muchos lo hemos descubierto al llegar a la organización después de superar algunos miedos. Nos sigue pasando con personas mayores y con otras que pierden la visión y no se atreven a venir a la Once. Nosotros estamos aquí para ayudar y para dar oportunidades de vida a través de lo que sabemos hacer: educación, empleo y accesibilidad, entre otras cuestiones. Y damos cobertura desde el nacimiento, a través de nuestro servicio de atención temprana a niños con discapacidad visual severa, hasta las personas mayores, con mil actividades adaptadas a esta población. Eso supone un cambio rotundo en la perspectiva vital: hay quienes al acercarse a la Once descubren otra vida, y nos ocurre todos los días con las 3.500 personas ciegas nuevas que, cada año, se acercan a nosotros, para quienes diseñamos siempre un traje a medida acorde a sus necesidades.

¿Qué le parece que se incorporen otros colectivos con discapacidad a la entidad?

Es otra de nuestras máximas: extender la solidaridad que recibimos cada día de la ciudadanía y compartir nuestra suerte con todas las personas con discapacidad. Pero no es algo nuevo: ya en los años 40 había muchas personas no ciegas, principalmente heridos de guerra, vendiendo aquel primer cupón de la Once, y hemos seguido así hasta, en 1988, crear la Fundación Once, la mayor organización del mundo y la mejor dotada para atender a las personas con discapacidad e impulsar su inclusión social. Fue un paso importantísimo, de los más importantes en la historia de la organización, y estamos muy orgullosos de nuestra Fundación, como lo estamos desde hace dos años con nuestras empresas sociales agrupadas bajo el nombre de Ilunion.

"Las peores barreras son las mentales, porque hacen que muchas personas no entiendan la diferencia como algo que puede sumar"

¿Cree que podría aplicarse el ‘modelo’ de la Once en otro tipo de colectivos? ¿Debería hacerse?

Nosotros sabemos de personas con discapacidad y también de personas en riesgo de exclusión. Y, de hecho, colaboramos muy estrechamente a través de la Plataforma del Tercer Sector -de la que somos impulsores y miembros muy activos-, o a través de la economía social agrupada en la patronal Cepes. Compartir es una máxima en la organización desde siempre: compartir solidaridad, compartir evolución, compartir la suerte que podamos tener en cada momento... siempre al lado de la ciudadanía y siempre acompañando a quienes lo tienen un poco más difícil, como ocurre, todavía, con las personas con discapacidad.

¿Qué barreras sociales se han superado y cuáles perviven?

He oído a muchos compañeros ciegos decir que han tenido la suerte de nacer con discapacidad visual en España, donde existe la Once. Los ciegos y las personas con discapacidad en España somos parte de la ciudadanía porque nos hemos ganado su respeto con nuestro trabajo, con nuestra presencia en las aulas, con nuestro deambular por las calles, imágenes poco habituales en otros lugares del mundo. Dicho esto, hemos avanzado mucho, sobre todo impulsando la imagen de las personas con discapacidad como personas capaces de todo, con talento y ganas de hacer cosas, pero siguen quedando barreras. Aunque esto también lo suelo repetir mucho, las peores son las barreras mentales, las que hacen que muchas personas no entiendan la diversidad, la diferencia, como algo que puede aportar y no como lo contrario. Resulta que todo el mundo busca ser diferente para abordar determinadas iniciativas y, mientras, quienes tienen alguna diferencia, en ocasiones, resultan apartados. Tenemos que seguir luchando para no perder los trenes del futuro que, muchas veces, pasan muy deprisa y lejos de nosotros. Nosotros trabajamos para que paren en nuestra estación y poder subirnos.

¿En qué ámbito cuesta más romper esas barreras?

Llevamos mucho tiempo trabajando en tres claves: educación, accesibilidad y empleo. Las tres tienen que circular en paralelo porque ¿de qué nos sirve que alguien esté muy bien formado si no puede salir de casa ni acceder a su puesto de trabajo? Estos aspectos son muy necesarios, pero también lo es el acceso a la cultura, al ocio, a la tecnología o poder hacer deporte. Por ejemplo, muchos niños ciegos tienen problemas en los colegios para acceder a la clase de deporte... y seguro que es posible. Pues trabajamos también para ello.

En este sentido, usted también está al frente del Comité Paralímpico Español, ¿qué importancia tiene el deporte para la inclusión?

Mucha, sobre todo para la imagen de las personas con discapacidad. Detrás de la retransmisión de unos Juegos Paralímpicos, por ejemplo, descubrimos continuamente historias increíbles. Familias que ven cómo la ciudadanía reconoce a estos deportistas y, gracias a ello, dan el paso para que sus hijos e hijas con discapacidad salgan de casa, se apunten a actividades, estudien, trabajen, sean ciudadanos de primera. Y, reiterando lo que hablamos antes, el deporte se constituye también en un elemento de primer orden en la inclusión en las aulas. Se puede lograr si se pone interés y un poquito de esfuerzo y los chavales son los primeros en colaborar.

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