Diego Álvarez, adiestrador de perros: "Deberían recibir adiestramiento todos los dueños de perros"

Perros potencialmente peligrosos, ¿tan fieros como los pintan?

Unos los aman, otros los temen, En Pontevedra hay 5.067 registrados, 326 en la capital
Lúa y Yako, mestizos de pit bull
photo_camera Lúa y Yako, mestizos de pit bull

EL PASADO 15 de febrero una mujer de Curro, en Barro, sufrió el violento ataque de cinco perros de la raza pit bull american stafford, catalogada entre las tipologías potencialmente peligrosas. Días después moría un hombre de 66 años en Alicante como consecuencia de las heridas producidas también por el ataque de cinco perros de razas peligrosas, un niño era mordido por un pit bull en Sevilla y en Salamanca aparecía el cadáver de un hombre lleno de mordeduras de perro. Cada cierto tiempo noticias como estas ponen en el punto de mira a los tipificados por la ley (Real Decreto 287/2002 del 22 de marzo, por el que se desarrolla la Ley 50/1999 del 23 de diciembre) como perros potencialmente peligrosos.

Estigmatizados por muchos y apreciados por otros —los expertos insisten en que cualquier perro puede ser potencialmente peligroso si no está en las manos adecuadas—, lo cierto es que ocho razas (pit bull terrier, staffordshire bull terrier, american staffodshire terrier, rottweiler, dogo argentino, fila brasileiro, tosa inu y akita inu) —15 en el caso de Galicia— están sometidas a un régimen especial que obliga a sus propietarios a obtener una licencia municipal, contratar un seguro de responsabilidad civil e inscribirse en un registro específico.

Galicia cuenta en la actualidad con 12.333 ejemplares inscritos, según datos facilitados por la Consellería de Medio Ambiente e Ordenación do Territorio. Pontevedra, con 5.067, es la segunda provincia gallega con más PPP registrados, por detrás de A Coruña, que cuenta con 5.321. En Ourense hay 862 y en Lugo 1.083.

El número de PPP registrados en la capital se ha triplicado desde 2005

Las exigencias que supone tener un perro de estas razas y su repercusión económica no desaniman a los amantes de este tipo de perros y el número de canes registrados, lejos de disminuir, ha aumentado. Así, en 2016 se realizaron 1.572 nuevas inscripciones (625 en Pontevedra, 687 en A Coruña, 154 en Lugo y 106 en Ourense), 58 más que en 2015, año en el que hubo 1.514 nuevos registros (583 en Pontevedra, 677 en A Coruña, 141 en Lugo y 113 en Ourense).

CONCELLO DE PONTEVEDRA. En el caso concreto del Concello de Pontevedra, según datos facilitados por el Gobierno local, hay en la actualidad 326 perros potencialmente peligrosos inscritos, aunque esta cifra no implica necesariamente que haya ese número de ejemplares en la ciudad, ya que no es obligatorio darlos de baja en caso de fallecimiento. 

Al igual que en el resto de Galicia, no se ha experimentado un descenso en el número de PPP inscritos en los últimos años, sino que la cifra se mantiene constante. Eso sí, si se echa la vista atrás, el incremento ha sido notorio. Así, desde 2005, cuando había tan solo 95 canes de los considerados potencialmente peligrosos registrados, hasta la actualidad, se ha triplicado el número de PPP inscritos en la capital.


REQUISITOS Y SANCIONES. Ser mayor de edad, un seguro de responsabilidad civil a terceros, una prueba psicotécnica y cumplir con unas determinadas características físicas y psicológicas son algunos de los requisitos que hay que cumplir para conseguir la licencia que permite poseer cualquier raza catalogada como peligrosa.

Los dueños deben tener una licencia, contratar un seguro e inscribirlos en un registro



La incapacidad física visual, auditiva o en el sistema locomotor es motivo para suspender en los criterios que la conceden. También los trastornos mentales y de conducta, así como las personas que no gocen de una buena capacidad en la toma de decisiones están incapacitadas para tener este tipo de mascotas.

Cuando un dueño saque a pasear a un pit bull, un rottweiller o cualquiera de los tipificados por la ley como potencialmente peligrosos debe llevarlo siempre con una correa no extensible y que no supere los dos metros de distancia. Asimismo, el perro tiene que ser conducido por la única persona autorizada y debe llevar bozal. Además, el propietario debe portar consigo el permiso para tener a esa raza como mascota, como si fuese un carné de conducir.

Las multas que se imponen a los dueños de perros peligrosos, que conllevan pagos de entre 150 y 15.025 euros, están aumentando sensiblemente. Si antes abundaban las que se ponían por no llevarlos atados con cadena o con el bozal puesto, ahora también son frecuentes las sanciones por mutilar a estos animales con fines estéticos, normalmente cortes de las orejas o la cola, algo que solo tiene la facultad de hacerlo un veterinario si existen motivos sanitarios.

En la ciudad del Lérez, la Policía Local puso en marcha en 2016 en diversos espacios públicos del municipio una campaña especial de vigilancia del cumplimiento de la normativa relacionada con los animales de compañía. En el marco de esta campaña fueron penalizados 17 propietarios que no disponían de licencia para tener animales peligrosos y 15 que carecían del seguro necesario para tener este tipo de canes. Además, diez particulares fueron multados por no tener registrados este tipo de animales y otros diez por sacarlos a pasear sin ningún tipo de medida de protección. 


PABLO, REBECA, LÚA Y YAKO (Mestizos de pit bull)

Pablo y Rebeca tienen una gran experiencia con perros pit bull, pues ya van con su segunda pareja. "Ahora tenemos dos, ambos adoptados: Lúa, que tiene aproximadamente seis años, y Yako, que creemos que ronda los diez o doce. Antes de esto teníamos, adoptados también, otros dos perros potencialmente peligrosos (PPP) que también eran cruces", explica Pablo.

"El principal problema no es el can peligroso, sino el dueño irresponsable"



Por ello, cuando se hicieron cargo de Lúa y Yako no tuvieron que sacarse la licencia, pues ya la tenían. Tener uno de estos perros es, en realidad, "un gasto adicional. Por el seguro pagas entre 50 y 80 euros al año y tienes que pagar el psicotécnico para la licencia y alguna tasa más". 

Tras varios años teniendo perros considerados PPP a Pablo su experiencia le hace estar en contra de la ley que regula su tenencia. "Ninguno de los perros que hemos tenido representaban peligro alguno. Como mucho, el mismo que perros como un pastor alemán, un bóxer o un mastín, que son grandes y cualquiera de ellos te puede hacer daño si te muerde", asegura.

Así, sus canes nunca han tenido problemas, con la excepción de Lúa, pero en su caso no es por su raza. "Aunque todos los perros adoptados han tenido un pasado complicado, Lúa debe haber tenido problemas de socialización o incluso maltrato y tiene problemas con otros perros. Pero también tuvimos un golden retriever que era malo con otros perros", confiesa Pablo. 

De hecho, ese problema de sociabilización de Lúa fue lo que les llevó a recurrir a un adiestrador canino para que les diera unas pautas y trabajara con ella. "Lleva un año y, aunque no es súper sociable, ha mejorado bastante", mientras que, según Pablo, Yako casi es lo que se considera "un perro neutro" empleado para "ayudar a otros a relacionarse. A veces está en las sesiones y pasa de todo, está completamente tranquilo".

La percepción. Pablo es consciente de que el pit bull es un perro "de moda para los ‘malotes’", lo que quizás lleva a "que lo tenga gente más irresponsable y por eso, tal vez, hay más problemas. Ahora son los pit bull pero antes fueron los rotweiler o los dóberman. El problema no es el perro peligroso, sino el dueño irresponsable". Esta es una de las razones por la que en muchas ocasiones la gente, cuando ve un can de esta raza por la calle, le tiene cierto respeto y se mantiene alejada. Pablo considera que sucede "sobre todo con los niños. Tenemos la sensación de que no les dejan acercarse, así que es cierto que la gente les tiene más miedo a estos perros que el que le puede tener a los de otras raza".

Su pareja, Rebeca, y él siempre llevan a Yako y a Lúa "con el bozal y la correa corta", como manda la normativa al respecto, una precaución que, según Pablo, "para Lúa está bien, porque tiene problemas con otros perros, pero a Yako no le haría falta en absoluto, igual que a los anteriores perros que tuvimos". Esta normativa implica que tienen que desplazarse hasta zonas de monte para que "puedan correr un poco y disfrutar algo más que en los paseos por la ciudad".

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