Fernando Rueda: "La protección de los servicios secretos al rey emérito fue total"

Su conferencia Los servicios secretos al servicio del rey fue una de las que centraron este viernes las IV Xornadas Contra a Impunidade, organizadas por el departamento de Memoria Histórica de la Deputación. Rueda puso sobre la mesa cómo, primero Franco y luego los diferentes gobiernos de la democracia, protegieron al rey emérito, Juan Carlos I
Fernando Rueda. RAFA FARIÑA
photo_camera Fernando Rueda. RAFA FARIÑA

Usted asegura que los servicios secretos han estado al servicio del rey emérito. ¿De qué forma lo han ayudado?

Él llega muy jovencito a España y se encuentra con que Franco le somete a un férreo espionaje. El servicio secreto franquista lo vigila a cada momento del día, incluso tiene infiltrados. Entonces Juan Carlos aprende que es muy importante tener a los servicios secretos de su parte; por eso y porque, cuando se acerca el momento de la muerte de Franco, este les encarga que organicen la transición para garantizar que la monarquía se asiente en España. Con lo cual, los mismos que le espían son los que luego le protegen. Y a esto se suma la CIA, que también participa en esa operación para conseguir que la monarquía triunfe en este país. Y luego, cuando Juan Carlos ya es rey, también se da cuenta de que, si quiere estar muchos años en el poder, necesita la ayuda permanente y privilegiada del servicio secreto. Y desde ahí e incluso hasta después de dejar la corona, la protección es total.

¿Cree que sin esa ayuda en la última etapa del franquismo, la monarquía no se habría asentado en España? ¿Que la historia habría sido diferente?

Creo sin duda que sí. Juan Carlos llegó gracias a esa tremenda protección del servicio de inteligencia que lo controlaba todo en la dictadura. Y luego en la democracia ese servicio también ha jugado un papel vital, y a esto se han unido todos y cada uno de los gobiernos. No es que el servicio de inteligencia haya actuado por su cuenta, sino que lo ha hecho siguiendo las órdenes de los gobiernos de Suárez, de Felipe González, de Aznar, de Zapatero, de Rajoy... Todos se han preocupado de cuidar al rey y proteger esa figura que garantizaba la continuidad. Esa unión de los espías con los gobiernos es la que ha permitido que la monarquía se asentara, sobre todo en aquellos años tan complicados de los 70, 80 y 90.

Y en años más recientes, ¿de qué manera ayudaron los servicios secretos a Juan Carlos I?

Básicamente, los problemas que ha dado Juan Carlos a los servicios de inteligencia son tres. El primero: sus amistades peligrosas, que no debía tener un jefe de Estado, por ejemplo gente que tenía problemas legales como el príncipe Tchkotoua o Mario Conde. Ahí el servicio secreto ha estado pendiente de alertarle y protegerle. El segundo: el dinero. Ahora todos dicen que nadie sabía que el rey se llevaba dinero, pero la realidad lo demuestra en distintos momentos. Por ejemplo en 1995, con el empresario Javier de la Rosa, que había estado metido en líos del caso Kio y que había dado dinero a muchos políticos, según dice él. El servicio secreto investiga y presiona a Javier de la Rosa para que judicialmente no diga que le ha dado, creo que eran 100 millones, al rey Juan Carlos. A pesar de lo cual, el hombre del rey para el dinero, que era Manuel Prado y Colón de Carvajal, resultó juzgado y condenado.

¿Y el tercer problema? 

El tercero es el tema de las mujeres. Habitualmente en eso el servicio secreto no se ha metido nunca, salvo a principios de los años 90, porque el rey perdió toda la discreción que se le exige a un jefe de Estado. En aquel momento, el entonces director del servicio secreto, Emilio Alonso Manglano, en coordinación con el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, lo que hacen es buscarle un piso en la calle Sextante de Madrid, para que mantenga relaciones con Bárbara Rey y, si se daba con otra, pues con otra. A partir de ahí sí que intervienen porque consideran que, si se descubre que el rey tiene ese tipo de vida, puede afectar a la estabilidad de la democracia, etcétera. El rey no aprende la lección con Bárbara Rey y se engancha con Corina Larsen, en quien reúne el papel de amante y encargada de sus negocios. Y eso acaba como todos estamos viendo.

En su libro Al servicio de su majestad, afirma que han sido "50 años de conspiraciones, manipulaciones y ocultamientos". ¿Cree que sin esa ayuda a lo largo de todas estas décadas, España seguiría teniendo un sistema monárquico?

No lo sé. Creo que el servicio secreto no actúa independientemente, sino al servicio del Gobierno que está. Así que me atrevería a decir que han sido los gobiernos los que se han preocupado de que la monarquía no cayese.

Y, aunque según dice usted, auspiciados por los diferentes gobiernos, ¿los servicios secretos actuaron al margen de la legalidad?

Para las misiones estrictamente legales están la Policía, la Guardia Civil, los Mossos d’Esquadra, la Ertzaintza... El servicio de inteligencia es otra cosa, está para hacer inteligencia, para decir cuáles son los problemas que vienen, para investigar cuando todavía no hay delitos... Obviamente, hace las cosas que la Policía o la Guardia Civil nunca podrían hacer, porque en determinados momentos hacen cosas que van más allá de la legalidad.

¿Sigue siendo todo así con Felipe VI o han cambiado las cosas?

Hasta ahora con Felipe VI es muy aburrido. Cuando ha tenido alguna amistad peligrosa la ha quitado de en medio, no tiene problemas con otras mujeres que no sean la suya, no tiene esa obsesión por el dinero... Por tanto, hasta ahora lo que se sabe es que no está habiendo ningún problema de este tipo.

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