"Se sitúa en un espacio hasta ahora no cubierto en Vigilancia Aduanera". Opina Ángel Delgado, director adjunto de la institución, que acudió la semana pasada a los astilleros Rodman, en Moaña, para asistir a la botadura del Cóndor, el patrullero más moderno de Europa y que ya está operativo en las Rías Baixas para combatir el narcotráfico.
"Tiene unas condiciones de navegabilidad y de velocidad de hasta 23 nudos", destaca Delgado, que pone en valor su autonomía, que le acerca a las características de los buques de operaciones especiales lo mismo que "las dos semirrígidas, que permiten, una vez que el barco se ha posicionado cerca del objetivo, botarlas en el agua. Ya con la tripulación a bordo se sitúan en la mar".
Tan veloz como las patrulleras tipo Gerifalte y tan polivalente como el Petrel, "se trata de un barco de una tecnología con los más modernos sistemas de comunicaciones, de navegación y de motorización, adecuada para la misión que llevará a cabo", apunta el director adjunto.
Después de un año de construcción y de una inversión que supera los 8,1 millones de euros, el Cóndor, que recibe su nombre en honor a las primeras embarcaciones camufladas de Aduanas que luchaban contra el contrabando y el narcotráfico en los años 80, tiene capacidad para alojar a 22 personas en perfectas condiciones, divididas en 14 tripulantes, cuatro invitados y cuatro detenidos, cada uno de ellos con espacios diferenciados.
Además, "está diseñado para arriar o arribar personas desde el nivel del agua, por lo que es adecuado para rescatar a personas en la mar. También cuenta con un sistema potente de lucha contra incendios, necesario si hay que asistir a una embarcación que se encuentre en dificultades o bien para situaciones en las que los sujetos objeto de la actuación, tripulación de los barcos intervenidos, tengan la tentación de prender fuego al barco. En ocasiones tratan de hundirlos y quemarlos, y así podremos atajar este tipo de situaciones", explicó Delgado.
Al entrar en el Cóndor, lo primero que llaman la atención son las dos embarcaciones elevadas sobre sendas grúas en su parte posterior. Una vez en el interior destaca el puente de mando –en la imagen superior–, mucho más amplio y moderno que el del resto de patrulleros, y la gran visibilidad hacia el exterior desde los distintos espacios. Las zonas comunes son igualmente amplias, lo que permite a los miembros de la tripulación operar en condiciones óptimas.
El flamante patrullero entrará en servicio en cuestión de días. Muy pronto estrenará sus capacidades para la aprehensión de barcos con mercancía ilícita. Por ahora lo hará desde las Rías Baixas, donde también tiene su base el mítico Petrel. En el futuro, se desplazará allá donde sea útil en cada momento.
