Ricardo Toro Vázquez - Comisario central de violencia sexual, doméstica y de género

"Los jóvenes de hoy tienen una idea más machista de la que teníamos nosotros en nuestra juventud"

Tras casi un año en su nuevo cargo, el exjefe de la Brigada Central de Estupefacientes apuesta por la educación en valores como la única herramienta válida para combatir la violencia

Ricardo Toro Vázquez. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Ricardo Toro Vázquez. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

EN UN tiempo en el que la sociedad intenta abrir los ojos para dejar atrás la cultura machista que la impregna por sus cuatro costados, la Policía Nacional tiene un papel esencial. Ricardo Toro, jefe de la UFAM central (máximo responsable del país es la investigación de violencia de género, doméstica y sexual), visitó Pontevedra para realizar un minucioso recorrido por la situación actual en relación con sus amplias competencias. "Estamos mejor que en los países de nuestro entorno, pero una sola muerte es mucho y no tenemos que admitirla".

En los últimos días se ha reunido con sus homólogos de otros países. ¿Qué conclusiones obtuvo?
Creo que lo estamos haciendo bien. Acabo de reunirme con especialistas españoles, franceses, de Nicaragua y de Burkina Faso. Lo que más me llamó la atención es lo que dijo el embajador de Francia, que señaló que en su país llevan en lo que va de año 130 fallecidas por este tipo de delitos, más del triple que aquí. En Alemania ocurre algo parecido, y en los países escandinavos, que parecen idealizados, hay mucha más violencia, por ejemplo en Suecia. Estamos mejor que los países de nuestro entorno, pero una sola muerte ya es mucho y no podemos admitirla.

Las denuncias siguen en aumento. Una buena noticia...
Con los datos cerrados hasta septiembre tenemos una ligera subida de denuncias que no tiene por qué corresponderse con el número de delitos ni de mujeres, porque hay mucha más violencia de la que se denuncia, ya que hay personas que no se atreven a denunciar. Como no sabemos lo que pasa en el ámbito doméstico si nadie lo cuenta, hay mujeres que pueden llevar 30 años siendo maltratadas y solo ellas lo saben. No tiene por qué haber más violencia. Lo que ocurre es que muchas mujeres no se atrevían a dar el paso a denunciar y ahora, gracias a las campañas de sensibilización, se animan más. Tienen el apoyo de la sociedad y de la familia.

El porcentaje de denuncias es algo superior al de 2017, pero eso es algo común al resto de Galicia y de España

Algunas organizaciones se quejan de los protocolos posteriores a la denuncia.
Para nada hay desprotección. Sí es cierto que la Policía llega hasta donde puede, pero también lo es que la mayoría de las mujeres fallecidas no habían denunciado antes.

¿Ocurre algo distinto en Pontevedra o en Galicia?
En Galicia se dio un aumento de las denuncias en un porcentaje similar al del resto de España. En Pontevedra ocurre algo parecido, habiendo pasado de 670 casos a 702. El porcentaje es algo superior al año anterior y eso es común a Pontevedra, Galicia y el resto del país. Donde más casos tenemos es donde más población hay. Es un problema común a todas las provincias de España, se produce en todas ellas y en todos los niveles sociales.

¿Cuál es el momento en el que existe un mayor riesgo?
Cada caso es distinto, pero el principal riesgo es el momento en el que la víctima tiene que mantener la convivencia tras la denuncia. Lo ideal sería el cese de esa convivencia, pero eso no siempre es así. Incluso en ocasiones se otorga una orden de alejamiento y la pareja se va, pero pasado un tiempo ella le perdona, le abre la puerta y, en ocasiones, él la mata o le da otra paliza. Ese es el peligro. Puede ocurrir que la mujer denuncie y el juzgado no estime la existencia de un riesgo y no dicte alejamiento. Nosotros les daremos protección cuando podamos, pero no estamos dentro de sus casas para impedir esos episodios. Les pediría a las víctimas que se alejen cuando la situación sea de riesgo porque hay medidas para protegerlas.

Hay mucha más violencia de la que se denuncia, hay mujeres que llevan 30 años maltratadas y solo ellas lo saben

¿De dónde viene el machismo?
La sociedad española, queramos o no, tiene un componente machista que parte de la educación, la idea de la posesión, de que una mujer es de uno y no puede ser de otro. Lo cierto es que la mujer estará con un hombre hasta que ella quiera y de la forma que quiera, y el día en el que decida lo contrario eso acabará, porque no es de nadie, es suya. Esa tradición machista es la que conduce a los asesinatos.

Y nadie tiene una varita mágica.
Ojalá hubiera una solución para erradicar esta lacra. Para mitigar sus efectos, lo primero es la educación, que se debe inculcar a los niños desde bien pequeños. Yo se lo digo a mis nietos. La educación debe partir de la familia, pero también de los colegios. Los jóvenes tienen una idea más machista en la actualidad de lo que teníamos nosotros en nuestra juventud. Esa idea del control del chico sobre la chica a través del teléfono, las salidas, las conexiones a las redes... Hay que sensibilizar y concienciar a los jóvenes para que entiendan que eso no es así. Ahora hay herramientas de control que antes no tenían.

Parece contradictorio que se esté incidiendo en la educación y que los jóvenes sean los más machistas.
Tal vez en este aspecto no vayamos por el mejor camino. Habría que trabajar más desde abajo hacia arriba y no desde arriba hacia abajo. Tenemos campañas de sensibilización en ciertos ámbitos y unidades de participación ciudadana que intentan incidir en esto. Hay que inculcar a los menores que todos somos libres y que no por ser mujeres tienen menos libertad que los hombres, pero sobre todo, yo incidiría en la palabra respeto, que cada vez oigo menos. Si hay respeto no hay violencia. Junto a ello, la consideración de que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre.

Tras una orden de alejamiento, a veces ella le perdona, le abre la puerta y es cuando él la mata o le da una paliza

Tiene a su cargo 173 unidades UFAM repartidas por toda España. ¿Es suficiente ese personal?
Todo es mejorable, pero eso no quiere decir que con el personal que tenemos no podamos desarrollar el servicio de protección. En la Policía hemos perdido efectivos en los últimos años de la crisis, algo que se va paliando poco a poco últimamente. Espero que aumente el personal en breve, pero es un problema común de todas las unidades.

Hablemos del lugar que ocupan los hijos de las parejas en todo esto.
Los niños son víctimas directas, porque primero sufren la violencia, son testigos de ella, y todo eso les deja unas secuelas. Hay que analizar caso por caso, todos son distintos, y debemos cumplir con las resoluciones. En algunos casos (a los maltratadores) se les puede suspender el derecho de visitas e incluso retirarles la custodia. Ahora bien, si el padre tiene derecho a ver a sus hijos nosotros tenemos que hacerlo cumplir.

Hemos visto casos extremos, como el de Moraña, en el que los padres acaban con la vida de sus hijos... 
Hay padres o madres que para hacer daño a su pareja o expareja matan a sus hijos. El año pasado fallecieron ocho a manos de sus progenitores. Este año estamos en tres, por debajo, aunque tenemos casos pendientes de analizar que puedan elevar esa estadística, que aún así no llegará a ser la de 2017. Es el suceso más trágico que se puede producir, que un padre mate a sus propios hijos.

Yo incidiría en la palabra respeto, que cada vez escucho menos; si hay respeto no hay violencia

La violencia doméstica tiene ahora a los hijos como protagonistas y a muchos de sus ascendientes como víctimas. ¿Qué opina de ello?
Nuestra sociedad ha perdido los valores en el respeto, sobre todo hacia nuestros mayores. Hemos llegado a un extremo en el que los que golpean son los hijos a los padres. Tenemos que eliminar tanto la práctica anterior, en la que eran los progenitores los que empleaban la violencia, como lo que ocurre ahora. Hay que trabajar para alcanzar una recuperación de valores, en especial en el respeto.

Y las denuncias de padres a hijos son cada vez más habituales.
En ocasiones se atreven a denunciarles porque se ven en peligro, y se dictan órdenes de alejamiento de los hijos en favor de sus propios padres. También influyen muchas veces entornos conflictivos y la drogadicción. Es un proceso parecido al de la violencia de género. La primera bofetada no se denuncia, pero cuando ven que les van a dejar sordos de un puñetazo sí lo hacen. La cifra oculta puede ser aún mayor en este ámbito que en la violencia de género, porque para que una madre denuncie a su hijo tiene que haber vivido una situación de peligro. La recta es la misma, respeto y educación en todos los ámbitos.

¿Sucede también en otros lugares de nuestro entorno?
Es un problema común a otros países. El nivel cultural no influye en la mayor o menor violencia, y dentro de la familia esto es común. En sociedades con una mayor supremacía del ‘pater familia’ no se produce, pero tal vez exista la violencia de padres a hijos. Debemos mirar en todas las direcciones y efectuar una visión de 360 grados. En la violencia doméstica todos son víctimas, también en ocasiones entre hermanos. Hay mucha violencia invisible que no aparece o que aflora a los 30 años de que se haya producido.

No solo debemos ver a las fallecidas, sino también a las que están siendo objeto de maltrato, que son miles

Una práctica que parece muy lejana, los matrimonios pactados, se sigue viendo en nuestro país.
Los matrimonios forzados parece que no nos afectan, pero en España tenemos gran número de inmigrantes con otras culturas. Una abogada de Burkina Faso me contaba que en su país se conciertan casamientos de niñas de 12 años en algunos lugares. Sus padres se ponen de acuerdo sin la voluntad de las chicas. Hay personas que siguen esas prácticas y que residen en España. En ocasiones se trasladan a sus países para el matrimonio y vuelven. Lo mismo ocurre con las mutilaciones genitales. Niñas que viven aquí son trasladadas a sus países y allí su abuela o incluso médicos son capaces de someterlas a ablaciones que se descubren en España cuando acuden al médico.

¿Qué medidas están adoptando dentro de la Policía?
La principal es la formación del personal para atender a las víctimas, la especialización, para que pueden dar la atención adecuada. También hay que tener dependencias para separar a víctima y agresor, lo que nos lleva a ¡hacer mejoras en las comisarías. Muchas veces nos adelantamos nosotros con el único objetivo de proteger a las mujeres. Incorporamos continuamente efectivos y los reponemos para no dejar ninguna comisaría desprotegida.

¿Qué más le ha llamado la atención desde que ocupa el cargo?
La cantidad de organizaciones que se dedican a la violencia de género. No estamos solos. Hay gran cantidad de colectivos, lo que llamamos el tercer sector, que apoyan mucho. Esto hay que abarcarlo desde distintos ámbitos y hay mucha gente implicada para erradicar esta lacra. Tenemos unos protocolos de protección que ayudan a muchísimas mujeres. Creo que estamos funcionando bien, aunque por desgracia somos noticia cada vez que hay una víctima. Es un mazazo cada noticia, pero debemos ver no solo las fallecidas, sino también las que están siendo objeto de maltrato, que son miles, a las que debemos atender.
 

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