Pontevedra se une a la acogida de niños de Ucrania durante el verano

La ONG 'Ven con nosotros' tramita sus vacaciones en España ▶El año pasado se quedaron sin acogida unos 30 menores, que no pudieron viajar

Svetlana, junto a sus padres de acogida. CEDIDA
photo_camera Svetlana, junto a sus padres de acogida. CEDIDA

Comer cinco veces al día, tomar fruta o ir al dentista. Lujos como estos son los que pueden permitirse los menores ucranianos que, gracias a la ONG Ven con nosotros, viajan cada verano a España para huir por unos meses de la miseria. Se trata de pequeños y jóvenes que viven en situación de pobreza y que tienen la oportunidad de someterse a chequeos médicos o paliar sus carencias alimentarias durante el tiempo que pasan junto a sus familias adoptivas.

La organización lleva en marcha desde 1994 y, en todo este tiempo, ha gestionado los viajes a España de 800 menores. Ahora la entidad, que tiene su sede en Valladolid, quiere expandirse por provincias en las que todavía no es muy conocida. Pontevedra es una de ellas.

Solo en 2017 se quedaron en Ucrania 30 pequeños que querían participar en el proyecto pero no encontraron familia. Ahora, la organización tiene abierto el plazo para inscribirse como casa de acogida. En cuanto a los menores, se trata de niños que tienen carencias serias. Además, viven en una zona próxima a Chernóbil, por lo que necesitan pasar por revisiones frecuentes para evaluar los posibles efectos de la radioactividad tras el desastre nuclear.

ℹ SABER MÁS:
Más información sobre acogimiento en 661971578, www.venconnosotros.es y [email protected]

Además del verano, los menores también pueden aprovechar las vacaciones de Navidad para visitar España. Estas son las encargadas de pagar el coste del billete de avión de los menores y ocuparse de su manutención durante la estancia. A cambio, la vida de los pequeños puede cambiar para siempre. "La vida de los niños mejora, no solo porque se les facilita el acceso a la asistencia médica, sino porque en muchos casos reciben afecto y unas atenciones que no suelen tener", cuenta Daniel Cejudo, presidente de la ONG.

"Le dimos un móvil para poder hablar con ella mientras está en su país"

A Svetlana la recibieron en el aeropuerto con un cartel de bienvenida escrito en ruso. Así comenzó sus últimas vacaciones en Poio, que tuvieron lugar la pasada Navidad. Su familia de acogida decidió repetir experiencia tras tres meses de verano en los que convivieron con la menor ucraniana, que pudo huir de la miseria durante unos meses gracias a Loreto.

"A mí me propuso acoger una chica que conocía porque ella sabía que yo había adoptado a dos niños ucranianos ya mayores y pensó que no me importaría participar en esta experiencia con una niña de 14 años, ya que encontrar casa de acogida para los más mayores es más difícil", cuenta Loreto Ferrero. Su familia se sentó a una mesa para sopesar la oportunidad y no dudaron en aceptar el reto. El balance fue positivo.

En verano llegó Svetlana, Sveta para la familia y los amigos. Venía de Rivne, una región ucraniana afectada por el desastre de Chernobil. A sus 14 años, tiene que hacerse cargo de la casa ya que es huérfana de madre y su padre sufre problemas de alcoholismo. "Nada más llegar empezó a llamarme mamá", señala Loreto. En la casa de Sveta no hay agua corriente y solo hay una habitación en la que convive con su padre y su hermano. "El momento de su partida es difícil, pero ya sabes desde el principio que eso va a ocurrir. Nosotros le dimos un móvil para poder comunicarnos con ella mientras está allá", cuenta Ferrero.

La adaptación de la joven fue fácil. Además de aprender español rápido –"en dos semanas ya es posible entenderse con ellos"–, en el caso de Sveta contaba con la ayuda de sus dos hermanos de Poio. Ellos fueron también adoptados por la familia y provienen de Ucrania. Allí aprendieron ruso, un idioma que siguen estudiando y les sirvió para integrar a Sveta con facilidad en la familia. "Yo les riño para que no le hablen ruso y así pueda aprender español", indica Loreto entre risas. La experiencia fue tan satisfactoria para ambas partes que en Navidad repitieron. Ahora ya están deseando que llegue el verano para reencontrarse con ella.

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