Óscar Graña, piragüista

"Quiero tener una retirada acorde a mi carrera"

Empezó en el piragüismo por casualidad y dos décadas después es una leyenda de este deporte. Con 42 años el premio Pontevedreses del Año de los Deportes protagonizó un 2018 espectacular en el que se proclamó campeón de Europa y del Mundo
Óscar Graña. DAVID FREIRE
photo_camera Óscar Graña. DAVID FREIRE

LA CARA Y LA CRUZ. En 2018 Óscar Graña (Pontevedra, 1976) vivió uno de los mejores años de su vida y en 2019, el peor según sus propias palabras, pero alguien que es un mito de su deporte lo asume con absoluta normalidad a las puertas de disputar un nuevo Mundial de maratón en el que "me sacarán los colores". Habla de aprendizaje pensando ya en un 2020 en el que la normalidad volverá a una vida deportiva que quiere terminar con honor.

¿El 2018 fue uno de esos años soñados por cualquier deportista?
Claro, claro. Fue un año espectacular que empecé con un montón de dudas porque estrenaba compañero, pero llegamos a la primera competición internacional y me di cuenta de que el barco andaba igual que con Ferro (Ramón, su compañero de toda la vida) e incluso en determinados momentos, más. Tengo dos o tres años muy buenos y uno de ellos es este.

Un año excepcional cuando a priori tenía muchas cosas en contra.
Empezamos a trabajar en mayo con la idea de ir al Europeo a hacer lo que pudiéramos. En los entrenamientos hacíamos buenos tiempos, pero competir internacionalmente es diferente. Con Ferro ya estaba totalmente acostumbrando a los ritmos de regata, mientras que Diego (Romero) es más joven y más impulsivo. Hubo que amoldar eso y salió perfectamente. El acoplamiento fue total.

Año complicado
"Ser séptimo en el Mundial será un palo durísimo, pero levantaré la cabeza y seré el mismo Óscar Graña de siempre"

Muchos no entendían a Óscar Graña sin Ramón Ferro. ¿Cuando él anunció su retirada tenía claro que encontraría un nuevo compañero con el que remaría perfectamente?
Mis primeros pensamientos eran de pena y tenía ganas de llorar porque con Ramón (Ferro) además de la relación deportiva existía una de amistad. A nivel competitivo es espectacularmente tranquilo, por lo que lograr a alguien de ese nivel era muy complicado. Estuve a punto de dejarlo porque no me planteaba otra pareja, aunque debido a la amistad con Diego (Romero) empezamos a hablar de la posibilidad de entrenar juntos, sin embargo nunca me imaginé que el acoplamiento fuera el que fue. Tuvimos que cambiar algunas cosas, pero la realidad es que el año fue perfecto. Mi idea era dejarlo. Yo creía que había llegado mi final.

¿Qué es lo que le hace no retirarse?
Con Diego (Romero) y Tono (Campos) llevábamos tiempo entrenando y cuando regresó de Cádiz surgió la posibilidad de probar. Era una nueva ilusión. A él le interesaba y a mí también porque me parecía que podíamos configurar un barco competitivo. Después de tantas medallas no me apetecía ir a participar, quería ir a ganar y con Diego sabía que podíamos hacerlo.

¿Con el cambio de pareja cuál fue la principal cuestión que tuvo que variar?
Diego es impulsivo y yo moderado. Congeniar eso fue el reto más complicado. En las competiciones yo soy más de esperar y Diego, al ser joven, es más temperamental. En el Europeo tuve que atarlo porque en la cuarta vuelta ya se quiso escapar, algo que era un suicido porque un maratón es muy largo. Diego es como un pura sangre y no tenía experiencia en una disciplina como ésta. Es un crack y se adaptó extraordinariamente porque el Mundial lo ganó él. En los últimos 400 metros hizo un cambio de ritmo brutal que nos sirvió para derrotar a Hungría. Me ha dado chispa. Me dio un punto que no tenía con Ferro.

¿Después de protagonizar uno de los mejores años de su vida cómo se lleva uno de los más difíciles?
No tengo ningún reparo en decir que es el peor año de mi vida deportiva (con rotundidad). Es cierto que en el Europeo volcamos y estuvimos condicionados, pero es el peor sin ninguna duda, pero no porque crea que se acabó Óscar Graña sino porque hay circunstancias de carácter profesional que me impiden entrenar lo que exige estar en la élite mundial. Este año decidí apostar por el tema profesional y aparcar el deportivo.

¿Y alguien tan competitivo como usted cómo asume eso?
Muy mal. A veces me planteo para qué voy si sé que no estoy al cien por cien, pero un buen deportista tiene que estar tanto para lo bueno como para lo malo. Este año es un año malo internacionalmente, aunque nacionalmente no. Nos hemos clasificado para el Europeo y para el Mundial y por lo tanto debemos cumplir con nuestra obligación. Nos pondrán la cara colorada, pero hay que asumirlo. Es durísimo, pero también un aprendizaje. Después del Europeo tenía pensando no presentarme al selectivo para el Mundial, pero me rompieron la cabeza y acepté. No vas de la misma manera, no entrenas de la misma manera y mentalmente me duele porque hay una trayectoria que merece un respeto. Me da la sensación de que estoy emborronando mi trayectoria, pero lo primero que tienes que aprender como deportista es que hay circunstancias que condicionan tu vida. Ser séptimo u octavo en el Mundial será un palo durísimo, pero levantaré la cabeza y seré el mismo Óscar Graña que cuando ganaba.

Por todo eso está deseando que llegue el 2020.
Sobre todo junio de 2020, que es cuando se me estabiliza el apartado laboral y a partir de ahí me centraré en lo que tenga que centrarme. Prolongar algo para nada no sirve.

¿Tiene dudas de seguir?
Uff (suspira). Hay que verlo. Las dudas surgen todos los años porque cada vez soy mayor. Anímicamente hay días mejores y otros peores. Lo bueno es que físicamente sigo encontrándome bien. Competir fuera exige un plus, pero es normal, ya que todo lo que empieza, termina. La retirada la veo más cerca que nunca. ¿Cuántos deportistas están al máximo nivel con 43 años?

Conociéndole (interrumpe al periodista)...
Lo voy a intentar (se refiere a seguir). No me voy a quedar de brazos cruzados. No me quiero retirar así. Voy a sopesarlo bien y si tengo alguna mínima opción de ser competitivo continuaré. Quiero tener una retirada acorde a mi carrera.

Ahora que está en el final de su trayectoria y echa la mirada atrás, ¿cuando empezaba se imaginaba tener un palmarés tan brillante?
Cuando empecé en el Tambo de Marín mi mayor ilusión era ir a un campeonato gallego para sacar una medalla e imagínate ahora. En mi primera prueba me doblaron. He logrado más de lo que me he propuesto. Eso sí, Óscar Graña es como un ciudadano más. Toda esta trayectoria no va más allá del deporte.

¿De todas las medallas internacional que consiguió hay alguna que guarde con más cariño?
Sí, por supuesto. La del Mundial de Roma de 2012. Fue espectacular. No se me olvidará en la vida. Salimos y tuvimos un percance con un barco ruso, por lo que pasamos la primera vuelta octavos. Estaba desquiciado y Ferro, como siempre, tranquilo. Cogimos la cabeza y en la última vuelta ganamos como quisimos.

PERSONAL

Muy pocos deportistas pueden presumir de llevar más de década y media subiendo al podio en campeonatos del Mundo o de Europa de su modalidad, pero eso no infl uye en el carácter de un pontevedrés que comenzó en el piragüismo de pura casualidad.

Su vida deportiva inicial estaba enfocada al balonmano, pero la persona que tenía que llevarlo a entrenar no apareció y ese día la modalidad de la canoa ganó a uno de sus mejores practicantes.

Otra de las características de Graña es ser consciente de sus cualidades. Por sus características físicas, con 18 años comenzó a participar de manera esporádica en pruebas de la Copa del Mundo de pista, con 24 realizó un control nacional, pero se quedó fuera, y fue en 2002 cuando comenzó su leyenda en maratón. Un año después, en 2003, cosechó su primera medalla en una gran competición internacional, una de plata en un Europeo disputado en Polonia. Después de esa, llegaron 22 más entre citas universales y continentales.

En 2018 fue protagonista de un doblete al alcance de tan solos unos cuantos elegidos.

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