Las residencias de mayores cuelgan el cartel de 'completo'

Los centros de la tercera edad de Campolongo, Saraiva y Soremay tienen todas sus plazas ocupadas y con listas de espera ► Solo Domusvi, al ser el geriátrico más joven de la ciudad (abrió sus puertas hace menos de un año), tiene vacantes disponibles
Alunnos de la Escuela Naval acompañando a residentes del centro de la tercera edad de Campolongo. DAVID FREIRE
photo_camera Alunnos de la Escuela Naval acompañando a residentes del centro de la tercera edad de Campolongo. DAVID FREIRE

La alta esperanza de vida de los pontevedreses, situada al filo de los 83 años (que incluso llegó a ser en 2019, antes del estallido de la pandemia, de 84 años y medio, la más alta de la historia) es la principal causa de la elevada demanda de plazas en centros de la tercera edad de la Boa Vila. Aunque resulta imposible concretar el número total de personas que suman las listas de espera de los cuatro centros geriátricos de la Boa Vila, lo cierto es que solo uno de ellos, Domusvi, es el que cuenta con plazas disponibles. La ocupación es absoluta en los otros tres (la residencia de la tercera edad de Campolongo, Saraiva y Soremay).

En Galicia son alrededor de 1.500 las solicitudes de personas que quieren ingresar en geriátricos y que aún no han encontrado plaza, según la Asociación Gallega de Residencias Privadas de la Tercera Edad (Agarte).

Pazos, presidente de Agarte: En las residencias privadas quedan plazas libres porque ofrecen un servicio muy costoso

"Tenemos una lista de espera de 40 personas, una cifra que nos daría para cubrir todas las plazas de un nuevo centro como el que ya tenemos", explica Lucía Saborido, fundadora de la residencia Saraiva Sénior. Creado hace un lustro, es uno de los tres centros de mayores de ámbito privado que hay en Pontevedra, junto a los de Domusvi (en la calle Loureiro Crespo, que cuenta con 120 plazas) y Soremay (en O Gorgullón, con 87 plazas).

El único centro público para la tercera edad es el de Campolongo, que está gestionado por la Xunta. Tiene capacidad para 130 usuarios (la mitad de estas plazas reservadas para personas dependientes) y en la actualidad cuenta con 100 residentes. Entre los cuatro centros de la tercera edad de la ciudad suman un total de 282 plazas.

La pandemia no ha afectado a la ocupación de la residencia Saraiva porque la lista de espera para acceder a este centro "sigue siendo muy alta porque responde a un modelo distinto al tradicional, una residencia dotada de unidades de convivencia por estilos de vida que resulta muy atractivo", explica Lucía Saborido.

En el caso del geriátrico de Campolongo, "no existe una lista de espera para personas válidas, sino de personas dependientes", matiza Juan José López Peña, director del centro. Argumenta que "las personas válidas prefieren quedarse en casa, como es lógico, por lo que está disminuyendo el número de solicitudes para entrar en residencias".

La ocupación en el centro Soremay es de casi el 100%, según indican desde el propio geriátrico. Las habitaciones con camas individuales son las más demandadas, por lo que siempre suele haber petición de reservas.

A diferencia de las residencias de gestión pública, en los geriátricos privados suele haber plazas libres porque "es un servicio que resulta muy costoso", subraya José Manuel Pazos, presidente de Agarte y vocal de la junta directiva de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX). "La situación económica en estos momentos no permite a las familias disponer del dinero suficiente para pagar el alojamiento", cuyo coste mensual supera los 2.000 euros e incluso puede llegar a rondar los 3.000.

El sector de las residencias privadas "está pasándolo mal", asegura Pazos. "El 60% del presupuesto va destinado a costes de personal, con una subida en el convenio del 7%, a lo que hay que sumar el encarecimiento de los suministros".

Otros problema que está viviendo el sector son, según el presidente de Agarte, por un lado la falta de profesionales, en todos los niveles, tanto auxiliares como personal sanitario ("un déficit que también está afectando a las residencias de gestión pública"), y la "incertidumbre" generada por la reforma del modelo de centros, que está frenando nuevas inversiones debido a que los nuevos requisitos que plantea el Gobierno serían "inasumibles".

El envejecimiento de la población explica, en parte, el repunte de proyectos para la apertura de nuevos geriátricos en una ciudad que, sin embargo, sigue siendo la más joven de Galicia (la media de edad, según los últimos datos publicados por el Instituto Galego de Estatística, es de 44,7 años, una cifra que está por debajo del resto de ciudades de la comunidad).

En concreto, la Fundación Amancio Ortega construye para la Xunta el segundo geriátrico público de la capital, que estará en A Eiriña. En A Parda hay otra promoción más, aunque privada, que contará con 150 plazas distribuidas en 132 habitaciones: 114 de ellas individuales y las 18 restantes dobles.

Domusvi abrió las puertas de su residencia de mayores en marzo de 2022. La residencia tiene 46 habitaciones individuales y 36 dobles. Tiene en la actualidad 60 usuarios. El número de plazas es de 120.

Soremay es la residencia privada de Pontevedra con más usuarios en la actualidad. La empresa se define como un centro urbano de mayores. Se encuentra en la calle Padre Sarmiento de Gamboa, en pleno corazón del barrio de O Gorgullón. Tiene en la actualidad 76 usuarios. El número de personas alojadas es variable dependiendo del número de altas y de bajas en el servicio.

La residencia de Saraiva Sénior es la única que hay en el casco histórico de Pontevedra. Abrió sus puertas en el año 2017 convirtiéndose en el primer alojamiento alternativo para la tercera edad en la ciudad, a través del housing. Ubicada en la calle Don Gonzalo, cuenta en la actualidad con un total de 39 usuarios.

La segunda residencia pública de Pontevedra estará situada en A Eiriña. En un solar de 5.120,80 metros cuadrados cedido por el Concello de Pontevedra a la Xunta, que promueve esta obra, que está en fase de ejecución desde el pasado mes de agosto. El proyecto cuenta con un plazo de ejecución de 18 meses y un presupuesto de doce millones de euros, que pagará íntegramente la Fundación Amancio Ortega.

El edificio contará con dos accesos, siendo el principal de ellos por la Rúa Paxariñal. El centro tendrá capacidad para 120 personas mayores. Los futuros usuarios se repartirán entre 42 habitaciones dobles y 36 individuales.

En la antigua parcela de Tafisa se levantará una residencia de mayores privada con 198 plazas. la empresa Thor Spain Private Equitis ha solicitado licencia para construir un geriátrico al lado del parking de autocaravanas.

Por un lado se habilitarán 150 puestos para personas mayores, de las cuales 102 distribuirán en habitaciones individuales y las 48 restantes en cuartos dobles. A mayores se crearán 24 pisos tutelados con espacio para 48 usuarios.

Alumnos de la Escuela Naval, voluntarios en la residencia de Campolongo

La ola de solidaridad que desató la petición del director de la residencia de Campolongo, Juan José López Peña (quien a golpe de misiva pidió que se enviaran cartas a los mayores del centro para combatir la soledad que sienten muchos cuando las visitas escasean o cuando directamente no existen) desbordó las previsiones más optimistas, ya que el geriátrico recibió 24.000 misivas. "Sigo dándole vueltas a cómo poder hacer un agradecimiento público porque nos resulta imposible responder a tal cantidad de cartas", subraya López Peña.

Pero tampoco se detiene ahí el tsunami solidario, sino que esa demanda de compañía a través de las letras se ha traducido también en una cascada de propuestas para entretener y acompañar a los residentes in situ. "Hemos iniciado un programa de voluntariado con los alumnos de la Escuela Naval Militar de Marín. La experiencia está siendo fantástica tanto para ellos como para nosotros", destaca López Peña. Los aspirantes a oficiales de la Armada acompañan a los residentes los viernes por la tarde y los sábados en grupos de entre cuatro y seis. "Vienen con ganas e ilusión y demuestran un buen hacer. Me tienen impresionado", apostilla el director del geriátrico.

La atención sanitaria en las residencias de la tercera edad se mantiene en la actualidad "prácticamente igual" que durante la pandemia, cuando las medidas preventivas se reforzaron "hasta lo imposible", explica López Peña. "Durante la crisis sanitaria la plantilla de trabajadores ha realizado un sobreesfuerzo. Fueron momentos muy difíciles en los que hubo que prestar una atención personalizada, como cuando hubo que aislar a unas 30 personas en sus habitaciones", subraya. En la actualidad la vida en la residencia de Campolongo ha vuelto a la normalidad al 99%, manteniendo los lógicos márgenes de control sanitario (se mantiene la mascarilla y las medidas higiénicas).

Se han recuperado las visitas externas, en horario de 11.00 a 19.00 horas, y ya en Navidades ha habido conciertos y otro tipo de actividades propias de esas fechas. "Nos está costando recuperar la normalidad porque el Covid generó al principio muchísimo temor y miedo. Para personas de 80 años una pandemia les hace pensar en el peligro vital, en la muerte".

Nuevo modelo de residencia
Toda nueva residencia de mayores o discapacitados, sea pública o una privada que quiere concertar sus servicios, deberá ser pequeña, tener prácticamente todas las habitaciones individuales, funcionará en torno a grupos muy reducidos de convivientes que tendrán sus propios espacios comunes y cuidadores, la ratio de personal crecerá hasta en el 60 %, deberán pasar controles permanentes de calidad, el acceso a la sanidad del residente será igual al de cualquier vecino de la zona y los internos tendrán voz y voto en el funcionamiento del centro.

Así serán los nuevos geriátricos, que dispondrán de un período máximo de siete años (hasta diciembre de 2029) para adaptarse a las principales exigencias del nuevo modelo.

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