Rúa Serra, lo que el tiempo se llevó

La calle pasó de ser el "centro comercial de la ciudad" por su gran atractivo económico, a convertirse en una de las vías con más locales vacíos ► La reforma que se hizo en el Mercado de Abastos en el año 1999 marcó un antes y un después en la zona
Algunos comerciantes de la Rúa Serra. GONZALO GARCÍA
photo_camera Algunos comerciantes de la Rúa Serra. GONZALO GARCÍA

La ciudad del Lérez inauguró en el año 1886 un mercadillo cubierto junto al puente de O Burgo. Décadas más tarde este se quedó pequeño y fue derrumbado para construir uno más grande en la Rúa Serra, el mismo lugar que ocupaba el antiguo matadero de Pontevedra. Estas instalaciones, diseñadas por los arquitectos Emilio Quiroga y José Barreiro, se inauguraron el 20 de enero de 1948 y pronto se convirtieron en el mayor atractivo económico de la capital de la provincia.

 

Con el paso de los años, las necesidades de los pontevedreses fueron cambiando y cada vez se hacía más necesario renovar esta plaza, así que en 1999 se construyó un mercado provisional frente al Pavillón Municipal dos Deportes, al otro lado del río, con el objetivo de poder reconstruir el inmueble. La reforma, que fue realizada por el arquitecto César Portela y que se inauguró el 10 de octubre de 2003, marcó un antes y un después en toda la zona.

Los negocios de alrededor dependían de este motor económico, así que su cierre, aunque fuese temporal, fue clave en la historia de esta calle, la cual era conocida antiguamente como Verrón. Denominación que cambió en el año 1969, cuando esta vía adoptó el nombre con el que, hasta entonces, se conocía a la actual rúa César Boente.

Por ella han pasado establecimientos históricos, algunos de ellos aún sobreviven: la zapatería El Artesano, Comercial V. San Luis, la cerería Dima, la ferretería Mafer, Carnicería Outón, Joyería Paisa, Joyería Pilar Álvarez, Frutería Domínguez, Establecimientos Agustín o Cuchillería Gómez.

El propietario de este último negocio, Carlos Gómez, es el veterano de la calle y también de Pontevedra. Su padre, Serafín Gómez, fundó la cuchillería en 1952.

Por la misma fecha también aterrizó en la zona Paquetería Rosa. Actualmente al frente de esta tienda está Javier González, que es tercera generación. "Este negocio lo abrió mi abuela y al principio era un puesto que empezó en la antigua Plaza de Hierro. Después se trasladó a la Plaza y después para el actual local. Pasó de mis abuelos a mi padre y ahora a mí", explica.

Imagen de la calle Serra en la década de los 90. ARCHIVO
Imagen de la calle Serra en la década de los 90. ARCHIVO

Junto a él sigue activo otro de los negocios de más renombre, la Joyería Pilar Álvarez, también al frente de la tercera generación. "El local lo abrieron mis padres en 1957, después lo cogí yo en el 2003 y ahora, desde la pandemia, lo tiene mi hijo", señala Pilar Álvarez, la madre del actual dueño.

En el otro lado de la calle también sobreviven otros dos locales históricos en la ciudad. El primero de ellos, la cerería Dima, lo abrió en marzo de 1975 Carmen Ventura y hace dos años lo cogió su hija, Sandra Vilariño. Pegado a ellas está Benito Ventura, que está al frente de Comercial V. San Luis desde el año 1980.

Si en algo están de acuerdo todos los comerciantes es que esta calle ya no es lo que era. "Este era el centro comercial de Pontevedra pero ahora subsistimos por el Mercado y por los clientes que tenemos de toda la vida. Vamos aguantando pero aquí cerraron muchos negocios", confirma Ventura.

"Antes la Plaza tenía una vida espectacular, esto era un bullicio de gente todos los días pero al final todo eso se murió y nosotros vamos cuesta abajo. Ahora hay muchísimos locales vacíos", asegura también el propietario de Comercial V. San Luis.

En ello afectaron dos motivos. Uno de ellos, tal y como afirma Álvarez, tiene que ver con "el cambio que hubo de consumo, abrieron más supermercados y llegó el mundo online. Aquí se depauperó todo". Aunque sin duda el principal factor se remonta a 1999.

"Aquí lo que realmente mató la zona fue la reforma que se hizo de la Plaza de Abastos. Al final estuvo mucho tiempo parada, porque fue una obra faraónica, y después la gente dejó de venir", apunta Javier González. Algo a lo que Benito Ventura añade que "el tiempo en el que estuvimos sin Plaza, esto fue una hecatombe, y después, en ese tiempo, mucha gente perdió el hábito de venir, se acostumbraron a ir a otros sitios y esa es clientela que ya no se recuperó".

"Estuvimos un año entero con una valla delante, pegada a los negocios. Incluso nos llegamos a manifestar porque la Plaza estaba hecha y no la daban abierto. Tardaron muchísimo y fueron muy lentos", recuerda también Carmen Ventura.

Ante esta compleja situación, los comerciantes creen que la única salida es "intentar dinamizar y modernizar la zona". A este respecto, Miguel Lago, presidente de la CCU Zona Monumental y propietario de Pollería Lago (que se abrió en esta calle en 1963) y del supermercado Mercaplaza (en 1987), insiste en la importancia de "traer aquí algún atractivo, bien sea una feria, mercadillos... Algo que reviva el ambiente".

Bancos: "No tenemos ni un triste cajero cerca"

A pesar de que todos los comerciantes coinciden en que la actividad de la zona se desplomó en las últimas décadas, Sandra Vilariño, que actualmente está al frente de la cerería Dima, confía en "poder jubilarme aquí".

Sin embargo, tanto su madre como ella recuerdan lo mucho que perjudicó a todo el entorno de la zona, el cierre de varias oficinas bancarias. "Además de quitarnos las paradas de autobuses, que eso atraía a muchísima gente, ahora por no haber no tenemos ni un triste cajero cerca. La gente que quiere sacar dinero se tiene que ir al centro", denuncia Vilariño.

En lo mismo insiste Pilar Álvarez. "Estamos muy preocupados por no tener cajeros automáticos, porque al final esto nos perjudica muchísimo. La mayoría de los clientes pagan con tarjeta pero sigue habiendo gente que prefiere hacerlo en efectivo y no tiene dónde sacar dinero".

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