Requisitos judiciales postergan hasta marzo la exhumación en Santa Clara

Los restos de las religiosas enterradas en el jardín serán trasladados hasta el convento que la orden posee en Santiago ► "Aquí tenemos espacio suficiente", asegura la abadesa, Sor Consuelo
Sor María Consuelo junto al coro viejo, a donde serán trasladados los restos de las 15 tumbas de Pontevedra. EL CORREO GALLEGO
photo_camera Sor María Consuelo junto al coro viejo, a donde serán trasladados los restos de las 15 tumbas de Pontevedra. EL CORREO GALLEGO

El convento de Santa Clara aún tiene por delante numerosos deberes antes de reconvertirse en espacio de disfrute público. Pero al margen de las cuestiones administrativas y la definición de los futuros espacios, hay un trámite pactado entre Concello y la Orden de Santa Clara que debería haberse resuelto ya pero que se demorará varias semanas.

Se trata de la exhumación de las 15 lápidas que se encuentran en el amplio jardín del recinto conventual (aunque bajo tierra descansan los restos de más de 60 monjas), previsto para unos 15 días después de sellarse formalmente la compra, el pasado 1 de diciembre.

Sin embargo, versioneando el dicho popular, la Iglesia puede decir que 'Con la Justicia hemos topado'. Según explica a este periódico la abadesa de Santiago, Sor María Consuelo, el traslado de los restos requiere de una autorización judicial.

"Al principio se habló de un plazo de dos semanas, pero ahora nos han dicho que hay que aguardar dos meses, con lo que la exhumación no se producirá hasta marzo", apunta.

Este inesperado aplazamiento se debe a la exigencia de ampliar el plazo legal por si algún familiar de las difuntas pudiera oponerse a ese traslado a la capital de Galicia, un rechazo "que no tendría ningún sentido a estas alturas, porque en su momento ellas fueron enterradas en el convento de la Orden y ahora seguirían junto a sus otras hermanas", sostiene Sor Consuelo, quien agrega que "aquí -en Santiago- tenemos espacio suficiente para darles sepultura y que descansen en paz definitivamente".

EN EL CORO BAJO. El destino final de los restos de las religiosas se decidió hace tiempo, en mayo del año pasado, en el mismo momento en que se planteó y se decidió la venta del cenobio pontevedrés al Concello capitalino por 3,2 millones de euros: será el convento que la Orden de Santa Clara posee en la santiaguesa calle de San Roque, un edificio que data del siglo XIII y que está considerado como una auténtica joya del Barroco.

Entre su multitud de estancias se encuentra el denominado coro bajo, lugar que las clarisas visitan a diario. Bajo un suelo de madera, que no hace muchos años fue rehabilitado por el Consorcio de Santiago, están enterradas casi cuarenta religiosas. Es un lugar a donde acuden a tomar la comunión tras la misa diaria de las siete de la tarde.

La última monja que residió en el convento pontevedrés "está delicada de salud"

Una calurosa tarde del 25 de septiembre de 2017, el convento de Santa Clara despedía a las que durante años habían sido sus dos únicas moradoras: Sor Sagrario Herbón Herbón y Sor María Purificación.

Tres hermanas de la congregación santiaguesa se encargaron de recogerlas y acompañarlas hasta el convento santiagués. Sor Sagrario, que fue la abadesa durante los últimos 14 años, había decido que su estancia en la capital de Galicia sería provisional y que al cabo de unos meses se mudaría al monasterio que las clarisas tienen en Ribadeo.

Allí permaneció durante casi dos años hasta su fallecimiento, el 15 de julio de 2019. De este modo, la única ‘superviviente’ del cenobio pontevedrés es Sor Purificación, que actualmente tiene 84 años y reside en el convento de la calle San Roque de Santiago.

"Tiene los achaques propios de la edad y por eso está un poco delicada de salud, pero en líneas generales está bien", explica la abadesa. En cuanto al futuro destino del convento de Santa Clara, Sor Consuelo reitera su satisfacción porque sea para disfrute de la ciudadanía.

"Ya lo dije en su día. Tenemos un sentimiento de cierto pesar por no haber podido mantener abierto el recinto, pero teniendo en cuenta las circunstancias, quedamos conformes y contentas de que tenga un uso cultural y público. Así se recoge en las cláusulas; y si no fuese así, no las habríamos firmado", subraya la religiosa.

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