Mourente se viste de luto por el fallecimiento de su párroco, Severino Rey

El sacerdote estuvo al frente de la feligresía durante seis décadas ► En 2013 fue homenajeado por los devotos de la entidad parroquial
Severino Rey durante la misa de sus 50 años en Mourente. RAFA FARIÑA
photo_camera Severino Rey durante la misa de sus 50 años en Mourente. RAFA FARIÑA

La parroquia de Santa María de Mourente está de luto. Severino Ramón Rey Lapido, el sacerdote que durante los últimos 59 años dirigió esta feligresía, falleció en la madrugada de este martes. Sus restos mortales recibirán este miércoles sepultura en el cementerio parroquial tras la misa funeral que tendrá lugar en la iglesia de esta zona del rural a las 17.00 horas.

A pesar de que en los últimos tiempos su estado de salud era muy delicado ùincluida una caída por la que tuvo que permanecer ingresado en un hospital, y una dolencia coronaria— Don Severino, de 88 años, permaneció hasta última hora en el destino que le había asignado el Arzobispado de Santiago de Compostela en 1963. Durante estas últimas seis décadas el clérigo se ganó el afecto de sus feligreses, quienes el 27 de octubre de 2013 le tributaron un cálido homenaje con motivo de sus bodas de oro al frente de la entidad parroquial.

En 1959, Don Severino fue nombrado coadjutor de Marín y cura encargado de Mogor. Solo cuatro años más tarde asumió la dirección pastoral de San María de Mourente, cuyos devotos celebraron las bodas de oro del sacerdote al frente de la parroquia. En un pequeño texto, titulado "50 Años Caminando Juntos", había agradecido la colaboración de los vecinos para con él y destacado que "ha sido un placer haber convivido este medio siglo con ellos".

El religioso —que también había sido capellán de Marín y párroco de San Jorge de Mogor, San Vicente de Cerponzóns y San Martín de Verducido— invirtió en reformas parroquiales y en la dinamización de la zona. Así, sus fieles destacan la construcción de la casa rectoral, la ampliación del cementerio, la traída de agua corriente para el núcleo de A Bouza, la iglesia, el cementerio y la casa rectoral.

El párroco también se ocupó de instalar megafonía en las capillas, al igual que un reloj en la torre de la iglesia y un aparcamiento. Además del acondicionamiento de los edificios eclesiásticos, Don Severino tampoco descuidaba la organización de festivales con los niños de la Comunión y catequistas, excursiones y diferentes obras de carácter social.

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