El ritual del Miércoles de Ceniza suprime la cruz en la frente por la pandemia

Para evitar el contacto el sacerdote dejará caer ceniza sobre la cabeza de los feligreses
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photo_camera Calixto Cobo imponiendo la ceniza en 2020. DAVID FREIRE

La Cuaresma de la covid-19 (la segunda desde el estallido de la pandemia) arranca este miércoles, día 17, y lo hace por primera vez con la celebración en las parroquias de Pontevedra de una imposición de la ceniza adaptada para hacer frente a la propagación del virus.

El ritual de la cruz de ceniza en la frente ya no será parte del tradicional Miércoles de Ceniza y tampoco se pronunciará en las celebraciones litúrgicas de esta jornada la frase "Conviértete y cree en el Evangelio" a cada uno de los feligreses que acudan al templo para participar de este rito católico. Para evitar contagios de coronavirus, la forma del rito cambiará para este 2021, según dispuso la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, del Vaticano.

El vicario episcopal territorial de Pontevedra, Calixto Cobo, explica que aquella frase característica ya no se dirá a cada feligrés, como era la tradición. De ahora en adelante, la fórmula que consta en Misal Romano "se pronunciará una sola vez y para todos los fieles", subraya. Después, el sacerdote bajará del altar, se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Los feligreses se acercarán en fila y guardando la distancia de 1,5 metros, mientras el clérigo tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada. Esta es, recuerda Calixto Cobo, la disposición que fue firmada en el Vaticano, el pasado 12 de enero por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y por monseñor Arthur Roche, arzobispo secretario.

"El sentido del rito no cambia, sino que varía el modo de realizarlo", explica Calixto Cobo, vicario episcopal territorial

El vicario precisa que la adaptación "es bien sencilla" y que en cuanto al rito en sí, "lo único que cambia respecto al modo habitual de realizarlo es que, primero, la fórmula de imposición de la ceniza —como ya se viene haciendo para la comunión eucarística— se dice una vez para todos y desde el altar con la frase "Convertíos y creed en el Evangelio" y, segundo, que no se toca sino que se deja caer la ceniza sobre la cabeza. Por tanto —subraya-, el sentido del rito sustancialmente no cambia, sino que varía el modo de realizarlo. El hecho de que, ahora, el sacerdote se lave las manos y se ponga la mascarilla antes de imponer la ceniza no añade ni quita nada al rito. Es lo mismo que ya se viene haciendo antes de la comunión".

Con esta leve modificación la Iglesia quiere evitar cualquier peligro de contagio del nuevo virus, como ya se viene haciendo en las celebraciones católicas, para que las iglesias sean seguras para los fieles. Evitando tocar la frente de los feligreses se garantiza que no hay contacto con el sacerdote ni intercambio de palabras en el momento de la imposición, además de mantener la distancia de seguridad.

La variación en el ritual del Miércoles de Ceniza se sumará a otras prácticas que la Iglesia Católica ha cambiado para evitar el riesgo de contagio por covid-19 en los actos religioso. Así, en los bautizos y confirmaciones el sacerdote ya no toca ni a los niños ni a los jóvenes. "Utilizamos unos bastoncillos individuales impregnados del Santo Crisma o de la Unción de Enfermos", explica Calixto Cobo. Después de la unción se quema el bastoncillo.

También el ritual de comulgar ha cambiado tras el estallido de la pandemia. Cuando antes el clérigo decía "el cuerpo de Cristo" y el comulgante respondía "Amén", ahora el religioso lo hace en voz alta para todos desde el altar. Después da la comunión en la mano de forma individual y en silencio.

Entre los ritos que se han modificado en los actos litúrgicos para reducir al máximo el riesgo de contagio también figura el de dar la paz que se realizaba estrechando las manos. "Seguimos los criterios que nos marcan las autoridades sanitarias y religiosas. Tenemos la obligación de colaborar en la prevención de los contagios", sentencia Calixto Cobo.