Muere en prisión Sabdullah Unnu, 'Nicol', el gran capo de la heroína del siglo XXI

El turco-holandés, responsable del mayor alijo de caballo incautado jamás en España, fue detenido hace poco más de un año en Pontevedra
Imagen del capo sobreimpresionado sobre la heroína incautada al velero atribuido a él en 2008. EP
photo_camera Imagen del capo sobreimpresionada sobre la heroína incautada al velero atribuido a él en 2008. EP

Sabdullah Unnu, alias Nicol, el capo de la heroína al que se atribuyen las mayores incautaciones de esta droga de todos los tiempos en España, falleció esta semana en el centro penitenciario en el que estaba recluido. El narco, que fue detenido en Pontevedra hace poco más de un año, estaba pendiente de su enésimo juicio, después de haber saldado cuentas en la década de los 90 y en la de los 2000 por sendos alijos, el segundo de ellos el más recordado de la historia de la Península Ibérica.

El traficante turco, de 62 años, que murió víctima de un fallo cardíaco, pasará a la historia por ser el único en intentar transportar un gran cargamento de caballo (más de 316 kilos) en un velero, en una travesía en la que el barco recorrió todo el Mediterráneo, desde el puerto de Esmirna hasta Port Ginesta, en Sitges. Ocurrió en 2008. A día de hoy sigue siendo la mayor incautación de la historia, solo igualada por un contenedor decomisado en el Puerto de Barcelona a finales de 2017 y cuyo pesaje definitivo aún se desconoce, pero que superaría los 300 kilos.

Pero la historia de Nicol viene de mucho más atrás. Comenzó sus andanzas en los años 90, afincado en el extrarradio de Madrid. Por aquel entonces era un joven que residía en una vivienda de alto standing y que compaginaba sus negocios de heroína con una empresa lícita llamada Nicol Mariscos que facturaba en MercaMadrid. Su tapadera, sin embargo, no le sirvió de mucho, pues la Sección II de la Brigada Central de Estupefacientes (entonces llamada Unidad Central) dio con él después de una operación encubierta en la que un agente se hizo pasar por el recepcionista de un hotel para que mordiese el anzuelo. "Tenía la casa llena de heroína y de dinero", recuerda el comisario Juan Antonio Ojeda, que fue su sombra desde entonces y hasta la actualidad. Los 118 kilos que le incautaron entonces también era un récord que parecía insuperable pero que años más tarde rebasaría con creces.

Tras cumplir condena, Sabdullah volvió al centro del escenario, inconsciente de que la Policía le vigilaba desde el primer momento. En 2008, su modus operandi había cambiado. Pasó de ser un narcoempresario a ser el capo itinerante. No permanecía más de dos días en un mismo lugar, durmiendo en hoteles y teniendo en su coche su centro de operaciones. Ello obligó a la Policía a poner en marcha toda su capacidad para perseguirle, hasta que consiguió volver a detenerle.

En este caso, Unnu optó por apoyarse en dos socios, uno turco y otro rumano, encargados, junto a él, de la logística de una gran operación cuyo objetivo era introducir en España 316 kilos de heroína por una vía que antes nadie había explorado (ni tampoco después): el tránsito en velero a través del Mediterráneo. Semanas de intenso seguimiento concluyeron en un puerto cercano a Sitges, donde llegó el velero. La Brigada Central detuvo a Unnu y a sus socios cuando pretendía llevarse la mercancía en una furgoneta preparada a tal efecto, ya en tierra, en la costa catalana. Previamente había contactado con sus clientes en toda España para avisarles de la llegada de una mercancía que fue decomisada.

Una nueva (y larga) estancia en prisión no le sirvió de escarmiento. Al contrario. La Policía piensa que tenía que pagar esa droga perdida, por lo que rápidamente reclutó a varias organizaciones españolas para seguir en el negocio. Sin embargo, la Sección Greco Galicia (dependiente de la Brigada Central ) le paró los pies en el peaje de Curro cuando llevaba siete kilos de heroína para entregarle, supuestamente, al narco gallego Javillo, uno de sus socios.

Juan Antonio Ojeda explicó poco después de su detención, en junio del año pasado, que "tenía a su gente fija y después se servía de otros grupos, uno en Galicia, otro en Cantabria y otro en el País Vasco, todos ellos perfectamente organizados. Él ha estado utilizando toda la infraestructura que le ofrecían esos tres grupos". La última comisaría que pisó fue, pues, la de Pontevedra.

La biografía de Sabdullah Unnu está ampliamente retratada en Traficantes de la muerte. De la heroína al fentanilo, obra recién editada y publicada por Los Libros de la Catarata.

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