Se piensa que fue construido en un astillero holandés y transportado por tierra hasta Málaga. Aún con los plásticos por retirar y a falta de los últimos retoques. Así fue hallado el primer semisumergible oceánico incautado en suelo europeo. Su responsable, un conocidísimo narcotraficante con presencia estable en Pontevedra y lazos históricos con los capos de las Rías Baixas, fue el hilo del que lograron tirar desde la unidad policial Greco Galicia, que logró llegar hasta el eslabón más importante de una organización criminal de dimensiones colosales: los exportadores y los importadores de la cocaína. Colombianos y georgianos, fueron detectados por el radar de los antidroga de Joaquín Costa, que pusieron toda la información en manos de la Brigada Central de Estupefacientes y la Udyco Central. Fue en el Complejo Policial de Canillas donde Antonio Duarte y Santos Bernal organizaron un despliegue a nivel internacional que incluyó registros coordinados en varios puntos. El saldo, varias decenas de detenidos, el citado hallazgo del narcosubmarino y la desarticulación de los numerosos tentáculos del entramado, que acabó con agentes de Pontevedra efectuando registros en puntos tan distantes como Tarragona.
La colaboración entre los distintos países fue esencial, con apoyo de Holanda, Portugal, Colombia, Reino Unido y Estados Unidos
En vista de la magnitud de la operación que debía llevarse a cabo y de la necesidad de coordinar a policías de distintos países, la agencia Europol tomó cartas en el asunto al lado de las distintas secciones de la Brigada, ya no solo la de Galicia, sino también las de Madrid, Levante, Costa del Sol y Cádiz. Las pesquisas determinaron las vinculación de los detenidos con el intento de introducción de varias toneladas de cocaína que fueron incautadas en origen por la policía de Colombia a lo largo del año 2020. El modus operandi era el ocultamiento de la sustancia ilícita entre mercancía legal (contenedores) que entraba en España a través de distintos puertos. Las diversas escalas que efectuaban los cargamentos, muchos de ellos a través de Reino Unido y de Bélgica, pusieron sobre la pista de la organización a las fuerzas del orden de los distintos países. Por otra parte, la información bidireccional entre Pontevedra y Colombia para determinar quiénes importaban y quiénes exportaban la cocaína tuvo como complemento la Inteligencia aportada por la Drug Enforcement Administration (DEA), que, como en casi todas las operaciones de tráfico de cocaína internacional, tuvo una participación determinante.
En cuanto al narcosubmarino, el segundo incautado en apenas un año y medio en Europa y el primero en ser aprehendido en tierra, impidiendo así su botadura, guarda importantes semejanzas con el famoso semisumergible de Aldán. Se trata de una embarcación de perfil bajo con motor en su parte trasera (en este caso con dos motores, mientras que el incautado en Pontevedra tenía solo uno). La cabina es prácticamente igual. Se accede por una pequeña escotilla y dispone de un cuadro de mandos dotado de la tecnología precisa para la navegación. En este caso los sistemas son aparentemente más avanzados que en el anterior. El resto del espacio interior, desde el cuadro de mandos hacia la proa, es totalmente diáfano, perfecto para acumular fardos de hasta 2.000 kilos de peso.
Por su localización, se piensa que este semisumergible iba a emplearse para el transporte de hachís, aunque no puede descartarse ninguna hipótesis ante el potencial de la organización desmantelada.
Además del semisumergible, la Policía Nacional incautó una segunda narcolancha de gran tamaño construida en fibra de vidrio, preparada para operar en las costas españolas.