La odisea de las familias confinadas

Las dificultades para ausentarse del puesto de trabajo complican la conciliación y muchos casos acusan el mal funcionamiento de los rastreadores, que "no llaman" ► El teletrabajo vuelve a salvar los muebles, pero no de todos
Begoña con sus dos hijas en una de las ventanas que da al exterior. GONZALO GARCÍA
photo_camera Begoña con sus dos hijas en una de las ventanas que da al exterior. GONZALO GARCÍA

7.530 vecinos del área sanitaria de Pontevedra y O Salnés lidian en estos momentos con el coronavirus en su domicilio. Y no son los únicos . A estos se suman un número (que no concreta el Sergas) de personas que deben confinarse por haber sido contacto estrecho de un positivo al carecer de la pauta completa de la vacuna o tratarse de un paciente vulnerable.

El cambio de protocolo ha acortado el plazo de las cuarentenas y, salvo que persistan los síntomas, la norma general es que el "encierro" dure siete días. Los positivos tienen derecho a una baja laboral durante este tiempo, pero no así los contactos inmunizados, lo que está poniendo contra las cuerdas a un sinfín de padres con trabajo. Además, la incertidumbre golpea a muchas unidades familiares, porque comunicarse con el centro de salud cuesta y porque la llamada de los rastreadores no llega o, al menos, no en todos los casos.

"Me dijeron que me llamarían, pero sigo esperando"


Begoña López, vecina de Pontevedra, conoce a la perfección las sombras del confinamiento: lo difícil que resulta la conciliación familiar y las deficiencias del sistema sanitario a la hora de controlar y guiar sobre qué hacer cuando surge un positivo en casa.

Desde principios de diciembre ha encadenado tres cuarentenas con sus dos hijas, de diez y nueve años. Uno a causa de un contacto estrecho y dos por el contagio de su hija mayor, que ha tenido la "mala suerte" de infectarse en dos ocasiones en el último mes.

Separada del padre de las pequeñas, Begoña ha tenido que hacer malabares para cuidar a las pequeñas y poder ausentarse de su puesto trabajo. Su madre, la abuela de las pequeñas, siempre tiene el brazo tendido para situaciones de auxilio, pero el covid lo complica todo, porque al igual que la mayoría, no quiere exponerla. "Es una persona mayor".

Begoña con sus dos hijas en una de las ventanas que da al exterior.Por suerte, en su caso ha logrado interrumpir su empleo con una baja preventiva, pero si hay algo en lo que incide es en la falta de información y el mal funcionamiento de los rastreadores. Según cuenta a este periódico, su hija dio positivo en un test de antígenos que hizo por precaución antes de acudir al ortodoncista y, aunque enseguida le avisaron de que era positiva, nadie ha vuelto a contactar con ella. "Primero esperé, pero como vi que pasaban los días llamé a los rastreadores. Me dijeron que no me preocupara, que me llamarían, pero sigo esperando".

Ante la falta de indicaciones y dado que su hija tenía fiebre llamó a su centro de salud para solicitar cita a la pediatra y, de nuevo, surgieron zancadillas. "Fue imposible que me cogieran el teléfono y en la aplicación me daban para el 15 de febrero, así que tuvo que ir mi madre, que consiguió que me atendieran antes".

Afortunadamente, las tres convivientes se encuentran en buen estado, pero como sabe cualquiera que haya estado confinado con pequeños, Begoña, advierte que la experiencia es un reto. Con el segundo trimestre en curso, toca hacer maniobras para seguir las clases online. Y poner distancia entre dos hermanas acostumbradas a compartir espacio y tiempo, porque por nada del mundo Begoña quiere que la pequeña también caiga. "Otra cuarentena sería horrible".

"Es un descontrol enorme, estamos abandonados"


Marta y Manuel, nombres ficticios, también han tenido que modificar sus condiciones de trabajo porque sus dos hijos, de 5 y 8 años, son contacto estrecho de un positivo, la cuidadora de ambos. Ella ha tenido que recurrir al teletrabajo y él se ha visto abocado a sacudir la agenda y cambiar turnos, aunque según denuncia ambos lo más molesto es que se trata de una cuarentena voluntaria, hecha por "buena fe", porque en su caso la Central de Seguimiento de Contactos nunca contactó con ellos.

La propia cuidadora, contagiada por su hija pequeña, señala que está "a punto de acabar la cuarentena y aún no tengo una llamada de nadie". "Llamé al número de los rastreadoras, me tomaron los datos y me dijeron que se pondrían en contacto conmigo, pero siete días después seguimos a la espera. Menos mal que no estuvimos con síntomas, pero es un descontrol enorme".

"La conciliación depende de la buena voluntad de tus jefes"


El día que uno de sus hijos dio positivo por covid, el jefe de Lorena Barros le dijo que fuese a primera hora a la empresa a buscar un portátil y el móvil para teletrabajar. Más de una semana después, la rutina de esta pontevedresa, madre de una niña que cursa 3º de Primaria y un niño en 3º de la ESO en dos centros de la ciudad, transcurre entre test de antígenos, teletrabajo y las clases online.

Lorena es trabajadora de televenta en la empresa pontevedresa Lago, a la que se incorporó hace poco más de un mes. "Yo porque tengo un jefazo que me ha dado facilidades para que trabaje desde casa", explica. "Mi marido es autónomo y no puede parar, al final la conciliación depende de la buena voluntad de tus jefes, porque el médico tampoco justifica que tú te tengas que quedar en casa, no te dan la baja", añade.

Desde que su hijo mayor empezó con los primeros síntomas hasta este jueves, que recibió el alta médica "sin PCR", la familia ha acudido a los puntos de cribado y hecho distintos antígenos en casa, siguen el curso escolar a través del aula virtual y tratan de conciliar su actividad laboral con la atención a los niños.

"Los dejé en casa desde el primer momento por responsabilidad, aunque los primeros test dieron negativo», relata esta madre muy crítica con los protocolos actuales, que resalta que en ningún caso se les hizo PCR, aunque sí recibieron alguna llamada de seguimiento relativa a la situación de los menores.

"Notificamos los positivos, pero ningún médico se puso en contacto con nosotros". Ahora queda esperar a que la pequeña cumpla con los días que le faltan para hacer una semana en casa para recuperar la normalidad. "Como dio positivo el sábado, hasta el lunes nada".

"Tuve una cita par la baja cuando tocaba el alta"

El Sergas ha decidido conceder la baja y el alta por covid en un mismo acto, pero muchas familias se encuentran con problemas para superar el trámite. Andrea (nombre ficticio) indica que su marido se contagió de covid y que la primera cita que consiguió "para tramitar la baja" la obtuvo "cuando ya tocaba dar el alta".

En su caso, la empresa de su pareja no puso impedimentos, pero recuerda que por ley, existe un plazo máximo de tres días para presentar la baja o cabría la posibilidad de despido procedente. Algunos núcleos familiares consultados aluden además a la falta de información por parte de los colegios sobre los positivos que surgen en las aulas. Muchos se enteran antes por los grupos de padres.