ESTA ES MI CALLE

Rúa Real, un barrio en pleno casco histórico

Además de ser la vía de salida del Camino Portugués, esta calle siempre fue uno de los grandes dinamizadores económicos de la zona vieja gracias a negocios históricos como Cestigar o Ferretería Gallega
photo_camera Algunos comerciantes y hosteleros de la calle Real. DAVID FREIRE

No hay dudas de que esta es una de las calles más emblemáticas del casco viejo de la ciudad. La Rúa Real ha sido siempre una de las vías más concurridas y más llenas de vida de toda Pontevedra, en gran parte gracias a los comercios históricos que en ella se asentaron a lo largo de los años. De hecho, y tal y como recuerda Pepy González Clavijo en su libro Las calles de Pontevedra, antiguamente "todas las casas eran tiendas con los más diversos artículos, desde pan hasta carnes saladas".

El nombre, que viene de camino real, se le atribuyó a mediados del siglo XIX, aunque también se le denominó calle de los Alfayates por la cantidad de sastres que había en ella. "Antes de llamarse definitivamente Real estuvo dividida en dos partes, y cada una tenía su propio nombre. La primera (la que va desde la plaza de Curros Enríquez hasta la fuente de los Tornos) era conocida por rúa do Hospital porque a finales del siglo XIV estaba allí el Hospital de San Juan de Dios, que incluso tenía iglesia propia. La segunda parte iba desde la fuente hasta el final de la calle, y se le llama rúa de Rego por el manantial de agua que allí había. Al final de la calle se ubicaban hace tiempo las oficinas de Correos", recuerda González.

Foto de la calle Real de Pontevedra, tomada en 1997, antes de la peatonalización
Foto de la calle Real de Pontevedra, tomada en 1997, antes de la peatonalización

En cuanto a los negocios, en esta vía se han instalado comercios históricos como El Cisne, Loza Taboada, la zapatería La Gallega, Lola, la Mercería Vidal, el Petís, La Santiaguesa o Enmarcación Vidal.

COMPAÑERISMO. En la actualidad, en el primer tramo de la Rúa Real destaca el Hotel-Restaurante Boa Vila, el Café Bar París, A Barbería, La Pomada o Casa Bravo, que abrió hace más de 100 años. En la Fonte dos Tornos sobrevive desde 1996 el local El Toro. La parte más positiva de esta vía, según su dueña, Bárbara García, "es la buena relación que hay entre comerciantes, hosteleros y vecinos", mientras que la más negativa, en su opinión "es el abandono que sufrimos por parte del Concello".

Bajando la calle se encuentran locales de hostelería como O Grifón, Arepa´s Gastro Bar o la tapería Pontetapas. La propietaria de este último, Laura García, pone en valor "la gran afluencia de turismo que tiene la calle".

Lo mismo opina Raúl Facciola, de Creperie Cre-Cotte. "Yo llevo aquí 15 años y lo que más me gusta es el tránsito de peregrinos que tiene gracias al Camino de Santiago".

Y a pesar de que muchos negocios aterrizaron en la calle hace relativamente poco tiempo, otros muchos llevan conviviendo desde hace décadas.

Uno de los que mejor recuerda la imagen que tenía esta zona antes de la peatonalización es Luis Miguel Araújo, uno de los socios de la popular Ferretería Gallega, local que abrió en 1947. Desde entonces, apunta el propietario, "cambió mucho la calle porque antes la gente aparcaba delante del local y paraba un momento a comprar y ahora es más de tránsito de gente". "Si cada peregrino que pasase nos dejase cinco euros, nos iría muy bien", bromea.

"Antes había mucho más movimiento que ahora", recuerda también Josefina Matalobos, dueña de Cestigar, una cestería con más de 30 años de actividad. El único establecimiento de artesanía que sobrevive en la calle, y eso que antiguamente esta se denominaba popularmente rúa dos cesteiros. "Cuando yo llegué aquí había muchos más comercios, ahora por cada comercio que cierra abre un ba", recuerda.

"Lo mejor que tiene la calle es el compañerismo porque los comerciantes y vecinos estamos muy unidos. La mayoría nos conocemos de siempre y los que vinieron nuevos se adaptaron también muy bien", señala.

Justamente esto es lo que también resalta Camilo Agís, dueño de la Sastrería Las Tres Rías, negocio que abrió en 1972. "Esta zona tenía mucho comercio y eso ahora desapareció. Cada día vamos a menos", explica.

Y es que tal y como señala también Carmina Rey, que abrió la Peluquería Lumaca hace 30 años, "antes esta era una zona de día, por los comercios, y ahora con los bares y pubs es más de noche". "El movimiento bajó desde que arreglaron el Mercado de Abastos y lo trasladaron un tiempo hacia el Burgo y quitaron también la parada de autobuses. Desde ahí la gente se acostumbró a comprar en otros lados", opina la empresaria.

A pesar de todo esto, Carmen Ramos, titular de la Farmacia Ramos desde hace casi cuatro años, pone en valor el ambiente familiar que existe en este entorno. "Es como si fuera un barrio dentro de la ciudad de Pontevedra porque hay muy buen ambiente y los clientes son los de toda la vida".

Cerrando la oferta comercial y hostelera están el Supermercado Diego Lores, The Groove House, Souvenirs Happy, el Barbol, La Estafeta, Bar Forum o, desde 1909, Casa Verdún, negocio emblemático donde los haya.

Los recién llegados a Rúa Real
A pesar de que en la calle Real hay una gran cantidad de establecimientos con solera, en esta vía también hay hueco para nuevos locales. Es el caso de Redobla Percusión, un negocio que abrió Miguel Ángel García en 2020. "Esta es una entrada de Pontevedra para la gente que vive en Lérez y es una zona con muchísimo tránsito", explica.

En ese mismo año abrió también Herbameiga. "Buscaba un local en el casco histórico por donde pasase el Camino de Santiago y esta calle me pareció animada, con mucho tránsito y bastante peculiar", afirma su dueño, Xenxo Brais, que asegura también que "los comerciantes son muy amigables y me acogieron muy bien".

Una de las últimas en llegar fue Cristina Diz, con su tienda Sick Boy. "Hay un montón de peregrinos y los guías turísticos siempre se paran por esta zona, y eso siempre ayuda a fomentar los negocios", apunta la empresaria.

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