Sito Miñanco, ante el peor escenario

Ignacio de Lucas, fiscal Antidroga de la Audiencia Nacional, no acostumbra a dejar cabos sueltos. Coordinador desde el primer momento de la investigación en la que acabó cayendo el capo de Cambados y toda su organización, ha puesto sobre la mesa una durísima acusación: cumpliría los 90 años en prisión.
Miñanco, esposado, durante su último juicio en la Audiencia de Pontevedra. GONZALO GARCÍA
photo_camera Miñanco, esposado, durante su último juicio en la Audiencia de Pontevedra. GONZALO GARCÍA

Ya ha cumplido los cuatro primeros, pero le restarían, si resultase condenado en los términos que solicita la Fiscalía Antidroga de la Audiencia Nacional, otros 27 años para saldar sus cuentas con la Justicia. Los delitos de tráfico de estupefacientes a gran escala, de notoria importancia, con la agravante de reincidencia, el uso de buque y en el grado de jefatura, además de blanqueo de capitales, se convierten en la losa más pesada que ha tenido que soportar nunca José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, el narcotraficante más famoso de España.

"No ha sabido hacer otra cosa", dicen los que le conocen, que añaden que "siempre ha querido estar en primera línea, tomando todas las decisiones en primera persona", lo que le ha llevado a pasarse media vida en prisión. A sus 67 años, si resulta condenado en los términos solicitados por el Ministerio Público, cumpliría los 90 años tras las rejas.

La acusación pública le señala por dirigir una poderosa organización criminal, considerada por la Policía Nacional "la mayor de Europa" en el momento de ser desarticulada, en febrero de 2018. El capo, que pasa estos días por un momento personal complicado por el fallecimiento de su madre, continúa en prisión, cumpliendo una condena por blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico que se le impuso meses atrás en la Audiencia de Pontevedra.

"Todas las decisiones pasaban por él"

El fiscal del caso, Ignacio de Lucas, señala que en el marco de la organización de Miñanco "todas las decisiones pasaban por él". Tenía a sus órdenes a personas del máximo nivel en el mundo del narcotráfico, tales como los gallegos Juan Antonio Fernández o David Pérez Lago o el colombiano Quique Arango.

Colaboraba, además, con el Cártel de Liverpool, presuntamente uno de sus principales clientes a la hora de la venta de la cocaína que conseguía introducir en Europa a través de su organización. Y desde el punto de vista legal, se asesoraba por Gonzalo Boye, letrado del expresidente de Cataluña Carles Puigdemont y que se enfrenta a más de nueve años de cárcel por blanqueo de capitales.

En el caso del letrado, que también estuvo en Pontevedra hace no demasiado tiempo para defender a Miñanco del citado proceso por blanqueo (con escasa fortuna), se le atribuye el intento de recuperar cientos de miles de euros de la organización que fueron decomisados en el marco de la investigación, que se prolongó durante varios meses antes de la fase final.

La mayor operación desde la Nécora

El macrojuicio, aún sin fecha, servirá para recordar la mayor operación policial desde la famosa Nécora, con detenciones y registros simultáneos en Madrid, Andalucía y Galicia, estando el capo gallego en semilibertad en un chalé de Algeciras cuando fue arrestado por la Policía Nacional. La Brigada Central de Estupefacientes llevó a cabo un impecable operativo que ahora concluye con 49 personas en el banquillo de los acusados.

En cuanto a la droga incautada, se atribuyen a Miñanco las cuatro toneladas de cocaína halladas en el remolcador Thoran en octubre de 2018 y los más de 600 encontrados en un contenedor en Ámsterdam poco después, si bien las autoridades policiales están seguras que tanto él como sus socios (holandeses y búlgaros están entre las personas que se van a juzgar) trabajaban en distintos puntos para introducir cocaína.

La investigación desveló, además, que el capo de Cambados tenía toda una infraestructura criminal con potentísimas narcolanchas con capacidad para montar hasta siete motores que no se veían desde décadas atrás, preparadas para salir a cientos de millas de las costas españolas en busca de los alijos.

El Ministerio Público asegura que Sito Miñanco hizo del narcotráfico su modus vivendi de manera continuada y estable, ya que no solo se encontraba cumpliendo condena por la sentencia de 2006 (otras cuatro toneladas de cocaína que pretendía introducir en España), sino que encadenaba una condena anterior por un delito contra la salud pública y "carecía de la más mínima voluntad de rehabilitarse y reinsertarse en la sociedad".

Remolcadores, lanchas rápidas y contenedores

Uno de los elementos más importantes que caracterizó a la red narcocriminal que presuntamente había vuelto a liderar Sito Miñanco era la poderosa infraestructura de la que disponía para introducir cocaína a gran escala por los más variados métodos. 

Su modus operandi prioritario era el que le caracterizó en las anteriores ocasiones en las que fue investigado y detenido: el transporte de los grandes alijos en barco (en este último caso, en un remolcador llamado Thoran), y la posterior recogida de la mercancía ilícita en altamar mediante lanchas rápidas pilotadas por los más expertos en la materia, gallegos de segundas generaciones adiestrados para volar sobre el Atlántico. 

Sin embargo, y siguiendo las tendencias más actuales, el capo se aventuró al negocio del transporte de droga desde Sudamérica en portacontenedores. Para ello, además de fijarse en los puertos españoles, fijó su mirada en Holanda, donde se halla la dársena de Róterdam. Nunca le gustó este sistema, y acabó perdiendo 616 kilos. "Lo nuestro es el mar", llegó a decir tras saber que el cargamento había sido incautado.