"Nunca olvidaré esa mirada que tenía Carlos cuando me encontró"

José Pazos Gamo ayudó a Carlos Carballa, el joven que nadó durante una hora y media después de que el Nuevo Marcos se hundiese, cuando llegó a tierra
José Pazos Gamo
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La hazaña de Carlos Carballa, el joven que nadó durante una hora y media hasta ponerse a salvo en la costa después de que el Nuevo Marcos se hundiese, es una de las circunstancias más sorprendentes de la tragedia vivida el miércoles. El joven llegó a la costa exhausto y allí buscó ayuda. En el mismo día del siniestro se explicó que otro hombre que estaba paseando por la zona le halló.

Tras el paso de las primeras horas, a esa versión se fueron añadiendo datos. Este jueves se pudo saber que el esfuerzo de Carlos fue el detonante para salvar a su compañero, Adrián Ligero, y que nada de eso hubiese sido posible si a primera hora una persona auxiliase a Carballa. Ese hombre es Jose Pazos, un joven que trabaja como panadero y había bajado al perro, porque iba a empezar su jornada de reparto poco después, a las seis de la mañana.

"Yo estaba jugando con el perro cuando se paró y se puso alerta. Entonces le vimos bajando por la escalera. Me asusté muchísimo, estaba desfigurado, mojado, y decía '¡ayuda!', '¡ayuda!', pero yo no entendía nada, porque estaba tan cansado que solo balbuceaba", contó José, que reconoció que, en un primer momento, pensó en alejarse.

"Carballa llegó a la costa al límite de sus fuerzas y apenas podía hablar. Varios coches ignoraron su petición de auxilio"



"Pero entonces le reconocí, porque, aunque llevo dos años aquí, alguna vez he coincidido con él". Ahora se sabe, -porque Carlos así lo contó a la Guardia Civil-, que en ese fatídico momento, el joven náufrago no solo había cruzado media ría a nado, sino que, al recalar, empujado por la corriente, en una zona entre Samieira y Combarro, había trepado entre piedras y muros para alcanzar la PO-308, y en el borde del vial echó a andar hacia las casas.

En el trayecto, varios coches se cruzaron con él, le vieron e ignoraron sus peticiones de auxilio. De este modo, Carlos, exhausto, mojado, descalzo, vio en el panadero su única esperanza y bajó a la playa. "Al llegar a mí, cayó. Cuando pude entenderle solo dijo 'ayuda', 'nos ahogamos' y cuatro palabras aisladas. Al principio me quedé bloqueado, pero le dije: me tengo que ir, y él creyó que me escapaba".

Jose salió corriendo. Y Carlos, desesperado ante lo que creía un abandono, trató de seguirle, aunque sus fuerzas se lo impidieron. "Me fui a casa, que está muy cerca, a un par de pasos. En la parte de abajo de mi armario hay toallas y mantas. Lo cogí todo. Al volver ya estaba de nuevo en la carretera. Le tapé y llamé al 112. Después le ayudé a secarse, a sacarse la ropa mojada y a recuperarse: le llevé a mi casa. Estaba fatal. Supongo que por la hipotermia y el shock", señala.

El joven considera extraordinaria la hazaña de Carlos Carballa. "Me han dicho que, de no haberle visto, tal vez no se hubiese salvado, porque estaba totalmente hipotérmico. Yo creo que todo lo heróico lo ha hecho él. Jamás olvidaré esa mirada que tenía cuando me encontró", comenta impactado. Ambos se reencontraron horas después en el tanatorio y se fundieron en un abrazo. "No le conocía casi, pero desde ahora me tiene aquí para lo que necesite", concluye.

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