La pandemia provoca que el pago en efectivo tenga los días contados

El 90% de los clientes usa tarjeta o móvil para pagar, un dato que ha ido en ascenso al suprimir los importes mínimos
Un establecimiento de Pontevedra cobra con el móvil. DAVID FREIRE
photo_camera Un establecimiento de Pontevedra cobra con el móvil. DAVID FREIRE

Las nuevas tecnologías se van haciendo hueco poco a poco entre nosotros y sin darnos cuenta, llegan para quedarse. En el último año, los métodos de pago han dado un giro radical debido a la pandemia, que ha instalado de forma definitiva el pago con tarjeta eliminando los importes mínimos exigidos y haciendo así que el dinero físico empiece a estar en peligro de extinción. A esto se suma la aparición de nuevos elementos como las Apps móvil o los relojes "SmartWatch" que ejercen todavía más presión a un casi olvidado pago en efectivo.

Las monedas y biletes de curso legal empiezan a ser parte del pasado. ¿Quién les hubiese dicho a nuestros antepasados que el dinero iba a desaparecer? Seguramente nadie, pero la generación actual y futura nos arrastra a un mundo más avanzado.

Y parte de la culpa es de la pandemia, que ha hecho buscar nuevas vías con las que reinventarse para evitar el contacto. Aunque no toda. Algunos comercios como el de la hostelería ya tienen experiencia en el cobro con tarjetas, aunque reconocen que la novedad está llegando con "el móvil, que últimamente hay muchísimo", especialmente entre la gente jóven, según afirma Carlota Núñez, de La Molinera. El rango de edad oscila entre los 20 y 45 años en este sector, que hace cada vez más factible la inclusión al "mundo moderno". "Ahora un café ya no lo pagan con dinero", sentencia, admitiendo a la vez que ya "no existen los importes mínimos".

Este sector asume que el coronavirus ha acelerado el proceso y que la gente lo aprovecha "para no tener contacto con el dinero". Es uno de los motivos, pero no el único. Carlota asegura que es lo "mejor, primero porque ir al banco es una odisea. Y segundo porque es más cómodo. Hoy en día todo el mundo tiene un móvil con internet", señala. Es la única manera de no librarse de pagar.

También el sector textil está abriendo la puerta a las nuevas tecnologías como métodos de pago. "Después de la pandemia estamos notando que más gente paga con tarjeta", apunta Mónica Pereira, de la tienda Ondas de Pontevedra, que a su vez reconoce que cada vez más gente usa el "móvil y relojes, aunque estos son más para los de mediana edad".

A la hora de hacer cálculos, Pereira afirma que en su establecimiento "hay días que no tengo dinero en la caja. El 90% pagan de manera electrónica".

Coincide con ella su compañera de profesión, Rebeca Prado, de Outlet Shoes quien asegura que los clientes "prefieren pagar con tarjeta" aunque defiende que en su negocio "el pago con relojes se empieza a ver ahora, lo mismo que los móviles". Sabe que la evolución continúa su curso y que aunque "todavía es más que nada en la gente joven" llegará el momento en que los nuevos métodos de pago ya no sean tan novedosos.

TRANSPORTES. Hasta hace poco, coger un taxi sin dinero en efectivo suponía hacer una parada en mitad del camino a un cajero automático. En este sector, los pagos con tarjeta han llegado de manera muy repentina pero son también cada vez más habituales. Así lo asegura Manuel, que después de varios años en el servicio, ve como todo cambia. "Ahora lo más normal es el pago con tarjeta y cada vez más los móviles", afirma. Cree que el motivo es "el miedo a tocar el dinero todavía, después de la pandemia" o simplemente porque los clientes se han habituado a esto que ya forma parte de la "nueva normalidad". "Ahora me pagan hasta viajes de tres euros con tarjeta", apunta este taxista.

Ya no hay servicio que se resista. Es la única manera de sobrevivir en el negocio. Aunque para algunos no pilla por sorpresa. En General Óptica de Pontevedra los clientes tienden a pagar con móvil a diario. También con tarjeta. Pero pocos llevan dinero efectivo. "El rango de edad es sobre todo entre 25 y 50 años", apunta.

Ante esto surge una pregunta: ¿Dónde está el límite? Todavía no hay respuesta para esto.

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