Pontevedra se viste de color con la llegada de la Copa del Mundo de Triatlón. Equipos deportivos recorren la ciudad sobre sus bicicletas, con los nombres de sus países a las espaldas; familias comen helados y disfrutan de los espacios verdes; los peregrinos avanzan por el Camino Portugúes hacia Compostela; mientras otros turistas –más pausados– cogen el lente de su cámara para inmortalizar rincones que llaman su atención e, incluso, consiguen sorprenderse con detalles inesperados, como el Festival Internacional de Jazz y Blues de la Praza de la Ferrería.
Este último fue el caso de Rosa María, una turista procedente de la provincia de Tarragona, quien confiesa: "Me imaginaba una ciudad más cosmopolita, sin tanto edificio antiguo. No venía con algo programado, pero me ha sorprendido gratamente. Ahora he visto lo del Festival de Jazz y Blues y he dicho igual aprovecho y me quedo".
Carlos Javier Quinchará y sus amigos, Carolina Velázquez y Esteban Tibocha, sí tenían un plan definido en la capital de las Rías Baixas. Estos atletas colombianos vinieron por el triatlón y aprovechan para conocer una ciudad que visitan por primera vez.
"Al recorrer Pontevedra, en cada esquina ves algo bonito, algo totalmente nuevo. Está el Puente de los Tirantes, el centro, las carreteras para montar están bastante bien. Me parece una ciudad muy bonita, pequeña, que ayuda a que el poder entrenar y hacer competencia de este tipo sea mucho más amable. Es de fácil acceso para los deportistas y creo que también para la misma gente que vive acá", afirma Carlos Javier.
Las familias con niños pequeños también agradecen una ciudad con "un tamaño suficientemente pequeño para visitarla fácilmente". Así lo asegura Jonathan, quien viene desde Estados Unidos con su esposa e hijos. "Nos gusta la zona de la iglesia de A Peregrina, porque tiene mucha vida. Además tienes todos los servicios", resalta Jonathan, mientras sus hijos aprovechan de correr tras las burbujas de agua, que lanzan en la Praza da Peregrina.
Como por Pontevedra pasa el Camino Portugués, los peregrinos también se suelen dar cita por la Basílica de Santa María la Mayor y el Santuario de la Peregrina.
Andrés Gálvez, caminante procedente de Murcia, y sus compañeros de Alicante, comentan mientras se comen un helado a los pies de la iglesia de A Peregrina, que en su paso por la una ciudad la han encontrado "grande y con mucha vida".
Aseguran que lo mejor ha sido disfrutar de la gastronomía local. "Hemos comido divino de la muerte, pedimos pulpo, unas tostas de solomillo y unos calamares. También hemos ido a la Basílica", dice Andrés.
Entre los visitantes entrevistados, algunos dicen que la ciudad es grande y otros la consideran pequeña, pero en lo que todos coinciden es en la grata sorprensa que ha significado la visita por lo bonito de sus rincones, la amabilidad de su gente, las calles llenas de vida y la gastronomía que deja a los foráneos con ganas de más.
