Que tiemble Benito Soto, porque el pirata más famoso de Pontevedra está a punto de tener competencia. Y no en A Moureira, precisamente, sino un poco más arriba, en el barrio de A Parda. Allí, el centro A Galiña Azul más grande de Galicia contará el próximo curso con una embarcación coronada por una bandera con la ‘galiña pirata’, en un patio marinero que centrará el futuro proyecto educativo.
"Hace tiempo que nos apetecía tener un rincón del mar. Al fin y al cabo Pontevedra es una ciudad costera, pero nunca encontramos el barco", explica la directora de la escuela infantil, Lupe Pérez. "Hasta que llegó una compañera de Bueu y nos consiguió uno". La chalana ya no está en condiciones de salir a navegar, pero es perfecta para una iniciativa como esta. Y además azul, como la gallina que da nombre a la red de centros.
Sin ir muy lejos, el hijo de otra trabajadora de la escuela, que tiene una empresa de grúas, se ofreció a traer la embarcación. "Los niños, presentes en el proceso, fliparon mirando en el patio".
Fue entonces cuando Lupe comunicó la novedad a las familias, pidiendo, de paso, colaboración. "El barco necesitaba arreglos para ser seguro: lijar astillas, quitar puntas...". Y Jacobo Durán, el papá de Laura, lo tuvo claro. "Es un manitas y tiene mucha voluntad y predisposición a ayudarnos y eso -matiza la directora- que su hija se va este curso". Así que todas las mañanas acude al centro a trabajar en la embarcación, que, además, ya cuenta con un mástil aportado por una madre, y una nasa. "Además, la abuela de Martina, María del Mar, nos está haciendo la bandera pirata, una gallina con parche". Y es que cuando los peques vieron la chalana lo tuvieron claro: "¡es un barco pirata!".
GRAN ACOGIDA. Ahora están pendientes de colocar la bandera y conseguir más nasas. "La temática del próximo curso estará relacionada con el mar -avanza Pérez-, pero como lo ven los niños en Pontevedra". Así no estará centrado en la pesca, "sino en las playas, las islas... En lo que ellos conocen".
La nueva adquisición causó furor entre los pequeños -hay 120 alumnos de cero a tres años-, que incluso hablan del barco en sus casas. "Fue todo un acontecimiento. Cuando vienen a traerlos obligan a sus padres a ir al patio a verlo. La acogida fue muy buena", destaca la directora.
