Preocupación en las Rías Baixas por la falta de mano de obra para la vendimia

El mildiu lastra la producción en número importante de parcelas y la sequía amenaza con alargar la recogida 
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photo_camera Empleados trabajando en una bodega al inicio de la pasada vendimia. ARCHIVO/JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Bodegas y viticultores de las Rías Baixas se han puesto manos a la obra para fichar a temporeros para la próxima vendimia pero lo cierto es que, a estas alturas de la campaña, todavía quedan bastantes vacantes, demasiadas a ojos de algunos de los agentes del sector.

La recolecta genera cada año en las parcelas adscritas a la Denominación de Orixe Rías Baixas más de 5.000 empleos que asumen distintas tareas, desde la recogida de racimos al transporte y el tratamiento en bodegas. En los últimos años la contratación ya despertó más de un quebradero de cabeza a los productores, pero esta campaña promete rizar el rizo.

El miedo al contagio amenaza con disuadir a muchos trabajadores eventuales de poner un pie en los viñedos y eso de echarse un cable entre amigos de oficio hace tiempo que está vetado. Además, los viticultores perciben un interés decreciente de la gente joven por el trabajo de campo y que cada vez son más los veteranos que escapan de estos trabajos por temor a perder la ayuda pública con la que subsisten, véase el paro, subsidio o más recientemente el ingreso mínimo vital. "Es necesario que autoricen a la gente que percibe subvenciones a participar en la vendimia, igual que hacen en otros lugares del país con otras cosechas. Más aún, cuando no quieren que haya movimiento de personas (...). Cada es más difícil encontrar a gente. El que tiene que emplear a cuatro o seis personas le es más fácil, pero los que tienen grandes fincas necesitan a 50 u 60 personas y este año les va a resultar complicado", advierte Manuel Ángel Dopazo, responsable comarcal de Unións Agrarias.

Otro foco de preocupación son las medidas de seguridad que se aplicarán en la vendimia, puesto que las distancias de seguridad podrían ralentizar algunos procesos.

AMENAZAS. La D.O. Rías Baixas calcula que este año se podría llegar a una cosecha de 37 millones de kilos de uva, cinco más que las recolectadas el ejercicio anterior. Sin embargo, hay viticultores que desconfían de esas cifras, sobre todo por el ataque del mildiu, un hongo que parece haber afectado a un número importante de parcelas con mayor o menor intensidad. "Es difícil de calcular el impacto total, porque hay parcelas muy afectadas, algunas incluso sin nada que vendimiar, otras que están afectadas al 50% y otras que están en perfectas condiciones. Lo que sí está claro es que ha hecho mucho daño porque en mayo y junio hubo niebla, lloviznas y altas temperaturas, las condiciones óptimas para el desarrollo del hongo", indica Dopazo.

La Denominación de Orixe Rías Baixas calcula una recolecta de 37 millones de kilos, cinco más que la campaña anterior

El avance hacia unos tratamientos más ecológicos también ha hecho mella, pues ha derivado en la suspensión de materias activas "y resulta que no pueden con la enfermedad". Esto ha obligado a dar más tratamientos con el consecuente incremento de los costes de producción, lo que lleva a Unións Agrarias a solicitar la reevaluación de los tratamientos a aplicar. A esto se suma además la sequía de este verano, que reduce el peso y rendimiento de la uva y que puede acabar provocando "un retraso en la maduración".

COSECHA EN VERDE. El sindicato agrario estima que "las primeras bodegas podrían iniciar la vendimia en las últimas semanas de agosto" pero que, dada la irregularidad en el crecimiento de los racimos, "podría ser una campaña larga". La previsión es que el precio de la uva ronde un precio similar al del año pasado, de 1,30 euros por kilo (sin IVA), aunque cada vez son más las bodegas que tienen la compra pactada mediante contratos trianuales.

En cualquier caso, la Covid-19 hará que algunos productores ni lleguen a desenfundar las tijeras. Según informó ayer a este periódico la Consellería de Medio Rural, varios productores han solicitado acogerse a las ayudas aprobadas por el Estado con motivo de la Covid-19 para reducir el nivel de producción. Concretamente, registró seis solicitudes procedentes de la D.O. Rías Baixas para hacer lo que se conoce como una vendimia en verde, es decir, para retirar los racimos todavía sin madurar del cien por cien de una parcela y evitar su entrada en el circuito comercial. En total, las superficies afectadas rondan las 10,9 hectáreas, por las que se han solicitado ayudas por valor de 72.866 euros.

Seis productores se acogen a las ayudas Covid para desechar la producción de diez hectáreas y otros cuatro para retener las botellas durante seis meses

Otros cuatro productores de las Rías Baixas solicitaron las subvenciones destinadas al almacenamiento privado, es decir, para retener botellas durante un tiempo (seis meses en el caso de los blancos) con el fin de eliminar temporalmente el exceso de oferta. A estas se suman dos solicitudes de la Ribeira Sacra, dos de Ribeiro, una de Valdeorras y otra de Monterrei que, en conjunto, se traducen en ayudas valoradas en 155.790 euros.

Por el contrario, no se registró ninguna petición desde Galicia para las ayudas para la destilación de crisis, que pretendían fomentar que el alcohol destilado se orientase a fines industriales y energéticos, como los propios geles desinfectantes.

Pese a estas solicitudes, tanto la Consellería como la D.O. y los viticultores opinan que la línea de ayudas impulsadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para el sector no son aplicables a la viticultura gallega, sino que están "hechas a la carta" para otras explotaciones, entre las que destacan las de Castilla-La Mancha y Extremadura. Prueba de ello es que las solicitudes registradas por Medio Rural apenas llegan a los 230.000 euros para unas subvenciones valoradas en 90,5 millones de euros.

El único salvavidas que atisban ahora mismo son las ayudas anunciadas por la Xunta, que prevé inyectar 60 millones en el sector para que las bodegas puedan financiar la compra de uva.

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