"Hemos intentado entrar para comer, pero nos han dicho que tenemos que presentar el certificado de vacunación. Nosotros estamos vacunados, pero no han pasado los 15 días reglamentarios para poder entrar al local", declaraba Renata, después de que uno de los empleados de un restaurante le denegase el acceso al interior.
El problema se agrava con la climatología, que el sábado dejó lluvias en la ciudad. "No se puede estar en una terraza, así que la solución es irnos para casa", continúa. "Nosotros aprovechamos el mal tiempo en verano para llenar los interiores, porque cuando hace buen tiempo la gente se va a la playa, entonces nos han fastidiado con esto", apunta Cheli, una de las empleadas de Barrallocas.
Es el principal hándicap con el que se están encontrando los propietarios de los locales de hostelería en las primeras horas de vigor de esta norma que mantiene vacíos los interiores, que pasan a ser solamente territorio de unos pocos afortunados que cumplen con el protocolo. "Hemos cancelado muchas reservas que teníamos para hoy, porque eran en interior, y unos están vacunados y otros no, y por no complicarse prefieren no venir", señala Marta González, dueña de La Gramola.
Aún así, la incertidumbre está siendo protagonista en estos primeros días, haciendo incluso que los hosteleros tengan que enfrentarse a sus clientes. "Encima de que las normas son duras, perdemos clientes", continúa Marta, contando que "hay mucho turismo. Nos vienen diciendo que en Madrid no es así, o que vienen de Barcelona y allí es de otra manera y no lo sabían... Están muy perdidos y eso genera tensión".
UN GOLPE DURO. Esta quinta ola está dejando devastado al sector hostelero, que comenzaba a ver la luz al final del túnel con la llegada del verano. "No nos cierran por los turistas, pero a finales de agosto veremos", apunta González, que se muestra derrotada ante la impotencia que genera la nueva situación. "Cada vez hay más normas, que llegan como siempre mal y a última hora", apunta.
Es el ejemplo de que la furgoneta móvil que realiza estos días las pruebas de antígenos en Plaza de España estuviese hasta la bandera.
Este sábado, desde primera hora de la mañana la situación se repitió en todos los locales de la zona, que comenzaron a cumplir las normas ante la presencia policial que vigiló las calles de Pontevedra.
Los coches patrulla trabajaron sin descanso por la zona con el fin de evitar irregularidades. Aún así, la función informativa la cumplieron los propios hosteleros. "Hay mucha gente perdida, tenemos que montar un servicio de gabinete de información", relataba Marta Domínguez, que ha elaborado un vídeo en tono cómico reflejando la situación y que ya se ha hecho viral en las últimas horas.
De ahora en adelante y hasta que se establezca una nueva normativa, las terrazas de la Boa Vila colgarán el cartel de completo porque "la gente viene a la terraza y ya no se levanta, y como llueva, menos", asegura Cheli, que el sábado tuvo que dejar de atender a decenas de clientes porque "con este tiempo no suelen ponerse a esperar".
La hostelería vuelve a dar un paso atrás en su evolución hacia salvar el verano, un camino que ya habían tomado semanas atrás, y se dirige a "la ruina".
Así lo relataba Dani Lorenzo, presidente de Hoempo, estos días, asegurando que prefieren cautela y esperar nuevas medidas.