Las peritos ven "creíble" el relato de una pontevedresa que denuncia abusos

El acusado, que negó los hechos en la Audiencia, se expone a una posible condena a cuatro años y tres meses de cárcel 
El acusado, de espaldas, ante el tribunal de la Sección Cuarta que preside Nélida Cid (centro). GONZALO GARCÍA
photo_camera El acusado, de espaldas, ante el tribunal de la Sección Cuarta que preside Nélida Cid (centro). GONZALO GARCÍA

"Hace un relato extenso y muy elaborado, y lo mantiene en el tiempo. Es creíble". Con esas palabras, las peritos del Estado que elaboraron los informes sobre el testimonio de J., presunta víctima de abusos sexuales, pusieron en entredicho la declaración del acusado, que negó haber realizado tocamientos de forma continuada a la ahijada de su pareja cuando aún no había cumplido los diez años de edad, tal y como defiende la Fiscalía de Pontevedra. La acusación mantuvo su tesis a la conclusión del juicio que se celebró este martes en la Audiencia Provincial, solicitando cuatro años y tres meses de prisión para el investigado. Su defensa hizo lo propio pidiendo la libre absolución del encausado al entender que no existieron los hechos denunciados por la pequeña.

Uno de los testigos relevantes que declaró este martes fue el que era tutor de la víctima en aquel momento. "La abuela estaba muy preocupada por la situación", dijo, a lo que añadió que "sus compañeros veían que intentaba autolesionarse. Reclamaba mucha atención. Lloraba en los baños". El docente añadió que la menor le dijo que "se lo cuento a mi familia y nadie me cree", y explicó que los tocamientos se producían en casa de su madrina. "Él entraba cuando ella estaba durmiendo".

La tía de la denunciante dijo saber "lo que me contó mi madre" (la abuela de la víctima), "que me dijo que M. abusaba de ella".

La víctima asegura que sufrió los hechos con menos de 10 años

La esposa del acusado, por su parte, aseguró que la menor "dormía conmigo, salvo cuando venía su primo", y dijo que "siempre íbamos juntas para la cama". Añadió, además, que la víctima solo iba a su casa cuando ella descansaba, descargando así de responsabilidad a su compañero sentimental. "Ella es mentirosa", dijo, un pretexto que esgrimió también el acusado. "No hice nada. Esta niña está haciendo una película", espetó.

En el turno de informes, la fiscal del caso defendió que "hay pruebas suficientes" para enervar la presunción de inocencia del acusado, tales como la ausencia de incredibilidad subjetiva (no se observa resentimiento ni venganza de la víctima contra el procesado). Explica que su relato fue uniforme desde que se lo contó a su abuela y a su tutor y después en sede judicial. "Existe persistencia en la incriminación".

La defensa, en su alegato final, sostuvo su argumentación en la declaración del acusado y de su esposa en el plenario.

Un padre con problemas de drogas y una madre que fallece cuando tenía cuatro años
La niña que fue objeto de los supuestos abusos sexuales continuados cometidos por la pareja de su madrina tuvo una vida muy difícil desde bien pequeña, tal y como trascendió a partir de los testimonios de muchos de los que comparecieron en la sesión plenaria. "Su padre tenía problemas con las drogas. La relación con él era inexistente", dijo su tía, que explicó que en la actualidad "vive en Aldeas Infantiles" (el centro para menores ubicado en Redondela), "desde que se escapó de casa de su abuela hace ahora un año".

Otra de las testigos, la psicóloga del Sergas que la atendió desde los seis hasta los 14 años, aproximadamente, explicó que "es inestable emocionalmente. No superó la muerte de su madre, que se produjo cuando tenía cuatro años", a lo que añadió que tuvo que vivir escenas duras "cuando estuvo en O Vao con sus abuelos maternos".

Esta misma compareciente explicó que también tuvo que presenciar los problemas con la droga de su padre desde su más tierna infancia. A ello se unieron los supuestos abusos sexuales y una situación muy complicada en el colegio, tal y como expuso su tutor, que explicó que llegaba a autolesionarse en lo que parecía una clara llamada de atención.

Tras todos estos problemas, muchos de ellos causantes de secuelas psicológicas muy difíciles de revertir, la menor, a sus quince años, vive bajo la tutela de la Administración en el citado centro de Redondela.