Pontevedra mejor que Tokio

Familias paseando por Pontevedra. RAFA FARIÑA
photo_camera Familias paseando por Pontevedra. RAFA FARIÑA

EN SU cuenta de Twitter el músico y arquitecto Pedro Torrijos tiene 138.546 seguidores. Su página web, en la que cuenta historias sobre lugares y ciudades este señor que además de músico es arquitecto, explota a diario. Ha publicado dos libros, colabora con varias publicaciones y es polémico por la contundencia con la que defiende su visión del mundo a través de la arquitectura.

El otro día le hicieron una entrevista en elconfidencial.com. Más que una entrevista era una charla, pues el entrevistador y el arquitecto se ve que son amigos, pero tiene su interés porque nos permite conocer el punto de vista de un señor que se curra sus textos y que sabe de lo que habla. De esos hay muy pocos. Ya quisiéramos usted o yo. Así que la entrevista, o charla, o lo que sea, que viene firmada por Daniel Arjona, redactor jefe de Cultura del citado digital, es recomendable por sí misma para cualquiera que siente un mínimo interés por el asunto, pero también para usted y para mí, como parte del vecindario de nuestro municipio.

Estamos enseñando que las ciudades amables pueden existir si hay valor para hacerlas

Es que ya con leer la frase entrecomillada en el titular se queda uno o una a gusto: "La ciudad del futuro no será Tokio sino Pontevedra", dice Pedro Torrijos. Que nos comparen con Tokio y salgamos ganando, eso no lo esperábamos, reconózcalo, que luego siempre es usted muy de decir a toro pasado que eso ya lo sabía usted. Pues así es. Luego lo explica, pero mejor le pongo el párrafo entero. Habla Pedro, Torrijos: "Probablemente la ciudad del futuro tenga más que ver con Pontevedra que con Tokio. Y no me refiero tanto al tamaño, porque las ciudades grandes no van a desaparecer y es probable que muchas sigan creciendo, como a su amabilidad".

Eso de que somos una ciudad amable debió decirlo o publicarlo alguien alguna vez; quizá fue un invento del propio Concello. No es un adjetivo que antes se escuchara cuando se hablaba de ciudades: las había grandes, pequeñas, feas, acogedoras, cómodas o incómodas, ruidosas o silenciosas, hermosas, antiguas o modernas, pero nadie hablaba de la amabilidad de una ciudad, acaso porque la amabilidad es algo que se relaciona con la simpatía o con la buena educación, cualidades que sólo se otorgan a seres más o menos pensantes, no a una ciudad como tampoco a un objeto.

Pues ahora por ahí fuera todos coinciden en que Pontevedra es una ciudad amable, digo yo que porque engloba todos aquellos adjetivos elogiosos que se pueden dirigir a cualquier espécimen humano, como la misma palabra, que en el diccionario digital de la Academia se define así: "Digno de ser amado. Afable, complaciente, afectuoso".

Luego, ya que salió en la entrevista esa comparación tan exótica entre una ciudad pequeña como Pontevedra y una enorme y superpoblada como Tokio, el entrevistador pregunta por la experiencia de Madrid Central, puesta en marcha por la alcaldesa Manuela Carmena y eliminada por su sucesor, Almeida. "Madrid Central era una buena idea y con uno u otro nombre volverá. Por no hablar de la reducción y peatonalización cada vez de más calles que no será reversible. Por las ciudades cada vez pasarán menos coches y eso es imparable".

Bien, de ahí que sea pertinente la comparación entre Pontevedra y Tokio, entre Pontevedra Madrid y o entre Pontevedra y la inmensa mayoría de las ciudades del mundo, grandes o pequeñas. No se trata del tamaño: se trata de crear una ciudad que sea buena persona, yo me entiendo. Cuando escuchábamos a Miguel Anxo Lores decir eso mismo en ciudades como París o México advertíamos la sorpresa de quienes escuchaban. Claro, va un alcalde de una ciudad que no llega a los 90.000 habitantes y les dice que todo empieza por quitar coches y dejar ese espacio a los viandantes y aquello, como sonar, sonaba raro, hay que reconocerlo.

No han pasado tantos años y ahora podemos comprobar cómo ese mensaje nos viene de vuelta como ejemplo de un diseño urbano que todos quieren copiar o adaptar a todas las ciudades, grandes o pequeñas, nuevas y viejas, lindas u horrorosas. Algo tan simple como una ciudad amable diseñada para hacer más cómoda la vida de las personas, que son lo que de verdad importa.

Si al final estamos haciendo un favor al mundo. Estamos enseñando que las ciudades amables pueden existir si hay valor para hacerlas. Si alquiláramos a Mosquera a tanto la hora para que remodele en mundo, nos forraríamos, aunque no sé si a él le parece buena idea. Todo es cosa de ir hablando.