Lo que era un secreto a voces se ha convertido en una realidad plenamente acreditada: Sergio de Carvalho, alias Paul Wouter, considerado uno de los capos de la cocaína más poderosos de la actualidad, sigue con vida. Existen fotos suyas con fecha posterior a la de su supuesta muerte en el aeropuerto de Lisboa.
Sus representantes legales consiguieron que la Audiencia de Pontevedra declarase oficialmente su defunción tras presentar certificados auténticos de un fallecimiento tras un fallo cardíaco y su posterior incineración en Marbella, donde tenía fijada su residencia en España. Gracias a eso se quedó fuera del proceso por el alijo del Titán III, el narcobuque interceptado con 1,7 toneladas de cocaína que Carvalho había organizado en conexión con narcotransportistas de O Salnés en 2018.
Sin embargo, la Policía tenía claro que el criminal, condenado en su país Brasil por narcotráfico después de ser expulsado de la Policía Militar (de ahí su apodo de Mayor), no había fallecido. Distintas fuentes apuntaban a una huida apresurada hacia Lisboa y posterior salida hacia el extranjero, probablemente Ucrania, por vía aérea. Para ello habría corrompido voluntades no solo en España, sino también en Portugal. En la capital lusa se dejó una furgoneta con 12 millones de euros en efectivo, lo que da una idea muy clara del poder económico del sujeto investigado.
Cuando ya han pasado seis meses desde la conclusión del juicio, aún sin sentencia, la Brigada Central de Estupefacientes ya ha movido ficha para atar todos los cabos. Tras establecer contacto con sus colegas en la Polícia Judiciária de Portugal y en la Polícia Federal de Brasil, el trabajo conjunto ha servido para reunir las pruebas no solo para la reapertura de la causa del Titán III en relación con alias Paul Wouter, que ya está siendo buscado a nivel Interpol, sino también para investigar a las personas que habrían cooperado con el Mayor para que esa muerte fingida tuviese éxito (aunque efímero) ante la autoridad judicial.
Se asoció con la flor y nata del narcotráfico de O Salnés para introducir alijos de cocaína a través de barcos pesqueros desde Sudamérica
En cualquier caso, los pasos a seguir son justo al revés: en primer lugar, la Fiscalía debe hacer avanzar la causa judicial en relación con la falsedad del certificado de fallecimiento, de forma que pueda invalidarse, pues en su día, en septiembre de 2021, la Audiencia de Pontevedra lo dio por válido. A partir de ese momento, la misma Audiencia reclamará su detención para su enjuiciamiento por la causa pendiente, todo ello si es localizado y si otro país no consigue su extradición con anterioridad, pues son varios los que le buscan por el mismo delito: organizar alijos de cocaína entre Brasil y Europa por todas las vías posibles.
Su relación con Pontevedra nació en 2018, cuando fue visto en más de una ocasión en el chalé de Jacinto Santos Viñas, en el corazón de O Salnés. Los Greco Galicia de la Policía lo tienen claro: "Le rendían pleitesía, se notaba que era el jefe de todos los demás".
Alias Paul Wouter consiguió que le pusiesen en libertad bajo fianza antes del juicio en una decisión muy controvertida, lo que le sirvió para iniciar la fuga de la Justicia en la que sigue inmerso y para seguir al frente del negocio.
El juicio en Pontevedra. "El organizador del alijo era aquel hombre al que llamaban Paul Wouter"
Una cuestión que quedó clara durante el juicio contra la red de presuntos narcotraficantes que se asociaron para intentar introducir en Galicia las 1,7 toneladas de cocaína del Titán III incautadas en altamar en agosto de 2018 fue que el dueño de aquella droga era Sergio Roberto de Carvalho, alias Paul Wouter. Ya en los turnos iniciales un letrado aludió a "una persona que ahora sitúan en Centroamérica", poniendo en tela de juicio su muerte, como el auténtico responsable del cargamento. El instructor policial de la causa, que intervino en un larguísimo interrogatorio, señaló que "el dueño y proveedor de la mercancía era aquel supuestamente llamado Paul Wouter".
El agente conocía su verdadera identidad, aunque no desde el principio. De hecho, en un primer momento se dio validez al pasaporte de Surinam con el nombre de Wouter que presentó cuando fue detenido, puesto que se trataba de un documento perfectamente legal y emitido por una autoridad oficial, con su fotografía, si bien con un nombre que no se correspondía con el suyo. Poco después, tras cotejar los datos con otras autoridades, supieron que estaban ante una pieza de caza mayor que se les escapó de entre los dedos.