"Que los niños vuelvan al comedor es un alivio"

Las familias respiran al poder conciliar después de un estresante septiembre ►El primer día fue de adaptación a las nuevas normas anticovid, pero, en general, primó la satisfacción
Una monitora sirviendo el pan a un grupo de escolares en el comedor del CEP Campolongo. DAVID FREIRE
photo_camera Una monitora sirviendo el pan a un grupo de escolares en el comedor del CEP Campolongo. DAVID FREIRE

Sopa, estofado de carne de cerdo con patatas y, de postre, yogur. Fue el menú con el que este lunes más de 700 alumnos de Pontevedra y Marín recuperaron (casi) la normalidad de cursos anteriores al volver al comedor escolar. Lo hicieron, además, adaptándose a la nueva normativa de prevención del covid-19, que establece, entre otras medidas, que los niños se sienten siempre en el mismo puesto y en grupo, respetando la burbuja del aula, y manteniendo la separación con alumnos de otras clases.

Hasta el comedor –o los espacios complementarios habilitados como tales– llegan en fila, con la distancia oportuna y la mascarilla puesta, que solo se quitan en el momento de comer. Al finalizar están bajo custodia esperando a que vengan a recogerlos y tampoco pueden ir a jugar alegremente como antes, pero aun así todos agradecen volver a la rutina de antes del coronavirus.

Este lunes fueron, concretamente, 736 usuarios en el comedor y 263 en el Plan Madruga, según los datos aportados por la Federación Provincial de Anpa de Pontevedra (Fanpa), entidad que hace posible estos servicios en 24 colegios (19 de Pontevedra y cinco de Marín) y que ajustó los precios al máximo. Es presumible que estas cifras crezcan en próximas semanas, pues hay familias que aún no se inscribieron a la espera de comprobar que, efectivamente, se hayan puesto en marcha y funcionen sin problema.

Preparación de los segundos platos del menú escolar del CEP Campolongo. DAVID FREIRE
Preparación de los segundos platos del menú escolar del CEP Campolongo. DAVID FREIRE
 

Así, salvo pequeñas incidencias con los listados, motivadas por la sucesivas altas y bajas de comensales en los últimos días, todo transcurrió con normalidad. La excepción se dio también en alguno de los comedores más grandes, que tienen doble turno (los de Vidal Portela, Vilaverde y Campolongo), pues es preciso ajustar los tiempos para que todos puedan comer con tranquilidad y los del segundo turno no tengan que esperar demasiado.

ABUELOS. "Los niños llegaron contentos, estaban separados por grupos y con distancia de seguridad", señaló Rocío, madre de dos hijos de ocho y diez años que estudian en el CEIP A Xunqueira I. "Que volviera a funcionar el comedor, supone un alivio. Tanto mi marido como yo trabajamos y no nos da tiempo a recogerlos a mediodía". Los grandes comodines de la familia, los abuelos, "ya son mayores y no están para cuidarlos. Además, con esto del covid no se puede exponer a la familia a un riesgo innecesario", explica Rocío, que gracias a que disfrutó de sus vacaciones en septiembre pudo conciliar durante las tres primeras semanas de clase. "Además, teníamos mucho estrés porque no sabíamos si iba a haber comedor o no". Ahora se siente "contenta y aliviada" al poder recuperar la rutina de hace siete meses.

Colegiales del CEP Campolongo yendo en fila desde el aula al comedor. DAVID FREIRE
Colegiales del CEP Campolongo yendo en fila desde el aula al comedor. DAVID FREIRE
 

También están satisfechos en el CEIP Vidal Portela. "Estamos muy contentos de que haya empezado el comedor, por la conciliación y por notar la vuelta a la normalidad poco a poco. Los niños están muy contentos, y aún estando sentados durante la espera hasta que los recogimos, todos cumplieron las normas, manteniendo en todo momento la distancia establecida –explica Bea, madre de dos pequeños de cinco y siete años–. La organización la vemos correcta". "Fue un éxito", apunta Rafa, padre de un niño de cuatro años.

En este mismo centro estudian las tres hijas de Noa, alumnas de Infantil. El comedor les resulta imprescindible para la conciliación laboral y "las abuelas están delicadas de salud y no se pueden hacer cargo de ellas, no tenemos red familiar de la que poder tirar tanto tiempo". Las niñas "salieron contentas; estuvieron separadas por grupos, ya que a pesar de ser hermanas respetan las aulas. La mayor se queja de que tiene a los compañeros más lejos y menos tiempo para comer, pero bien".