Rafa Latorre, periodista y autor de 'Habrá que jurar que todo esto ha ocurrido'

"No hay nada más importante hoy, en la política española, que el procés catalán"

En octubre de 2017, pasó más tiempo en Cataluña que en su casa de Madrid, dice Rafa Latorre. El periodista pontevedrés, actualmente colaborador de Carlos Alsina y columnista en El Mundo, vivió minuto a minuto el desafío independentista. Ahora publica un libro en el que repasa, desde una mirada crítica y personal, lo que sucedió. El 20 de noviembre sale a la venta.

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photo_camera El periodista pontevedrés Rafa Latorre. JUAN MARÍN

"Todo ha sido transmitido en directo. Minuto a minuto. La construcción de una realidad paralela en la que se instalaron gozosos millones de catalanes, a los que su gobierno, una insólita alianza transversal de plutócratas y antisistema, invitó a un autosacrificio en el altar de la patria". Así comienza el debut literario del periodista Rafa Latorre (Pontevedra, 1981), Habrá que jurar que todo esto ha ocurrido. El autosacrificio catalán (Esfera de Libros, 2018).

El 20 de noviembre sale a la venta este ensayo en el que el autor hace un repaso a antecedentes, acontecimientos y protagonistas del denominado procés, desde una óptica personal y crítica con el nacionalismo. Latorre, que comenzó su trayectoria profesional en Diario de Pontevedra, ha trabajado en la Cadena Cope y en Punto Radio; ha sido subdirector de Protagonistas con Luis del Olmo y Félix Madero; fundador de ZoomNews, director de Contenidos del canal Non Stop People de Movistar + y columnista de El Español; y actualmente, colaborador diario de Más de uno, el programa de Onda Cero que conduce Carlos Alsina, y columnista de El Mundo. 

¿Cómo nace este libro? ¿Por qué decide escribirlo?
La verdad es que llevo todo el año ocupado con el asunto catalán. De hecho, aquel octubre fatídico del año pasado estuve más tiempo en Cataluña que en mi casa de Madrid. No hay nada más importante ahora mismo en la política española. Va a determinar el rumbo del país de aquí en adelante y durante bastante tiempo. Esto es así hasta el punto de que todo está paralizado a la espera del juicio del procés y de que haya una sentencia. Es un asunto apasionante, como todos los temas dramáticos, y a pesar de todas las derivadas trágicas que ha tomado, tiene un interés crucial para España.

¿Una región de España no tiene derecho a negociar en ningún caso un referéndum independentista aún a costa de "empobrecerse y envilecerse", usando sus palabras para referirse a Cataluña?
Aquí el problema es un problema de procedimientos. Es tan sencillo como eso. Se ha tratado de simplificar el problema catalán con un es que nos están prohibiendo sacar las urnas a la calle. No. El problema no es ese. El problema es si esa gente tiene derecho a convertirnos a ti y a mí en extranjeros en nuestra tierra. Nunca en la historia se ha producido un proceso de extranjerización de parte de la población sin que eso no tuviera una respuesta, por supuesto, legal, pero también afectiva y emocional. Las consecuencias de un proceso como este han sido en todos los casos muy dramáticas, trágicas. Es curioso que siempre que se habla del caso catalán se obvie lo violento que resulta que nos obliguen a ser extranjeros en una tierra a la que todos estamos unidos por lazos familiares, afectivos, biográficos... Yo creo que sí, que se puede negociar un referéndum de independencia, pero que hay que hacerlo mediante los procedimientos adecuados. Lo que no se puede hacer es usurpar la soberanía nacional y tomar decisiones sin contar con el resto del país.

La principal mentira del nacionalismo es tan peligrosa que puede convertirse en verdad: que no podemos vivir juntos. ¡Claro que podemos vivir juntos!


Argumenta que todo el procés estuvo rodeado "de ficciones y mentiras". Desde su punto de vista fue vergonzoso, pero millones de personas están orgullosas de lo que pasó en Cataluña. ¿Han sido engañadas? ¿Están equivocadas?
Hay de todo. Al final, el nacionalismo consiste en inocular entre la población la enfermedad de los ricos, que es creerse pobres. La principal mentira del nacionalismo es una mentira tan peligrosa que puede convertirse en verdad, que es que no podemos vivir juntos. ¡Pero claro que podemos vivir juntos! En principio todo se reducía a un pacto fiscal, pero esto luego resulta que pasó a ser absolutamente secundario. Se empezaron a dar razones más profundas historicamente, según decían. Se cambió el argumentario y se tejió una red de ficciones que es inevitablemente emprobrecedor y envilecedor. No solo para Cataluña, sino también para España.

¿Fue ejemplar el Gobierno de Rajoy en la gestión de esta crisis? ¿No tiene ninguna responsabilidad el Partido Popular en el auge del independentismo?
No fue ejemplar en absoluto. De hecho, yo soy muy muy crítico con el Gobierno de Rajoy en este sentido. Rajoy tenía virtudes. No era un sectario. Veníamos de siete años de hiperinflación política con Zapatero y llegó un tipo cuya máxima divisa política era aquello del sentido común. Lo que pasa es cuando se enfrentó al desafío catalán, todas las virtudes de las que había hecho gala ante la crisis económica se revelaron como defectos a la hora de enfrentarse a una crisis política. Y España entró en stand by. Ni siquiera entró a intentar construir un relato o a jugar en el terreno afectivo... Mira, lo digo en el libro, a mí el procés me fascina, entre otras cosas, porque cuando tú tienes un buen producto es fácil venderlo, pero cuando tú tienes uno malo, un producto basura, debería ser más complicado. Eso es el nacionalismo, una reminiscencia romántica que hoy no debería tener ningún sentido. Sin embargo, fíjate en lo lejos que llegaron vendiendo ese producto. Me parece una verdadera proeza política. Porque efectivamente en Cataluña sí había una fe en la capacidad transformadora de la política mientras en la Moncloa había una falta de convicción total y absolutamente desoladora en este sentido.

¿Es imposible una pronta resolución del conflicto?
En cierta manera ya se ha resuelto. A ver, depende de lo que entiendas por resolución. El golpe, desde luego, ha fracasado. Ya nadie se plantea en Cataluña una vía unilateral para alcanzar la independencia. El problema está en que asumamos en España el correlato nacionalista y creamos que es imperativo seducir a enormes masas de catalanes que, si no, serán absolutamente irrecuperables. Eso sería nefasto. Ahora, el tema de la convivencia ha quedado tocado para los próximos años. Eso desde luego.

Todas la virtudes de las que Rajoy había hecho gala frente a la crisis económica se revelaron como defectos ante la crisis política. Y España entró en stand-by.


"Llegará el día en que hombres de Estado decidan que lo mejor es enterrar el agravio e imponer el armisticio del olvido", escribe hablando de Cataluña. Podría estar hablando de la Transición española.
No, no es exactamente así. En el caso de Transición, el pacto del olvido era compartido por todos y había una voluntad por conseguir justo lo contrario: convivir. En el caso catalán, yo jamás imaginé que tan rápidamente se tratase de imponer ese armisticio del olvido. De ahí precisamente el título del libro: Habrá que jurar que todo esto ha ocurrido. Y todo responde a una pulsión de poder.

Se muestra muy crítico con los corresponsales extranjeros en Cataluña. ¿No se ha informado bien al mundo de lo que pasaba?
Soy muy crítico con los corresponsales y enviados especiales en general. Porque yo mismo lo he sido, sé cómo se trabaja y los crímenes que he cometido. Pero tampoco se trata de generalizar. De hecho, te diré que el mejor libro que se ha escrito sobre el procés es de Sandrine Morel, corresponsal de Le Monde. Yo soy crítico con aquellos que en aquel mes de octubre creyeron haber encontrado al fin la revolución española que la historia les había negado. Lo que pasa es que uno llega a un lugar con un equipaje muy limitado, tres o cuatro referencias, en el caso de España cojonudismo, toros, franquismo... y obvia 40 años de democracia y transformación social. 

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