Galicia envejece: la media de edad de su población es hoy casi diez años mayor que hace una década. Y al mismo tiempo su natalidad languidece: hoy vienen al mundo casi un 20% menos bebés en la comunidad autónoma que hace una década. En realidad, desde hace ya varios lustros, solo la inmigración sujeta el saldo vegetativo gallego. A la provincia de Pontevedra llegaron el pasado año más de 5.700 migrantes, fundamentalmente procedentes de Suramérica.
Es la aplastante realidad estadística del noroeste español, que cada año confirma una tendencia preocupante y para la que las administraciones parecen no tener remedio. Hace poco menos de dos semanas, el Parlamento gallego inició la tramitación de la que será la primera ley gallega de Demografía. Mejorar esta tendencia tiene mucho que ver con la corrección de la despoblación y también con la revitalización del mercado laboral. Cuantos más nuevos contratos, más prosperidad, mayor capacidad de atracción de nuevos ciudadanos y, por tanto, mejores expectativas demográficas.
En este complejo escenario, en el que Galicia es ya el cuarto territorio español que más población pierde cada año –superada únicamente por Castilla León, Extremadura y Asturias–, Pontevedra no es una excepción, pero lo cierto es que la Boa Vila vuelve a marcar los mejores datos entre las siete grandes ciudades de la comunidad.
Además de ser el municipio gallego con la media de edad más joven (siempre entre los siete grandes), es también la localidad con una menor tasa de envejecimiento, la que presenta menos mayores de 65 años en su padrón, la que tiene más vecinos por debajo de los 16, la segunda (solo superada por Santiago de Compostela) donde más niños nacen por cada mil defunciones, y también el segundo (de nuevo detrás de la capital gallega) con una mejor estadística de crecimiento vegetativo por cada mil habitantes.
Así consta en los últimos datos analizados por el Instituto Nacional de Estadística, con cifras del año 2019. Pontevedra figura en este informe demográfico con una edad media en su población de 44,4 años (42,6 los hombres y 46,1 las mujeres), lejos de los casi 49 años de media en Ferrol, la ciudad más envejecida entre las grandes gallegas. Los siete municipios más importantes de la comunidad reflejan un saldo vegetativo negativo. Pero mientras Ferrol pierde 9,6 habitantes por cada mil, y Ourense 5,47, Pontevedra se queda con una pérdida de 2,05 habitantes por cada mil, el segundo mejor dato tras los 1,95 que pierde Santiago, y sensiblemente mejor que los 2,94 que se deja Vigo por cada mil vecinos.
En Pontevedra nacen 775 bebés por cada mil defunciones, mientras que hace seis años (2014) venían al mundo 1.022 bebés por cada mil personas fallecidas. En A Coruña el dato de alumbramientos es de 639, en Vigo de 689, en Ourense de 517 y en Ferrol de 346.
En su estructura poblacional, Pontevedra es la ciudad más robusta de Galicia, con el mejor dato de ciudadanos menores de 16 años (un 22,97%). Mientras, el resto de ciudades se mueven entre el 18,8% de Ferrol y el 21,85 de Lugo).
El pontevedrés también es el municipio con mejor dato de población mayor de 65 años. En la Boa Vila hay un 31,7% de vecinos por encima de esta franja de edad, frente al 46% de Ferrol, el 39,3% de A Coruña, el 41,9% de Ourense, el 35% de Vigo, el 34,06% de Santiago o el 33,85% de Lugo.
