Dos operaciones de 2007 y 2009 con la sombra del batiscafo

La Policía sospecha que en la operación Destello, en la que cayeron Los Pasteleros, se empleó el narcosubmarino. El arrepentido Tubío, que finalmente se retractó de sus declaraciones iniciales, afirmó que el pesquero San Miguel cargó la cocaína de un semisumergible
Medio de transporte utilizado para transportar la droga. ARCHIVO
photo_camera Medio de transporte utilizado para transportar la droga. ARCHIVO

En el segundo semestre de 2006 se estaba fraguando la operación Destello, un golpe policial de dimensiones mayúsculas que acabó por vincular a grupos criminales de A Barbanza, O Salnés y otros puntos de las Rías Baixas con una gran organización colombiana liderada por Jorge Isaac Vélez Garzón y por Germán Sánchez Rey, Coletas. El sudamericano, que trabajaba con Los Charlines, con Los Pasteleros y con el clan cambadés de Ramón Canto Nine, alias Moncho Vilaboa, cayó en manos de la Brigada Central de Estupefacientes y la unidad Greco Galicia. La Policía detectó hasta en dos ocasiones a la lancha Zenith e incautó más de una tonelada de cocaína. En aquel momento supo que las sustancias se cargaban en altamar desde un semisumergible. Probablemente el que se vislumbra en la imagen de la derecha, tomada desde un helicóptero español en 2007 en aguas del Atlántico próximas al delta del Orinoco.

Con el paso del tiempo y a través de testimonios de narcos gallegos y sudamericanos, la Policía tuvo constancia de que aquellas cargas se produjeron en altamar y mediante batiscafos, en los primeros momentos en los que estaban siendo usados con dirección a España. Las mismas fuentes sitúan a Ramón Canto Nine, uno de los detenidos en el operativo, como todo un especialista en la descarga desde semisumergibles.

Los narcotraficantes gallegos cuentan que Ramón Canto Nine es todo un especialista en la descarga desde submarinos

Sobre la presencia del El Pastelero y de Costiñas en aquella operación (ni uno ni otro fueron condenados por ello), el jefe de la Brigada Central de Estupefacientes, Antonio Duarte, explica en el libro Narcogallegos. Tras los pasos de Sito Miñanco (Catarata, 2018) que "estábamos vigilando el hospital 12 de octubre, en Madrid, a la espera de una reunión entre los colombianos y los gallegos. En aquel momento confirmamos la presencia de los narcos. Sin embargo, no fue hasta años después cuando nos dimos cuenta de que estaba Costiñas". Con la cocaína ya en el semisumergible (supuestamente), aquel encuentro sirvió para reconocer a otro famoso personaje, también años más tarde. "Llevaba una gabardina. En el momento de la operación no supimos de quién se trataba. Después supimos que era Óscar Rial, El Pastelero", concluye Duarte.

Aquellas pruebas provocaron que la Policía procediese a la imputación de ambos presuntos narcos, pero las diligencias se perdieron en sede judicial. Algo al menos extraño, pues Gerardo Rial, un hermano de El Pastelero, fue condenado con idénticas pruebas.

EL SAN MIGUEL. La segunda operación en la que es casi segura la presencia de un semisumergible para la mayor parte del viaje de la cocaína entre Sudamérica y Galicia concluyó con la aprehensión del pesquero San Miguel con más de tres toneladas de droga. Curiosamente, en aquella operación volverían a aparecer como investigados Costiñas y El Pastelero, pero, una vez más, consiguieron moverse con la suficiente agilidad como para quedar exonerados en sede judicial.

El Pastelero, jamás condenado por narcotráfico, permaneció durante años en el punto de mira por este sistema

El testigo clave en este asunto fue José Luis Fernández Tubío, uno de los lancheros detenidos que acudía al citado San Miguel para efectuar la última fase de narcotransporte. Después de la caída de la droga (unos 3.400 kilos, en este caso), este arrepentido contó a la Policía Nacional que detrás de todo el entramado estaba la organización criminal supuestamente liderada por El Pastelero, con un centenar de hombres a su servicio. Sin embargo, en el posterior juicio, el testigo (que recibió protección policial durante años) aportó una carta en la que le pedía perdón a El Pastelero y decía que todo lo que había declarado con anterioridad era falso, dejando a la Fiscalía sin prueba contra él ni contra Costiñas.

Además de explicar los entresijos de la operación, a los que la Policía daba total fiabilidad, el arrepentido explicó que aquella cocaína que estaba en el San Miguel había sido transportada hasta un punto concreto en el Atlántico a través de un semisumergible. Así se lo habrían confirmado sus socios. Además, él mismo comprobó que en aquel barco volvían hacia Galicia más personas de las que habían partido: los tripulantes del batiscafo, que, siguiendo el modus operandi habitual, lo habrían mandado a pique.

"No pudimos confirmar que le hayan pagado, pero pensamos eso". Palabras de Duarte sobre Tubío en el citado libro de la editorial Catarata. "Tenía escolta las 24 horas y no se llegó a detectar nada. Sí se vieron muchísimos coches y motos, gente que se le acercaba, pero no pudimos identificar a nadie".

23 de los 26 procesados en aquel asunto quedaron absueltos por falta de pruebas, por lo que, una vez más, la presencia de semisumergibles se mantuvo solo en las agendas de la Policía Nacional, pero no en sentencias judiciales.

Los cálculos que confiesan personas muy relacionadas con el narcotráfico apuntan a que pueden entrar en Galicia entre 20 y 30.000 kilos al año solo por este sistema, probablemente el más utilizado por los clanes de las rías en la última década.

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