Penúltima bala contra el virus: semiconfinadas 735.000 personas en la provincia

La Xunta se fija un mes para reducir los cerca de 300 contagiados por coronavirus diarios que registra la provincia, el peor dato desde marzo
Bea Ambiente ultima noite de apertura da hostelería. Ultimas ceas e recollida, se pode ser, imaxe baixando persianas. O peche é as 23h, co toque de queda, pero empezarán a recoller antes.
photo_camera El propietario de un conocido restaurante echa el cierre. BEATRIZ CÍSCAR

Únicamente los índices de hospitalización y de ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos resisten, por ahora, la segunda ola de la pandemia. Los primeros se sitúan en una cómoda franja entre el 3 y el 10% y los segundos no alcanzan siquiera el 15% de las camas disponibles en los centros sanitarios más ocupados. Estas estadísticas son las que el gobierno autonómico quiere proteger a toda costa. Una saturación hospitaliaria nos devolvería al infierno vivido entre marzo y mediados de mayo, cuando la sociedad y la economía españolas se deprimieron dentro del primer confinamiento general decretado desde la Guerra Civil.

En lo demás, el coronavirus ha reventado en el último mes la estadística de contagios, disparado los brotes en la provincia y comienza a alterar de manera significativa la vida de las personas. La Xunta trata de evitar un nuevo confinamiento con la medida más dura acordada hasta el momento. Desde este sábado está en vigor el decreto que restringe la movilidad de las personas en 25 de los 62 municipios de Pontevedra. Un total de 734.375 vecinos, de los cuales 278.455 están en el área norte de la provincia, están en la práctica semiconfinados, con sus movimientos limitados a un perímetro formado por un conjunto variable de municipios limítrofes que comparten índices de contagios considerados peligrosos. Además, hostelería y restauración están obligados a cerrar sus puertas en una decisión sin precedentes en España.

La muerte de un hombre en Pontevedra eleva a 34 los fallecidos por covid en el área

Sucederá así durante un mes. La Xunta y el comité técnico formado por 34 expertos sanitarios se dan ese plazo para controlar por segunda vez una pandemia que, en los últimos diez días, avanza con un ritmo frenético de casi 300 contagiados al día en el caso de la provincia pontevedresa.

Solamente la hostelería pondrá en jaque durante este tiempo 24.500 empleos. Porque los 37 pequeños municipios de la provincia que no han sido cerrados perimetralmente, en la práctica se sienten igualmente afectados. Sus clientes no vendrán porque, en su mayoría, provienen siempre de los 25 grandes concellos ahora cerrados. Y ellos tampoco podrán salir ni a divertirse ni a comprar al resto de localidades del entorno, en las que tampoco será posible3 entrar. Son en total 206.632 vecinos que teóricamente siguen con libertad de movimiento pero que en realidad se sienten tan semiconfinados como el resto.

La hostelería hace números para tapar el agujero de un segundo parón

Además, el cierre de la hostelería arrastra un tsunami de consecuencias en la economía local. El conjunto de proveedores ha visto cómo se desplomaban sus pedidos y como, durante los próximos 30 días, las pérdidas serán igualmente cuantiosas.

[Recogida de un local de hostelería poco después del cierre. GONZALO GARCÍA]Recogida de un local de hostelería poco después del cierre. GONZALO GARCÍA

El objetivo es regresar a las estadísticas de junio, cuando el número de contagiados en la provincia eran, apenas, el 5% de los actuales. Pero la partida se juega a cara o cruz. Si las restricciones funcionan, podría salvarse la campaña de Navidad. En caso contrario, no habrá más salida que la vuelta a los confinamientos selectivos.