Miguel de Cervantes: una pequeña ciudad en medio del desierto libanés

Los 600 militares de la Brilat desplegados en la Unifil comparten su día a día con soldados indonesios, indios, kazajos, franceses, nepalíes, brasileños, chinos, salvadoreños, libaneses y serbios ▶ Las tropas regresarán a casa el próximo 22 de mayo, tras seis meses de misión

Las banderas presidiendo el patio de armas. M.B.  - Base Miguel de Cervantes
photo_camera Vista interior del gimnasio. M.B. - Base Miguel de Cervantes

Nada más acceder a la Miguel de Cervantes, en medio del desierto libanés, después de recorrer los cerca de 100 kilómetros que la separan de Beirut, el visitante percibe la sensación de que no está en una base militar cualquiera. De hecho, está considerada la joya de la corona de entre los destacamentos desplegados por el Ejército español en el exterior y es la envidia de muchos soldados de la decena de países que integran la Unifil, la acción pacificadora ordenada por Naciones Unidas en marzo de 1978.

El contingente actual está formado por unos 600 militares, de los que la inmensa mayoría pertenecen a la Brigada Galicia VII, destinada en Figueirido. Llegaron a territorio libanés a finales de noviembre y su regreso está programado para el próximo 22 de mayo, momento en que podrán volver a abrazar a sus seres queridos. Algunos incluso conocerán por primera vez al hijo nacido durante sus seis meses de obligada ausencia.

Entrada principal. M.B.  - Base Miguel de Cervantes
Entrada principal. M.B.

Bajo el mando único de un general de división italiano, la zona de operaciones se divide en dos sectores: el Oeste (que también coordina Italia) y el Este, que dirige el general jefe de la Brilat, Antonio Romero. A sus órdenes se encuentran unos 3.500 efectivos repartidos en cuatro batallones: el español (que a su vez se refuerza con militares brasileños, salvadoreños y serbios), el nepalí, el indonesio y el indio.

La base en la que desarrollan su labor diaria está situada cerca de la localidad de Marjayún, donde se ubica el Cuartel General del Sector Este. Fue construida en 2006 y da soporte a la operación Libre Hidalgo. Su estratégica ubicación le garantiza unas buenas comunicaciones (a pesar de lo inhóspito del terreno) y, lo más importante, le permite estar a poca distancia de los núcleos de las distintas confesiones religiosas, lo que garantiza un contacto frecuente con la población local.

Hospital gestionado por China. M.B.  - Base Miguel de Cervantes
Hospital gestionado por China. M.B.

LA BLUE LINE. Todo ello sin descuidar su gran prioridad: velar por la estabilidad a lo largo de la Blue Line, una franja de 121 kilómetros delimitada por la ONU con barriles azules (de ahí su nombre) para fijar la frontera entre Israel y el Líbano. Una barrera marcada por una tensión silenciosa a raíz de las continuas tiranteces entre ambos países, incapaces de sellar una paz rota desde hace más de 40 años.

La Miguel de Cervantes es una ciudad en miniatura. Además de las instalaciones propias de una base militar (barracones, oficinas, comedor, sala de reuniones, lavandería, hospitales, zona logística, área de mantenimiento de vehículos, etc.), dispone de una serie de extras que edulcoran la estancia de los soldados. Por ejemplo, el amplio gimnasio no desmerece a ninguno de los partiulares que se encuentran en la ciudad y las completas instalaciones deportivas incluyen un campo de fútbol, dos de baloncesto, cuatro pistas de pádel y una de voleibol. Todo ello para facilitar la buena forma física de la tropa.

A mayores, se ha habilitado una pequeña capilla en la que se oficia un servicio religioso cada día, a las 20 horas. La rutina comienza temprano, tras el desayuno que se sirve a las 7 de la mañana. Cada soldado tiene asignada una función, una tarea crucial para que el engranaje funcione como un reloj suizo: desde las unidades que salen a patrullar cada día en horarios aleatorios (para evitar posibles escaramuzas) hasta el cuartel general, pasando por los ingenieros, los zapadores o la UABA (Unidad de Abastecimiento a Base), que es la responsable de garantizar el fluido eléctrico y el suministro de agua y de atender cualquier necesidad que le planteen sus compañeros.

Amplio gimnasio. M.B.  - Base Miguel de Cervantes
Las banderas presidiendo el patio de armas. M.B.

La Miguel de Cervantes es totalmente autónoma en cuanto a energía. De ello se encargan cuatro gigantescos grupos electrógenos repartidos por toda la base.

Uno de los hándicaps contra los que tiene que luchar el personal de mantenimiento es la elevada conductividad del suelo libanés, lo que en días de tormenta provoca serios contratiempos en la instalación eléctrica. Conseguir agua fue relativamente sencillo una vez localizada una gran bolsa de agua en uno de los extremos del perímetro. Se excavó un pozo a 100 metros y de ahí se extraen cada día 8.000 metros cúbicos para cubrir la demanda de la base y de las distintas posiciones desplegadas en el sector Este. Para evitar la transmisión de posibles enfermedades, el agua pasa por una planta potabilizadora y por cuatro depuradoras, hasta quedar almacenada en 15 depósitos, desde los que se ceba a los camiones cisterna. La vida en la base se atenúa sobre las 22.30 horas. Es momento de saludar a la familia, organizar el día siguiente y recargar las pilas. Porque la Libre Hidalgo no se detiene.

Precauciones. Un estricto respeto por la seguridad interior

La seguridad es una de las máximas inquebrantables en el interior de la Miguel de Cervantes. Para empezar, solo el personal de los puestos de guardia está autorizado a tener sus armas dispuestas para el disparo. Dentro de la base deben ir descargadas al objeto de evitar cualquier accidente. Es por ello que los militares que hayan salido al exterior deben liberar las recámaras, tanto de la pistola como del fusil HK, en un disparadero habilitado a la entrada.

Dentro del recinto militar tan solo se permite el consumo de cerveza o vino, pero nunca estando de servicio y sin superar una tasa de alcohol de 0,15 ml/gr (la mitad de la alcoholemia permitida a un conductor).

El actual nivel de alerta es amarillo, como corresponde a una zona de operaciones donde hay países en conflicto y en cualquier momento se puede generar un altercado grave. Si la tensión va en aumento , el nivel se eleva gradualmente hasta llegar al negro, momento en que se avisaría a todo el personal para que acuda a los bunkers, provisto de chaleco antibalas y casco, una medida que también es de aplicación en caso de un improbable ataque repentino.

VISITA. La base recibe frecuentes visitas: desde alumnos de colegios locales hasta senadores americanos, pasando por funcionarios de Naciones Unidas. Actualmente está alojado un grupo de 28 alumnos de la Fundación de Estudios Estratégicos e Internacionales, que están realizando un máster sobre la materia.

En el siguiente vídeo, el comandante Álava muestra las instalaciones de la base a los alumnos. Desde el lugar que se muestra en las imágenes se pueden divisar los alrededores de la base, desde el monte Hebrón a los Altos del Golán y los núcleos de población de las distintas confesiones religiosas: chií, cristiana, suní, ortodoxa y drusa...

Sensaciones. Orgullo de la labor pero nostalgia de la familia

Sergio Lobato, sargento primero "El trabajo nos hace sentirnos realizados"

Sergio Lobato - Base Miguel de Cervantes

"Estar aquí nos hace hace sentirnos realizados, porque te das cuenta de que ayudas a gente que de verdad lo necesita. Ves que tu trabajo sirve para que personas que están mucho peor que nosotros puedan estar un poco mejor. Por otra parte, se echa mucho de menos a la familia y nuestras mujeres se merecen todo nuestro aplauso y reconocimiento".

Carlos Feijoo, sargento primero "Las semanas son cada vez más duras"

Francisco Casal Silva - Base Miguel de Cervantes (2)

"Soy el jefe de instalaciones de la base y lo peor es la familia. A medida que pasa el tiempo las semanas se hacen más duras, a pesar de que Internet ha mejorarado mucho las comunicaciones. Lo mejor es la responsabilidad de sacar un trabajo adelante, por ti y por todos tus compañeros, y la posibilidad que tengo de conocer otras culturas".

Patricio Ferreiro, cabo primero "Venir de misión era una espinita clavada"

Patricio Ferreiro - Base Miguel de Cervantes

"Llevo muchos años en el Ejército y nunca había salido de misión. Era una espinita que tenía clavada, porque como militares todos tenemos ganas de vivir esta experiencia. Se echa mucho de menos a la familia, porque tengo dos niños, pero la verdad es que lo estoy llevando muy bien. Mejor de lo que esperaba, la verdad".

Francisco Casal Silva, cabo "Intentar ayudar es lo más bonito"

Francisco Casal Silva - Base Miguel de Cervantes (1)

"Llevo 22 años en el Ejército y también es la primera vez que salgo de misión. Es una experiencia muy bonita intentar ayudar a la gente en lo que se pueda y más en nuestro caso, que pretendemos conseguir que los compañeros estén lo más cómodos posible. Cualquier problema que tienen nos lo exponen e intentamos solucionarlo".

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