PONTEVEDRANDO...

No sean cobardes

hay que reducir la presencia de vehículos a los necesarios para que la ciudad funcione 
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photo_camera Vista de la calle Michelena. J. CERVERA

El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana anda a vueltas con una Ley de Movilidad Sostenible con la que se pretende reducir las emisiones de gases contaminantes en todos los municipios con más de 50.000 habitantes. Para lograrlo, pretenden crear zonas de bajas emisiones y proponen dos alternativas: que en esas zonas de la ciudad sólo puedan entrar coches eléctricos o cobrar el acceso. Es decir, que sólo puedan entrar quienes puedan pagárselo. Convertir esas zonas en un artículo de lujo. Yo no sé en qué piensa esta gente, la verdad.

Así que allá se fue Lores, en nombre de la Red Ciudades que Caminan, organismo que preside en nombre de Pontevedra, a explicarle a secretaria general de Transportes y Movilidad, María José Rallo del Olmo, que es posible cubrir sobradamente los objetivos sin necesidad de perjudicar a los que ya están más perjudicados, que son quienes no pueden comprarse un coche eléctrico, que cuesta un potosí o no pueden pagar un peaje. Más o menos le habrá dicho que si quiere reducir la presencia de coches en las ciudades, que la reduzca quitando espacios a los coches, no dejando el espacio existente a los ricos para que los demás no puedan entrar. La socialización del espacio, le llamaría yo a lo que hemos hecho en Pontevedra.

Es curioso comprobar cómo desde tantas instancias, que ahora hablamos del Gobierno del Reino de España, una y otra vez se busquen soluciones absurdas a problemas cuya solución conocemos. Todo nuestro municipio, y muy en concreto el casco urbano, es una zona de movilidad reducida. Y si entra un coche a gasolina poco contamina a la velocidad a la que va. Y como además se ha reducido en un 70% el tráfico, en otro 70% el espacio para los coches y en otro 70% las emisiones de CO2, los objetivos que propone el Ministerio están mucho más que alcanzados. Y todo eso lo hemos hecho con la normativa municipal, ejerciendo las competencias que tiene un alcalde para regular el tráfico, los espacios públicos y el urbanismo de su ciudad. Ni leyes necesitamos.

Lo que sobran en las ciudades son gobernantes timoratos, indecisos y asustados que no se atreven a tomar medidas drásticas. Para hacer un cambio como el nuestro hay que convencer a la ciudadanía de que además de necesario, mejora la vida de las personas. Y eso sólo puede hacerse de una manera: haciéndolo. Haciéndolo desde el primer día, de manera decidida y continuada, sin complejos, afrontando las críticas iniciales y esperando a que la gente compruebe que funciona y se implique en el proceso.

Al parecer, la secretaria general de Transportes y Movilidad y Agenda Urbana se mostró receptiva a la propuesta de Lores de incluir una tercera vía: que las ciudades que cubran los objetivos anticontaminación por otros medios no sean obligadas a cobrar a los conductores por entrar o a dejar entrar solamente a los que tienen un coche eléctrico. Se mostró receptiva, imagino, tras comprobar que de transportes, movilidad y agenda urbana sabe más Lores que ella.

Alcaldesas y alcaldes de España: pónganse las pilas. Hagan su trabajo. De lo contrario, convertirán las zonas urbanas de sus municipios en lugares reservados para una élite de pudientes. Dividirán a sus ciudadanos entre los que pueden acceder a las declaradas zonas de baja emisión y los que no, que pasarán a ser automáticamente los parias de la tierra porque tienen menos dinero. Lo de siempre pero ahora aplicado al uso de espacios que son de todos.

Se trata de algo tan sencillo como el mantra que repiten los de Lores desde el primer día: hay que reducir la presencia de vehículos a los necesarios para que la ciudad funcione, ni uno más ni uno menos. Ya está. Déjense los alcaldes y alcaldesas de marear la perdiz, de tomar medidas ineficaces, de peatonalizar una calle y esperar cuatro años a ver cómo se lo toma el votante. Sean valientes y hagan lo que llevamos 23 años demostrando que funciona, y con el apoyo mayoritario de la ciudadanía soberana. No teman. Vengan a Pontevedra y véanlo, y si tienen alguna duda llámenme, que a cambio de una comisión indecente ya les digo yo cómo se hace. Ya van con mucho retraso, el problema se les viene encima y ustedes gimoteando en posición fetal porque no se atreven a tomar las riendas de su ciudad ni afrontar sus responsabilidades.

Es que si no lo hacen están abocados a crear una nueva clase de ciudadano que hasta ahora no existía: el que no puede pagar por acceder a un espacio público mientras ve cómo los que sí pueden pasan ante él con su Tesla y miran por encima del hombro.