"A nuestros 80 años, nos dijeron que bajáramos corriendo porque el fuego podía llegar hasta la casa"

Un incendio destruye parte de una antigua empresa textil, causando daños por valor de unos 15.000 euros
Despliegue de los equipos de emergencia en la Rúa Cordón. D. FREIRE
photo_camera Despliegue de los equipos de emergencia en la Rúa Cordón. D. FREIRE

La alarma en la habitualmente tranquila Rúa Cordón –perpendicular a Juan Bautista Andrade– saltó en torno a las 9.30 horas de este jueves. De una vetusta nave donde antiguamente operaba Confecciones Gonzabell salía una cortina de humo que iba adquiriendo mayor volumen a medida que transcurrían los minutos. 

La abundante concentración de material inflamable –especialmente telas, lanas e hilos– obligó a extremar las precaucaciones y a un despliegue más meticuloso que de costumbre, acordonando las inmediaciones y obligando al desalojo de las viviendas que se pudieran ver afectadas por las posibles llamas. 

Es lo que le ocurrió a José Manuel Abelleira y a su esposa Adela Argibay, octogenarios ambos, que se enteraron de lo ocurrido cuando la Policía golpeó la puerta de su vivienda, anexa a la nave incendiada. "Nos dijeron que bajáramos corriendo, porque había riesgo de que el fuego alcanzase nuestra casa. Imagínese, nosotros, a nuestros 80 años y con esos apuros", comentó la mujer. 

Los Bomberos desalojaron una vivienda anexa

La rápida intervención de los equipos de emergencia permitió minimizar los riesgos a los pocos minutos y centrarse en controlar el suceso. Según manifestó el jefe de los Bomberos, Vicente Ferrería, "había una gran carga térmica en el interior", por lo que el primer paso fue romper algunos cristales para rebajar la temperatura. Paralelamente, otros funcionarios accedían al interior por una ventana para localizar el foco en medio de la densa humareda. Una vez detectado, la labor principal fue ventilar las instalaciones para disipar el humo. 

Mientras se desarrollaban estas tareas, varios vecinos se arremolinaron en las inmediaciones, atraídos por el despliegue y, especialmente, por el intenso olor a quemado que partía de la nave. Una sensación que fue perceptible en el centro de la ciudad y a varios kilómetros de distancia. 

EL ORIGEN. A falta de que la Policía Científica elabore el informe definitivo, todo apunta a que el siniestro se produjo cuando una mujer accedió al interior de la nave para efectuar un patronaje. "La empresa lleva cerrada unos cinco años, pero de vez en cuando va por allí una persona para diseñar unos patrones. Tan solo utiliza unos ordenadores, pero la maquinaria lleva mucho tiempo parada", explicó Lisardo González, copropietario de Confecciones Gonzabell junto a su hermana Clara. 

Los ratones son los principales sospechosos del cortocircuito

En el momento en que activó el sistema eléctrico, se escuchó un chasquido y de inmediato comenzó a salir humo, lo que dio paso a la llamada al 112. "Apenas hubo llama, fue más bien una combustión lenta a lo largo de unos varios metros del cableado de las instalaciones", agregó. 

El empresario sospecha que fueron los ratones los que destrozaron la cobertura plástica, dejando la resistencia del térmico al aire. "Al hacer cortocircuito, eso se pone al rojo vivo y quema todo el plástico que lo recubre", puntualizó, tras estimar los daños en "entre 10.000 y 15.000 euros" a falta de realizar un cálculo en profundidad. 

UN CLAN UNIDO AL TEXTIL. El matrimonio de octogenarios desalojados son, precisamente, tíos de Lisardo González, pues José Manuel Abelleira era hermano de Clara –ya fallecida– precursora de la empresa afectada. 

José Manuel se quedó con Confecciones Abelleira, Clara creó Gonzabell y Enrique fundó Enca, que es la única que continúa trabajando

"Eran tres hermanos: Enrique, José Manuel y Clara Abelleira. Los dos primeros montaron, hace más de 50 años, Confecciones Abelleira junto al Estadio de Pasarón. Al cabo de unos diez años, se vinieron para la Rúa Cordón, donde cada hermano montó su propia empresa", detalla Adela Argibay. 

José Manuel se quedó con el nombre de la empresa y así funcionó durante cerca de medio siglo, hasta que la falta de relevo generacional obligó a echar el cierre hace una década. La misma suerte que corrió la empresa de Clara, Confecciones Gonzabell, hace unos cinco años. 

La única que subsiste del clan textil es Confecciones Enca, también en la Rúa Cordón, que comenzó dedicándose a la fabricación y confección de ropa laboral para las empresas gallegas pero que hoy en día se ha convertido en uno de los mayores proveedores del sector sanitario, industrial y de la enseñanza. 

Apenas hubo llama. Fue más bien una combustión lenta de varios metros de cableado de la instalación, al quedar al rojo vivo la resistencia

Una vez que los Bomberos terminaron su trabajo y descartaron cualquier riesgo para los inquilinos de las viviendas anexas a la nave, Adela y José Manuel pudieron regresar a su hogar. "En la calle olía muchísimo a quemado, como a goma, pero la verdad es que dentro de casa apenas se percibía", comentó. 

Además de los Bomberos, en el operativo participaron efectivos de la Policía Nacional y la Policía Local, que permanecieron en la zona durante varias horas hasta que se restituyó la normalidad.

"Dentro de lo malo, aún tuvimos suerte, porque pudo ser una desgracia"
Clara y Lisardo González no ocultaban este jueves su profundo disgusto por lo ocurrido. Él hacia gala de una mayor entereza que su hermana para aclarar que "dentro de lo malo, aún hemos tenido suerte, porque si se llega a declarar fuego, podría haber sido una auténtica desgracia". Se refería a la gran cantidad de materias primas almacenadas en la nave, altamente inflamables, que no llegaron a verse afectadas. También a la costosa maquinaria textil que se encuentra en el interior. "Las pérdidas podrían haber sido muy superiores".

Sobre las causas del siniestro, el empresario no tiene duda de que "al 80% fueron los ratones, porque esto mismo ya nos ocurrió hace diez años y también había sido por culpa de ellos, aunque en aquella ocasión la cosa no fue tan aparatosa".

Ingeniero textil, Lisardo González conoce bien el gremio y asegura que estos percances son muy frecuentes en este tipo de grandes instalaciones, sobre todo si su tecnología tiene varios años. "Cuando nosotros montamos la empresa, hace 30 años, los cables cumplían escrupulosamente la normativa, como el resto de la nave. Ahora los cables son innífugos para evitar, precisamente, este tipo de accidentes".

Explicó que la noticia del incendio le cogió en Portugal por cuestiones profesionales y que se desplazó de inmediato. "Todavía no hemos podido entrar al interior y ver los daños porque la Policía Científica nos dijo que primero tienen que ir ellos y tomar las muestras, lo que supongo que se hará mañana (por este viernes)", dijo.

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