El popular reloj del Santuario de la Peregrina y su empeño histórico en ir a destiempo

La Cofradía de la Peregrina organiza los oficios religiosos, ayuda a los necesitados y mantiene "a punto" las instalaciones del Santuario, incluido su clásico reloj, que se resiste a dar la hora correctamente
Ignacio Landín ajusta manualmente el reloj de la Peregrina. BEATRIZ CÍSCAR
photo_camera Ignacio Landín ajusta manualmente el reloj de la Peregrina. BEATRIZ CÍSCAR

Las estrechas escaleras que conducen al campanario de la Peregrina son testigos de la dedicación de Ignacio Landín, presidente de la Cofradía de la Divina Peregrina.

El cofrade sube con firmeza, con la seguridad de quien pudiera hacer el trayecto con los ojos cerrados. Al final del ascenso, Landín advierte: "¡Cuidado con la cabeza!". También lo indica una señal puesta en el concreto.

Sostiene un manojo de llaves que abre las puertas del Santuario y, como quien camina por su propia casa, se abre paso a una de las mejores vistas de la Boa Vila. Un privilegio que se adjudica luego de medio siglo como miembro de la agrupación religiosa.

La Cofradía, según cuenta, se encarga de tener "a punto" todo el Santuario. Sus funciones son diversas, aunque todas giran entorno a fomentar el culto a la Virgen Peregrina. Organizan los oficios religiosos rutinarios y de las fiestas -incluidas las de la Peregrina, Semana Santa y Navidad-, y ayudan a los más necesitados, a través de donativos a organizaciones como Cáritas y el comedor social de San Francisco. También se encargan de cuestiones domésticas, con la batuta de la camarera mayor Marucha Mariscot: cambian las alfombras, visten a la Virgen, reparan el altar, tocan las campanas, pero quizá la más cuesta arriba sea ajustar el reloj, que históricamente va a destiempo.

Las funciones de la Cofradía de la Divina Peregrina son diversas, aunque todas giran entorno a fomentar el culto a la Virgen Peregrina

"Nuestra función es el fomento del culto a la Virgen Peregrina y este culto lo hacemos en su propio santuario", resalta Landín sobre la labor de la Cofradía.

Ya en los predios del campanario, decide sumarle 20 minutos al tiempo de la Peregrina. Es una actividad que realiza con frecuencia. Pues, según comenta, el reloj suele atrasarse.

La imprecisión del reloj de la torre del Santuario tiene su historia. Desde su instalación, en 1896, ha tenido múltiples dificultades para mantenerse en hora.

La máquina, procedente del hospital de San Xoán de Deus, fue "rescatada" antes de la demolición del centro de salud y trasladada al campanario. Llegó después de la instalación de las campanas en la torre contigua y, desde su instalación, su puesta en marcha fue dilatada. El mal funcionamiento del reloj ha perdurado en el tiempo.

Desde su instalación, en 1896, el reloj ha tenido múltiples dificultades para mantenerse en hora

En la década de los 70, en este diario se leían titulares como "El reloj de la Peregrina... y van..." y "Reloj detén tu camino", en referencia a los consabidos desperfectos de este artilugio. Incluso, en las crónicas de fin de año, consta que el reloj de la Peregrina no sonó el 31 de diciembre de 1986, para decepción de las decenas de personas que se habían dado cita en la Praza da Ferrería.

Al parecer, el problema viene del eje de la máquina que se descompensa con facilidad. Hace varios años el ayuntamiento se empeñó en reparar el reloj y contrató a empresas especializadas para esa tarea. También encargaron del mantenimiento a relojeros profesionales, pero esta antigua máquina continúa empeñada en averiarse. Y, por ahora, depende de los buenos oficios de Landín.

Los pontevedreses no pueden fiarse de esta máquina que marcha a contratiempo. Incluso popularmente se hacen bromas sobre el desperfecto de este reloj, que es ya un símil de imprecisión entre los ciudadanos.

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