Manuel Guisande ESCRITOR

"No puedes escribir humor si no estás a gusto contigo mismo"

▶ Su padre, Manuel González Nájera, otrora juez en Redondela, vivió momentos que Manuel Guisande no pudo resistirse a escribir. Anécdotas de un trabajo y de un tiempo que su hijo diseccionará desde el humor en el nuevo libro, entre cuyos escenarios figura Pontevedra.
El periodista y escritor Manuel Guisande. DP
photo_camera El periodista y escritor Manuel Guisande. DP

DICE no saber si es escritor porque come poco o come poco porque es escritor. Sea como fuere, lo que está claro es que lo es. Tras una dilatada carrera periodística -actualmente colabora con El observador de Costa Rica- y también literaria, Manuel Guisande (A Coruña, 1958) se encuentra en camino de sumar un nuevo trabajo a su trayectoria. Uno en el que, además, Pontevedra se convertirá en uno de los escenarios donde se desarrolle la acción.

¿Ha cambiado Pontevedra desde la última vez que estuvo por aquí?

Muchísimo. Pontevedra, antes, se identificaba con una ciudad triste. Era la imagen que creo que se tenía en Galicia. También estaba el problema de la celulosa. Ahora, yo he descubierto una ciudad que es maravillosa. Una cosa que me ha sorprendido es que llevo varios días paseando y no veo una calle importante, sino muchas. Y muy comerciales. Y lo que más me sorprende es que me molesta cuando hay un ruido de un coche. Estoy acostumbrado a estar en ciudades en las que pasan coches y aquí veo una tranquilidad genial, veo muchísima gente en la calle. Supongo que porque es peatonal y la gente está tranquila. Entonces, cuando oigo el ruido de un coche, pienso: "¿Qué hace este coche aquí? Me molesta".

Aborda sus obras desde el humor.

Escribo mucho de humor porque es una actitud hacia la vida. Tú no puedes escribir sobre humor si no estás a gusto contigo mismo. Y yo, como no doy mucho de sí, estoy a gusto conmigo mismo. Es sencillo. El humor es la forma que a mí más me entretiene. Y es una manera, además, en la que puedes decir muchas cosas que de otra forma quedarían más agresivas.

Un vehículo para transmitir opiniones.

Sí, porque con el humor se perdona todo, se le perdona todo. Pero también es cierto que para mí también hay unos límites. Es decir, yo no entiendo el humor de una violación o de un pederasta. Y después, el humor tiene que ser fino e inteligente: porque hay mucho humor que no lo es. Son unas faltadas. Para mí tiene esos límites. Para otros no los tendrá. Pero el humor, en esencia, es no molestar a nadie. Y se puede hacer mucho humor sin molestar a nadie. A mí lo que más me duele es escribir algo de humor y que una personas se moleste.

"No se puede escribir humor para hacer reír a los demás. Yo no sé qué registros tiene el personal. Me río yo y luego que se ría quien quiera"

¿Es algo que se puede evitar?

Con el humor pasa una cosa: va de coco a coco. Es una conexión intelectual. De hecho, de quien escribe humor no se dice el nombre de sus libros, sino el del personaje. ¿Por qué? Porque es una cosa de conexión. Si tú lees solo un artículo, te va a parecer una estupidez. Tienes que leer varios para coger la filosofía de ese tío. Y, cuando le vas pillando la jugada, ya te vas integrando. Cada uno es como es: no se puede escribir humor para hacer reír a los demás. Yo no sé qué registro tiene el personal. Me río yo y que me acompañe el que se ría conmigo.

Este relato nace de las vivencias de su padre. ¿Y el resto?

Casi todo lo que escribo lo he vivido. Escribo mucho artículo de costumbres: lo que hacemos todos los días, pero desde otro punto de vista. Cuando viajo a otros países, lo que me gusta más es ver cómo funcionan sus sociedades. Y sobre todo sociedades muy distintas. Me encanta ver cómo funciona el personal. Que en esencia funcionamos igual, pero hay cosas que son curiosísimas y que te hacen pensar.

¿Cómo es su proceso creativo?

Yo no pienso nada. A mí me vienen como flashes. Y mi primer pensamiento siempre es el principio y el segundo es el final. Después, se me van ocurriendo cosas por el medio y las voy metiendo. Todos los días, cuando hago un libro, lo repaso mentalmente a la hora de la siesta y a la hora de dormir. Es decir, al cabo de dos meses, son más de sesenta veces en las que he repetido el libro. Sé que esto va aquí y esto va allá. Me viene otra idea y digo: 'Ah, pues esta la voy a meter en este sitio'. Entonces, cuando me pongo, ya sé lo que voy a escribir. Te surgen cosas por el medio, claro, pero ya tengo el libro hecho.

"Rodripico son cinco cuentos cronometrados: te los acabas en diez minutos"

Además de humor, también escribió literatura infantil: Rodripico.

Surgió porque yo les contaba cuentos a mis hijas, eran larguísimos y dije: "Ni hablar. Voy a inventarme uno más corto porque los padres también llegamos cansados". La colección de Rodripico son cinco cuentos cronometrados: es decir, en diez minutos te los acabas.

Literatura para padres, más que para niños.

Con los cuentos pasa una cosa curiosa. Te dicen: "Joder, tus cuentos son geniales. Lo cuento y, al poco rato, se duerme". Y te dan ganas de preguntar: "¿Y en qué página?". Porque no sé para qué escribo el resto. Es triste escribir para que un tío se duerma, para que el niño se duerma en la página cinco. ¿Y para qué escribí veinte? Claro, te felicitan porque tu libro hace que la gente se duerma. O sea, que no lo leen. ¡Te felicitan por no leerlo! (risas).

También escribió cortometrajes.

Y no volveré a escribirlos, porque es un follón. Son imágenes y es un lío. Es mucho trabajo: que si la cámara de abajo, que si el enfoque de arriba, que si esto, que si lo otro. No compensa. Es que yo soy un vago. A mí esto, escribir libros, no me cuesta hacerlo. Si me costara, no lo haría. Mira, hay escritores que te dicen: "Jo, es que yo sufro mucho con los finales". Y yo les digo: "Pues monta una ferretería, que son muy divertidas". Hay muchas cosas. Te entretienes. Si sufres, no escribas. La vida es para divertirse.

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