Las restricciones en la feria de Rafael Areses: poco paseo y menos compra

Los vendedores se lamentan por la falta de ventas, mientras que los clientes agradecen que no haya aglomeraciones
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photo_camera Las medidas de higiene, muy presentes en los puestos del mercadillo. GONZALO GARCÍA

La jornada de un sábado a media mañana tendría que ser de gran trasiego para los vendedores de la tradicional feria de Rafael de Areses, pero las nuevas restricciones que afectan a la Boa Vila desde el pasado jueves no han hecho más que ahondar en esa nueva normalidad de pocas ventas y, por lo tanto, poca ganancia.

El número de puestos se mantiene igual, puesto que la ubicación de la feria permite que se puedan guardar las distancias de seguridad de 3,5 metros entre unos y otros. No obstante, lo que ha bajado de manera considerable es el número de clientes.

"La gente tiene mucho miedo. Están asustados", asegura una de las vendedoras. Al preguntarle por el balance de la jornada, su rostro mira al suelo y con resignación contesta: "Lo mismo que todos estos meses". Y es que el sector de la venta ambulante ha sido uno de los más castigados económicamente por la pandemia del coronavirus.

En lo que respecta a los clientes, la actitud es ligeramente más optimista. "Estoy tranquila porque sé que no va a haber grandes aglomeraciones. Eso sí, al llegar lo primero que haré será desinfectar la ropa", relataba una de las personas que decidió acercarse hasta el tradicional mercadillo de los sábados. Ella sí había comprado, pero la gran mayoría restante únicamente paseaba entre los puestos sin llegar a pararse en ninguno.

"Pasan pero no compran", concluía la vendedora entrevistada. Sin duda, el mejor balance de esta feria atípica y con restricciones.

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