Pontevedra afronta su cuesta de septiembre más difícil

La vuelta al cole dispara los gastos extra, pero el calvario de precios va mucho más allá: la cesta de la compra se encarece en más de 500 euros, el valor de la vivienda se sitúa en los 1.878 euros el metro cuadrado, todo un récord, y el coste del carburante se dispara
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photo_camera Gente paseando por la Alameda. ANXO LORENZO

Septiembre tiene la fama de ser una de las cuestas más empinadas que afrontan las economías domésticas, pero esta vez, además de ser una escalada vertiginosa, amenaza con ser la más compleja de los últimos años.

Sí, efectivamente hay gastos extra que se circunscriben a este mes, como es el regreso a las aulas, pero la inflación se resiste a bajar el pulso y ha disparado el coste de gastos básicos sin visos de aflojar la cuerda. Todo apunta a que el repecho no será solo cosa de un mes, sino que los pontevedreses tendrán que seguir haciendo números hasta una fecha todavía por determinar.

Récord de precios en la alimentación

La alimentación es, sin duda, una de las esferas donde se está percibiendo más el encarecimiento del coste de la vida. Los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que en la provincia pontevedresa el precio de los alimentos han engordado un 10% en el último año y con el agravante de que el aumento viene de mucho más atrás. La pandemia prendió la mecha y la invasión rusa a Ucrania no ha hecho más que gravar la cesta de la compra.

¿A cuánto asciende ahora el desembolso? Es difícil establecer un promedio, pero si el año pasado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) hablaba de un gasto anual en alimentación de unos 5.568 euros anuales por unidad familiar, este año habrá que destinar unos 556 euros más.

El aceite de oliva es uno de los extremos, donde el litro se cotiza ya por encima de los nueve euros, pero hay muchos otros productos que han roto sus techos de cristal. En el plazo de doce meses la carne de cerdo se ha revalorizado (en Galicia) un 12%, la leche un 18,4%, el agua mineral un 14,7%, los huevos un 10,9% y el azúcar un 58,2%.

El coste de la vivienda se dispara por los cuatro costados

La vivienda, considerada derecho fundamental, es otro de los dispendios que se han disparado. Según el portal inmobiliario Idealista, el alquiler en Pontevedra se situó en julio en los 7,6 euros el metro cuadrado, un 18% más que antes de la pandemia, de modo que hoy la renta de un piso de 80 metros cuadrados no baja de los 600 euros, casi la mitad del salario mínimo interprofesional. ¿Qué ocurre con la compra? Otro tanto de lo mismo, por no decir peor. Las estadísticas del INE no llegan en este caso a la escala provincial, pero a nivel regional se puede ver que en el último año la compra de una vivienda de nueva construcción se ha revalorizado un 10,2% y la de segunda mano un 2%.

El portal Idealista ratifica los porcentajes y dice que ahora mismo en Pontevedra el precio de venta se mueve en los 1.878 euros el metro cuadrado, la plusmarca de la serie histórica.

En el caso de las viviendas ya adquiridas el panorama tampoco es halagüeño. La gran mayoría de los bancos del país han encarecido las hipotecas fijas, pasando de un interés medio del 1,50% al 3,50%, y la cotización de las hipotecas variables no han dejado de crecer. De estar en valor negativo, el Euríbor se ha situado entorno al 4%, lo que ha hecho que cuotas que rondaban los 500 euros se aproximen e incluso superen los 800 euros mensuales.

La energía baja, pero los carburantes se desbocan

Una de las pocas categorías que arroja un descenso interanual es de la energía (electricidad y gas); que según el INE han bajado un 34% en la provincia pontevedresa con la ayuda del tope del gas. Sin embargo, existe una importante contrapartida: los carburantes, cuyas tarifas se han desbocado.

Las estaciones de servicio de Pontevedra han vuelto a marcar esta semana un nuevo récord anual, situando el litro de la gasolina sin plomo 98 en 1,99 euros, a solo una milésima de la barrera de los dos euros y a 13 céntimos del tope de 2,13 euros que se alcanzó en mayo del año pasado.

La revalorización significa todo un hándicap para la clase trabajadora que se desplaza en su vehículo particular y para todo un sector, el del transporte, que amenaza con volver a hacer un parón si no se promueven nuevas bonificaciones.

Además, coge fuerza la incertidumbre sobre qué ocurrirá con el gas, con el conflicto de Ruisa todavía en auge y la previsión de un repunte en el consumo con la llegada del frío.

La vuelta al cole más cara de la historia

La espiral inflacionista también sacude la vuelta al cole, que este año se ha coronado como la más cara de la historia. La práctica mayoría de los artículos básicos que se necesitan para acudir a las aulas han sufrido un incremento de coste respecto al curso pasado y, aunque un porcentaje importante de familias reciben ayudas para libros y material, la mayoría ha tenido que recurrir a la calculadora. Los uniformes han subido de precio, los libros se han revalorizado un promedio de un 7% y artículos, como las libretas, cuestan un 25% más que hace un año.

Los menús escolares que se sirven en los comedores de los centros públicos de Infantil y Primaria de Pontevedra también han subido de precio debido, según la organización, al encarecimiento de los alimentos. El menú diario se situará este curso en los 5,68 euros, 60 céntimos más que el año pasado, y el servicio madruga con desayuno alcanzará los 3,51 euros, 56 céntimos más. En definitiva, toda una suma de sumas que ponen a prueba la resistencia de cualquier hucha.

Más pluriempleo y deuda: las secuelas de la inflación en la clase trabajadora

Toda acción genera una reacción y la inflación desorbitada no iba a ser menos. La ascensión de productos básicos y gastos corrientes pone contra las cuerdas a una parte importante de la población, que ve que ni con nómina llega a final de mes. La figura de los "trabajadores pobres" también se recotiza.

Los portavoces sindicales atestiguan que la situación se está recrudeciendo para muchos empleados, abocados a buscar a la desesperada alternativas para mantener el barco a flote. Entre ellas, aluden al pluriempleo y a un mayor endeudamiento para esquivar el temido embargo.

Con uno no basta 

El secretario comarcal de la CIG, Marcos Conde, asegura que muchos trabajadores están recurriendo a segundos y terceros empleos para cubrir gastos ineludibles: "A xente ten que buscar a vida. Algúns traballan de luns a venres dunha cousa e buscan facer extras na fin de semana. Outros fan turnos de noite e buscan completar con outro traballo e mesmo hai casos que aproveitan as vacacións para traballar na vendima. Hai máis pluriemprego".

El sindicalista también advierte de que ha aumentado la precariedad debido a una reforma laboral que, según dice, se ha acabado traduciendo en "máis despidos e contratos máis curtos". Esta misma semana afirma haber asistido a varios casos de despidos de trabajadores de la hostelería que estaban fijos o en período de prueba de tres meses, "algo que antes non era tan habitual". "A situación empeorou –añade–, porque antes había o traballador pobre, pero agora é traballador pobre e precario". Hilado con esto, Conde reitera la reclamación de la CIG por incluir en todos los convenios una cláusula de revisión salarial que garantice la actualización de los sueldos conforme al IPC. "Todo está subindo de prezo. A vivenda ten literalmente á xente secuestrada, a alimentación vai polas nubes e ambos son dous gastos principais do traballador", concluye el portavoz.

Baja el ahorro

El secretario intercomarcal de UGT en Pontevedra, Deza y Arousa, Ramón Vidal Trillo, asegura que otro de los efectos perversos que está viendo su sindicato es un repunte del endedudamiento para cubrir gastos y hacer frente al ascenso de las hipotecas. "Los productos financieros están estrangulando a las familias y se están llevando más del 50% de los ingresos. Esto está llevando a pedir préstamos y a renegociar la deuda. Vamos, que muchos se están empeñando para toda la vida para poder tener un techo donde vivir".

El sindicalista también advierte de que no pocos están recurriendo al colchón de los ahorros "que estaba para cubrir imprevistos" y que, si la situación no se reconduce, el consumo se resentirá, "empezando por el pequeño comercio". Por todo ello, urge al menos dos cosas: poner coto a la escalada de precios, regulando entre otras cosas los costes de la cadena alimentaria, e incluir por defecto la cláusula de revisión salarial en todos los convenios. "Por suerte el salario mínimo se ha elevado, pero ahora mismo vemos que es insuficiente porque los productos de primera necesidad se han disparado y el proyecto vital de muchas familias está hipotecado".

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