El viernes se convirtió en domingo. Un día después del cierre de los colegios y los espacios públicos, y unas horas más tarde del anuncio del estado de alarma por parte del Gobierno, Pontevedra se vaciaba. Solo quedaba el trajín de los supermercados, los únicos espacios que se mantuvieron llenos durante toda la jornada. "Estamos peor que en Navidad", describía una dependienta. No daban abasto.
Fuera de los supermercados, casi nadie entraba en otro lado. Fue un viernes por la tarde con los parques infantiles cerrados y las terrazas casi desiertas.
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