La picaresca de la tercera ola: argumentos al volante para esquivar los cierres

Ver a su amante, aprovechar las ofertas de Lidl, repartir mascarillas, cuidar los tomates o satisfacer "necesidades básicas", entre los más originales
Un momento del control policial. RAFA FARIÑA
photo_camera Un momento del control policial. RAFA FARIÑA

La presión policial para verificar que se cumplen las normas anticovid, lejos de aflojar, se intensifica a cada jornada. Para burlar esa vigilancia, no son pocos los que tiran del repertorio más sorprendente, pues la picaresca para infringir las normas no tiene límites, ni siquiera en la ola más letal de la pandemia.

Quienes mejor conocen esas triquiñuelas son los agentes de la Policía Local, que cada día lidian con el descaro al volante. La inmensa mayoría de ellas no se reflejan en ningún atestado, pero sí quedan en la retina de sus atónitos destinatarios.

La más habitual es argumentar un perentorio reencuentro con su pareja, ante la angustia provocado por tantos días de separación. Tanto hombres como mujeres intentan así tocar la fibra del policía de turno, aunque sin resultado positivo. En una ocasión, una muchacha basó su pretensión en un supuesto informe sacado de Internet donde se defendía que El sexo es salud, por lo que ella acudía a cumplir una necesidad básica.

Más llamativo fue el caso de un hombre que pretendía entrar en la ciudad y, al ser detenido en el control, no dudó en confesar que iba "a ver a mi amante, porque he discutido con mi mujer". Se volvió de vacío, sin el cariño pretendido.

Los intentos por saltarse las normas no obedecen a ningún perfil concreto. Hay jóvenes, maduros, ancianos, de ambos sexos y de todas las clases sociales. Comunes son también las excusas de llevar el coche "a mi taller de siempre" o ir "al veterinario de mi perro", curiosamente, siempre en concellos limítrofes.

La pretensión de acudir al entierro de un familiar es, asimismo, otro elemento recurrente, pese a que solo está autorizado el desplazamiento de familiares directos (padres o hijos), quedando excluidos todos los demás. Un dato que pocos conocen cuando lo exponen a los policías.

Más ambigua es la excepción a los cierres perimetrales para cuidar un huerto o de animales en otro municipio. Aunque así se contempla en el Decreto de la Xunta, su abuso ha motivado que, ante la imposibilidad de comprobar en el mismo momento su veracidad, algunos agentes opten por denunciar al conductor. En caso de ser cierta la afirmación, basta justificarlo en el posterior recurso y la multa queda sin efecto.

Al margen de los controles de movilidad, la Policía Local también detecta casos llamativos, como el de un negacionista que insistía en no llevar la mascarilla -hasta que rectificó a base de multas- o el dueño de un perro de Pasarón que siempre lo sacaba de paseo a las dos de la madrugada. 

Balance de la pillería
"Voy a hacer la compra al Lidl (o a Carrefour) porque tiene ofertas mejores que en mi ayuntamiento"

"Necesito ver a mi pareja, que llevamos mucho tiempo separados"

"Se me murió un familiar y tengo que ir a su entierro"

"Mi taller de toda la vida está en otro ayuntamiento y tengo que llevar el coche a reparar"

"Voy a lavar la ropa a casa de mi madre"

"Es el cumpleaños de una amiga y nos hemos juntado unos amigos para celebrarlo, sí o sí"

"Tengo que llevar al perro a su veterinario, que está en otro concello"

"Mi huerto se encuentra en otro municipio y cada cierto tiempo voy a cuidar los tomates"

"Voy a repartir unas mascarillas entre mis familiares porque en mi casa tengo bastantes" 

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