Pontevedrando

El Museo bien, gracias

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photo_camera Foto del día de la presentación del nuevo logotipo que es la imagen del Museo Provincial de Pontevedra. BEATRIZ CÍSCAR

La adquisición del convento de Santa Clara y su cesión al Museo de Pontevedra suspende, replantea o aplaza, no lo sé del todo, dos obras previstas: una, la nave que se pretendía construir en Valdecorvos y que serviría como albergue de obras arqueológicas; y la otra, la unión subterránea de los tres edificios que conformaban el antiguo corazón del Museo en la Praza da Leña y aledaños.

Buena noticia. A mí lo de Valdecorvos no me parecía una gran idea, por cuanto suponía diseminar los fondos y las exposiciones alejándolas del centro, que es donde deben estar por motivos obvios, como la cercanía, indispensable para que tanto el vecindario como los forasteros puedan conocer todo el museo, edificio a edificio, dando un paseo por la ciudad. Y lo del túnel que comunicaría los otros tres edificios, como ya adelantaron en su día los proponentes, era una obra de una gran complejidad técnica que si algún día se hace no dejará de ser un sótano.

Uno y otro proyecto se justificaban en la necesidad imperiosa que tiene el Museo de ganar metros ante la evidente falta de espacio. Los sótanos que unirían los tres edificios aportarían unos 1.900 metros cuadrados. La nave de Valdecorvos, otros 3.500. Si echamos cuentas, son los casi 6.000 que aportará Santa Clara, en un emplazamiento que no puede ser más idóneo para el Museo y para Pontevedra.

Mientras eso avanza, se pretende comenzar la rehabilitación de dos de los tres edificios primigenios, pues el tercero no necesita intervención alguna. Esa obra también es una excelente noticia, pues de golpe la institución recuperará los metros hoy inactivos de esos dos edificios y ganará los de Santa Clara. Una barbaridad.

En cuanto a los jardines y la huerta del convento, que se va a destinar a crear un gran parque de unos 10.000 metros, yo sigo pensando que no puede ser un parque cualquiera estando donde está. No sé, si hay esculturas en la Illa do Covo y las había en A Alameda cada vez que se celebraba la añorada Bienal, quizá entre el Concello, la Deputación y el Museo puedan hacer algo para que ese parque mantenga un vínculo con el Museo. Ello no le quitaría la condición de parque público abierto a todo el público que quiera acercarse, pero sí le daría un mayor sentido. Ahí lo dejo.

Bien, lo otro, la suspensión de las otras obras, lo decidió estos días el Consello Asesor por unanimidad. Es bueno eso del Consello Asesor, pues aporta la visión de personas que guardan una estrecha relación con el Museo y con lo que atañe a su actividad pero sin pertenecer a sus direcciones técnica ni política.

Todas las instituciones de esa magnitud bien podrían contar con un organismo de ese tipo, formado por personas cuyo criterio es independiente y cuyo único interés es el de aportar perspectivas más amplias. Y está muy bien que esas voces sean escuchadas y valoradas; y mucho mejor que participen en la toma de decisiones, como es el caso.

Se imponen nuevas dinámicas y el Museo de Pontevedra es un museo arqueológico, un museo de arte antiguo y contemporáneo, tiene algo de museo etnográfico. Es un archivo, una biblioteca; un centro de restauración. Es un museo de Castelao o de Manuel Quiroga y muchas cosas más que usted ya las sabe. Nunca se especializó, afortunadamente, en una única disciplina porque desde sus orígenes, cuando lo fundó el gran Casto Sampedro, tuvo vocación de absorberlo todo.

Por eso es el mejor Museo Provincial, como mínimo, de toda la península ibérica. Manejar eso, créame, es muy difícil. Es un mastodonte que tiene que seguir el camino correcto porque no puede nunca pararse y retroceder. Cada paso que da, sea o no en la buena dirección, queda a la vista durante décadas o siglos, y por eso debe ser sopesado cuidadosamente.

Si hay un grupo de personas autorizadas que pueden aportar opiniones y valoraciones, mejor. Reciban la Deputación, el Concello, el Museo y su Consello Asesor nuestra calurosa felicitación por la sensatez con la que están gestionando todo este proceso, desde la compra del convento hasta esta etapa en la que han decidido centrarse en lo que ahora mismo es más útil y necesario, que es Santa Clara por un lado y por otro la rehabilitación de los dos edificios donde se disfrutaban de aquellas colecciones abigarradas que se le echaban a uno encima.

Tenía su encanto aquello, no lo vamos a negar, pero hoy es necesario reformular conceptos, espacios, fondos y exposiciones. Cuando terminen estas dos obras, no sólo seguiremos teniendo el mejor Museo sino que será todavía mucho mejor, mucho más atractivo, mucho más espacioso y mucho más Museo de Pontevedra, que es lo que se buscaba desde el principio.