Pérdidas del 80% y ceses definitivos, así vuelve el ocio infantil a la nueva normalidad

La pandemia obligó a los parques de bolas a cerrar sus puertas y 19 meses más tarde solo la mitad han vuelto a la actividad
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photo_camera Taller de maquillaje en un cumpleaños celebrado esta semana en Flipo Park. GONZALO GARCÍA

La pandemia ha puesto del revés al sector del ocio infantil, donde la vuelta a la normalidad se cotiza mucho más cara que en otros nichos de negocio. El estado de alarma decretado en marzo de 2020 a causa de la pandemia obligó a todos los parques de bolas a cerrar sus puertas y desde entonces son más los locales que permanecen con las verjas bajadas que los que han vuelto a la actividad. Alguno, como el Bule Park de Loureiro Crespo, incluso ha sido objeto de una metamorfosis que ha convertido el territorio de juegos hinchables en una tienda de sofás.

El cese no siempre ha sido obligatorio, sino opcional, pero para la práctica mayoría las medidas covid dificultaban y todavía obstruyen la reapertura. Sobre todo por las limitaciones de aforo y los grupos burbuja, condicionantes que rivalizan con la rentabilidad.

En estos momentos en la ciudad de Pontevedra hay dos parques de ocio infantil abiertos y además desde hace muy poco, porque ambos abrieron sus puertas el pasado 1 de octubre. Uno de ellos es Flipo Park (Rúa Echegaray, 26), promovido hace ocho años por Erika Sánchez junto a una socia.

Las reservas no han tardado en llegar e incluso hay algún cumpleaños pactado para el año que viene. Sin embargo, el camino hasta aquí ha sido arduo y el nivel de actividad "todavía es flojo".

Un cumple al día. Erika denuncia que los tiempos de pandemia han sido de "gran incertidumbre" y que a diferencia del ocio nocturno, "que estaba directamente cerrado", el ocio infantil estaba condicionado por los niveles de incidencia. "Con lo cual, te dejaban abrir, pero si contratabas un cumpleaños para unas semanas más tarde y luego el concello estaba en nivel rojo, no podías funcionar".

La empresaria llegó a abrir entre septiembre y noviembre del año pasado, pero la inestabilidad le abocó a suspender la actividad hasta cuestión de hace unos días. La situación supuso un auténtico pulso, tanto financiero como emocional, ya que el negocio es su principal sustento económico junto a una empresa de eventos que también se vio golpeada por las restricciones covid.

Erika terminó "con una depresión muy grande y una ansiedad tremenda, porque quería trabajar y no podía, y muchas veces veía que había una desigualdad enorme en el cumplimiento de las medidas. Fue horrible»", indicó a este medio.

Después de varios meses inactivos, Flipo Park y Planet Azul abrieron sus puertas con el tope de un cumpleaños por día 

La emprendedora asegura que "si no fuera por la familia" no sería capaz de sortear estos tiempos de covid, en los que los gastos siguieron corriendo y las ayudas de la Administración "solo sirvieron para pagar algunas facturas".

Para más inri, el miedo al contagio se ha quedado enquistado en gran parte de la clientela, de modo que ahora muchos de los contratantes piden que los cumpleaños sean en exclusiva, lo que obliga a un máximo de una celebración por día, y además el grupo de participantes es menor. "Si antes teníamos cumples de entre 15 y 20, ahora como mucho van de siete a diez".

Seguridad e higiene. El segundo parque de ocio infantil que está operativo es Planet Azul Park (Eduardo Pondal, 37), otro ejemplo de cómo el virus puso contra las cuerdas el negocio del entretenimiento.

Raquel Outeda cogió el traspaso del establecimiento en junio de 2019, "sin imaginar" que la pandemia le obligaría a apagar las luces mucho antes de amortizar la inversión realizada, en marzo de 2020.

Meses después tiene la sensación de que el ocio infantil "ha sido un sector totalmente olvidado" en la pandemia, en la que "hemos tenido que seguir pagando autónomos, alquileres e impuestos sin recibir ingresos ni ayudas".

Si capeó la crisis fue gracias a los "ahorros" y a la realización de «trabajos eventuales» que fue encadenando por el desconocimiento de "cuándo se iba a poder abrir". "No me podía comprometer con ninguna empresa, porque yo quería reabrir el parque y eso me llegó a buscar trabajados esporádicos. Fue terrible", responde a preguntas de este periódico.

La falta de certeza le llevó a mantener el local cerrado hasta el pasado 1 de octubre y, aunque ya tiene varias fechas comprometidas, asegura que la remontada está siendo débil. Por un lado, por la norma vigente y por otra por el temor a la convivencia que aún sufre la mayoría de las familias. Por eso, más que alivio de las restricciones, Raquel demanda "que los padres nos den un voto de confianza".

"Cumplimos con todas las medidas. Se desinfectan los zapatos y todas las superficies cuando se acaba el cumpleaños. No se juntan grupos y vigilamos que todos los que deben usar la mascarilla la utilicen y se guarden las distancias entre los padres y niños. Lo que falta es que los padres se paren a pensar que mejor que aquí no están en ningún sitio. Seguramente en la calle no existen las mismas condiciones de limpieza que tenemos aquí", reivindica durante la entrevista.

Cierres. La asociación de empresas gallegas de ocio infantil y tiempo libre, Asega, estima que la nivel general el sector experimentó una bajada en la facturación de "entre el 80% y el 90% desde el inicio de la pandemia hasta el día de hoy", indica el presidente de la entidad, David Neira.

En ese intervalo de tiempo los parques de ocio infantil han podido funcionar "entre cuatro y cinco meses", lo que ha empujado a muchas empresas al borde del precipicio. La asociación estima que entre un 30% y un 40% de las firmas han vuelto a la nueva normalidad poscovid y que "un 40% de los parques cerraron de forma definitiva".

El 20% restante se corresponde a los que están en posición de "stand by", esperando a que la normativa o las circunstancias favorezcan la reapertura. Muchos de ellos han intentado poner punto y final, "pero nadie compraba las infraestructuras, así que intentarán remontar".

La asociación defiende que "la rentabilidad de estos negocios sigue existiendo siempre y cuando los orientes a la nueva forma de celebrar los cumpleaños", pero reconoce que "la mentalidad" poscovid es un hándicap y particularmente el hecho de que "la gente aún sigue siendo reacia a compartir espacio con multitudes".

Entre las necesidades más urgentes, el presidente de Asega alude a la urgencia de cambiar el protocolo vigente, de 2020, "ya que está obsoleto". El reto es levantar algunas medidas, como la obligatoriedad de usar cubertería desechable o la prohibición de ciertos hinchables en interiores".

Las medidas que afectan al sector están contempladas en un protocolo del 30 de junio de 2020, mientra que el aforo actual es del 75% en el nivel de incidencia medio-bajo.

Asega cuenta en la actualidad con casi 200 socios, entre ellos empresa de animación infantil, que "también se han visto muy golpeadas por la covid".

Tartas falsas para celebrar los nuevos cumpleaños 
El covid ha transformado el formato de cumpleaños, una de las citas más importantes en el calendario de los pequeños. El momento clave de soplar las velas ha mutado y ahora toca hacerlo sobre una tarta falsa que se retira de la mesa tan pronto se apagan las llamas. Las restricciones obligan a servir la merienda de forma individual, en cubertería desechable y los grupos son limitados.

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