Narcotráfico como modus vivendi

Imagen de O Vao de Abaixo y de la capiñña (arriba, al fondo). JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Unas 350 personas habitan en los dos núcleos de infraviviendas de O Vao, en donde media docena de cabezas organizan la venta y distribución de droga para abastecer a consumidores del Sur de Galicia

EL CLAN de La Coneja, el de La Magdalena, el de Calisto o el recientemente desarticulado de El Sevilla son algunos de los grupos familiares más conocidos en los poblados chabolistas de O Vao (los tres primeros en el de Abaixo y el cuarto en el de Arriba), dedicados en exclusiva al acopio, almacenamiento, distribución y venta de sustancias estupefacientes. Unas 350 personas viven directamente de los beneficios obtenidos a través del ilícito negocio (la cifra es estimada, pues el censo municipal de Poio llega hasta donde puede). De esas 350 personas apenas hay un puñado de autónomos (dedicados, supuestamente, a la recogida de chatarra) con ingresos que no irían más allá de lo necesario para un porcentaje mínimo de los habitantes del lugar. El resto subsisten, unos mejor que otros, de negociar con la muerte, abasteciendo de veneno a los cientos de clientes que acuden a diario para adquirir sus dosis.

1. O Vao de Abaixo

 

 

 

El feudo de los clanes de La Coneja, la Magdalena o Calixto, entre otros, recibió un golpe de mano de dimensiones mayúsculas en diciembre pasado, con el fin de una gran investigación liderada por los especialistas antidroga de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra. O Vao de Abaixo es el único que aparece como tal en los mapas (el de Arriba, como veremos después, se levanta en pleno monte), y a él se accede por hasta cinco vías distintas. Dos de ellas se encuentran en plena PO-531 (la carretera general que une Vilagarcía con la ciudad del Lérez). Otras dos se ubican en la parte superior del poblado, en el vial que enlaza A Caeira con Campañó. Por último, existe una quinta alternativa, empleada principalmente por los drogodependientes: una parcela anexa al polígono industrial de O Vao, junto a una capilla en ruinas (ver recuadro de la imagen inferior). Los clientes de O Vao de Abaixo disponen de heroína y cocaína principalmente, pero también de hachís. Tras el mencionado trabajo de la Guardia Civil se supo que los propios moradores ofrecían hasta dos lugares para que los toxicómanos pudiesen consumir las dosis recién adquiridas sin abandonar el lugar. Con la impunidad que le confiere el ocultamiento entre árboles y la ausencia de un ordenamiento urbano, los clanes campan a sus anchas. Una veintena de personas presuntamente dedicadas al narcotráfico y afincadas en O Vao de Abaixo están en prisión desde el mes de diciembre, lo que no ha impedido que continúe el negocio. Los narcos siguen teniendo droga que, si es preciso, adulteran más, y son los familiares más directos de los encarcelados los que llevan ahora las riendas.

2. O Vao de Arriba

 

El 80 por ciento de la droga que se vendía hasta la semana pasada en el grupo de infraviviendas de O Vao de Arriba estaba, según la Policía, en manos de Miguel Camacho Jiménez, El Sevilla. El patriarca acumulaba envoltorios de entre cinco y diez gramos, nunca menos, y suministraba a al menos cinco puntos de venta ubicados en su territorio. Tampoco se descarta que, en ocasiones, abasteciese a sus vecinos de Abaixo. Para acceder a O Vao de Arriba se puede llegar desde la carretera que une A Caeira y Campañó, tomando un cruce hacia la izquierda. Sin embargo, la ruta que siguen los individuos que buscan una dosis de droga transcurre por detrás del colegio SEK. Una vez en el núcleo, una de las primeras viviendas que aparece (en la imagen superior, a la derecha) es la del hombre de confianza de El Sevilla. En su chabola aparecieron los paquetes de cinco y diez gramos que sumaron más de 500 en la última redada efectuada por la Policía Nacional. Desde ese lugar, además, controla perfectamente quién entra y quién sale de un lugar que parece brotar del propio monte.

3. Los proveedores

 

Los clanes de O Vao llevan varias décadas viviendo de la venta de droga. Alguna pensión por invalidez, ayudas tipo Risga o, como se ha dicho, pequeños ingresos por acopio de chatarra son lo único que aparece en las fuentes oficiales. Esa experiencia les permite contar con distintos proveedores de varios puntos de la provincia que les aportan heroína, cocaína y hachís para su venta en el interior del poblado. En algunas ocasiones, los narcotraficantes de O Vao recurren al trueque de unas sustancias por otras cuando necesitan reponer mercancía.

4. Correos humanos

 

Uno de los sistemas preferentes que emplean los patriarcas y las matriarcas para introducir la droga que posteriormente venden en el poblado tiene como correos humanos a los propios drogodependientes que acuden para obtener sus dosis. El método es bien sencillo. Establecen contacto con el proveedor, que le entrega la cantidad aportada al individuo elegido para tal fin. Una vez en O Vao, el cliente entrega la mercancía a cambio de un par de dosis que consume en el momento. Se trata de una fórmula segura para los narcos, por dos motivos. El primero, que la Policía Nacional y la Guardia Civil suelen apostar por interceptar a las personas que salen del poblado, no a las que entran en él. El segundo, que en el caso de un fallo, quien pagará el pato será el consumidor.

5. Ventas al exterior

 

Una de las más recientes conclusiones obtenidas por los agentes tras la investigación recién finalizada a cargo del Grupo Operativo de Tráfico Medio de Estupefacientes y el Grupo II de la Udyco de la Comisaría de Pontevedra es que O Vao está ampliando el negocio. El clan de El Sevilla suministraba heroína a los principales asentamientos chabolistas del Norte de Galicia. El patriarca, que atraviesa problemas de salud desde hace algún tiempo, nunca aparece en primera fila. Envía siempre recaderos, como sucedió semanas atrás en A Coruña. Además de proveedores, cuenta con personas de su máxima confianza en el exterior del poblado. Su hijo, otro de los detenidos y encarcelados en la última redada, tiene su residencia fijada en Vilaboa. Al mismo tiempo, mantiene contactos estables con personas que adquieren hachís en el Sur de la Península e incluso se sospecha de posibles tratos con organizaciones marroquíes para intercambiar el hachís por cocaína o heroína, más presentes en el mercado gallego. La presencia de la mercancía de O Vao en toda Galicia y en otros puntos de la Península es una realidad desde hace muchos años, y el actual escenario de sobreproducción de droga en los tres grandes escenarios (Colombia para la cocaína, Afganistán para la heroína y Marruecos para el hachís) hace que sus beneficios no cesen pese a la acción policial.