"Os montes privados son un polvorín"

Las comunidades de montes ponen el foco en las parcelas forestales que están en mano de particulares. Aseguran que la maleza que se acumula en estas propiedades, que son "unhas selvas", es la mecha en la que se inicia el 95% de los incendios que se registran durante la temporada estival.
Las comunidades de montes reinvierten el 40% de sus ingresos anuales en las actuaciones de limpieza y desbroce
photo_camera Las comunidades de montes reinvierten el 40% de sus ingresos anuales en las actuaciones de limpieza y desbroce

LAS PARROQUIAS no bajan la guardia. Las comunidades de montes hacen los deberes durante todo el año para evitar que los incendios les puedan arrebatar en verano sus plantaciones arbóreas, que constituyen su principal fuente de ingresos para el desarrollo de actuaciones que benefician al rural y lo dotan de vida como, por ejemplo, zonas recreativas y rutas de senderismo.

La primavera excepcionalmente seca acelera la formación de la capa vegetal y multiplica el riesgo de incendios, una circunstacia que ha obligado a los colectivos de comuneros a adelantar los trabajos de limpieza y desbroce de los terrenos, actuaciones que figuran en los respectivos planes de ordenación del monte (documentos autorizados por la Xunta de Galicia) y que se están actualizando constantemente y que constituyen la hoja de ruta de la gestión y explotación de los terrenos en mano común.



Entre las labores de prevención que realizan las comunidades de montes figuran la recogida de los residuos forestales para evitar que actúen como una mecha.

En este sentido, la mayor preocupación de los colectivos parroquiales que gestionan los montes vecinales de cara a la prevención de los fuegos forestales reside en "o estado de abandono" de los montes particulares, que representan el 66% del total de la superficie forestal de Galicia (1.200.000 hectáreas frente a las 670.000 de monte comunal). "Os madeireiros se comprometen a efectuar uns traballos despois das cortas que moitas veces non fan, como os de triturar os restos dos residuos que convirten a estas parcelas privadas nun polvorín", explica Carlos Morgade, presidente de los comuneros de Mourente, colectivo que está integrado en la Mancomunidade de Montes de Pontevedra.

Explica que "de nada vale ter un monte veciñal nas condicións axeitadas que permitan actuar aos servizos de incendios con rapidez e eficacia en caso de que haxa un lume se este se xenera, sobre todo, nos eucaliptais particulares colindantes nos que non se pode entrar. Son selvas que teñen unha maleza que supera o metro de altura".

Así, Morgade echa en falta el control y la vigilancia que debería efectuar el Gobierno gallego para obligar a los dueños de los montes privados a cumplir la normativa que les obliga a efectuar los trabajos de rareo, poda y limpieza y, al mismo tiempo, a ponerles al corriente de estas obligaciones.

"A maior parte dos incendios que se registraron na comarca de Pontevedra nos últimos vinte anos se produciron en matos particulares que despois afectaron ao monte veciñal, que é o que está máis limpo e en mellores condicións", comenta el directivo de Mourente, al mismo tiempo tiempo que subraya que "o monte non se pode limpar todos os días e telo como se fora un xardín porque, ademais, iso non é bo".

En este sentido, la Organización Galega de Comunidades de Montes, a través de su responsable de Comunicación Social, Claudio Quintillán, subraya que "nadie quere que o monte veciñal sexa un xardín nin pode selo porque ten que ter arborado e sotobosque debaixo".

Además, el representante de la agrupación gallega de comuneros apunta como "un enorme problema" la creación de "quilómetros e quilómetros" de franjas continuas de arbolado que pasan por varios concellos cuando, advirte, "se non hai cortes na masa forestal o lume pode ocasionar un desastre". Precisa que "aínda que o número de incendios baixou nos últimos anos, a intensidade está sendo alta" porque "aínda que haxa un ou dous na comarca durante o verán poden ser moi virulentos se non se toman medidas para evitar a continuidade da masa forestal en vaguadas ou preto de mananciais".

Añade que la mayoría del monte situado más cerca de las ciudades está en mano de particulares y que es en esta franja forestal en la que arranca "o 95% dos lumes" que acaban afectando al monte vecinal.

Además, Quintillán recuerda que la Lei de Montes obliga a las comunidades a reinvertir al menos el 40% de los beneficios que obtienen cada año con la explotación forestal con actuaciones en el monte que deben realizar en el plazo máximo de cuatro años. "Teñen de prazo ata o mes de xuño para presentar as contas ante a Xunta", precisa.

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