"Los adultos nos culpan de los contagios pero nunca nadie te pregunta cómo estás"

Seis estudiantes de 2º de BAC del IES Valle Inclán destacan la presión que la pandemia añadió al último curso
Nuria, Iago, Álvaro, Alejandro, Magdalena y Celia en el IES Valle Inclán. GONZALO GARCÍA
photo_camera Nuria, Iago, Álvaro, Alejandro, Magdalena y Celia en el IES Valle Inclán. GONZALO GARCÍA

Para los alumnos y alumnas de 2º de Bachillerato tampoco ha sido un año fácil. A la tensión que habitualmente acompaña al último curso de instituto y las pruebas de acceso a la universidad han sumado la incertidumbre generada por la pandemia, el retraso en la materia que acumulan desde el curso anterior y la distancia de sus amigos.

En un año sin covid, una vez terminadas las clases, este fin de semana habría sido el de su acto de graduación y fiesta de fin de curso. Pero el miedo a posibles contagios hace que la hayan aplazado hasta después de los exámenes. "Si nos contagiamos no podemos ir a la ABAU", advierte Nuria, estudiante de 2º de BAC en el IES Valle Inclán que junto sus compañeros Iago, Celia, Álvaro, Alejandro y Magdalena acudía el viernes a recoger la orla al centro.

"En los últimos seis meses solo nos dedicamos a estudiar", añade Celia.

La presión de 2º de BAC se ha unido a la incertidumbre de que nos volviesen a confinar en casa o pudieses contagiar a alguien 

"Los adultos siempre nos culpan de los contagios, pero no siempre somos nosotros. Este año nos hemos quedado en casa, también tenemos miedo", coincide el grupo. "Y nunca nos preguntan qué tal estás". 

La conversación con estos seis estudiantes arranca en el salón del actos del IES Valle Inclán de Pontevedra. Ellos fueron algunos de los que protagonizaron las manifestaciones en la calle a principios de curso para exigir que las clases fuesen presenciales.

"No era para nada justo", recuerdan, "que mientras algunos centros tenían educación completamente presencial, en su caso fuese solo algunas horas". Tras varias movilizaciones consiguieron que se ampliasen las clases, aumentando a los horarios de tarde, pero, relatan, empezaron más tarde. "Arrastras los problemas del año pasado, como es más corto el curso muchos profesores van más rápido y hay gente a la que le cuesta más seguir las clases", señala Alejandro, con matrícula de honor en su expediente.

"Hay profesores que son muy buenos y se preocuparon por nosotros y nos ayudan a seguir, pero hay a otros que les dábamos exactamente igual, daban las cosas por sabidas", comenta este grupo de preuniversitarios.

Por ese motivo, aseguran, la mayor parte de los compañeros acude a academias en horario no lectivo. "Empezaron dos o tres y al final casi todos. Es que casi no cabemos para preparar la ABAU y para seguir los contenidos", cuentan.

Han pasado el curso rodeados de mamparas de cristal, dispensadores de gel, distancia y con las ventanas abiertas en invierno. Se han adaptado a los horarios de tarde y las prisas a la hora de seguir la materia. Y muchos, aseguran, se han quedado en casa. Han cambiado las fiestas por el deporte, la consola o las redes sociales en un curso que ha sido especialmente duro a nivel emocional.

"Este año muchos también han tenido que ir al psicólogo". 

"La presión ha sido mayor que cualquier otro año y eso unido a la incertidumbre de que te volviesen a confinar en casa o que pudieses contagiar a alguien se hizo muy difícil", señalan.

Quizás por todo eso además de futuros biomédicos, médicas y odontólogas, químicos o profesoras... haya este año muchos jóvenes que estén pensando en estudiar Psicología.

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